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Migración poblacional y mal manejo en depósitos de agua inciden en reaparición del virus Oropouche en Venezuela

El médico infectólogo pediatra Rafael Wong detalló los factores de riesgo para la transmisión del virus Oropouche, cuyos síntomas pueden confundirse con dengue, zika o chikungunya

Correo del Caroní

(07-04-2025) Desde hace décadas no se tenía conocimiento de casos del virus Oropouche en Venezuela, hasta que recientemente el Ministerio de Salud confirmó la aparición de al menos cinco casos en el país. Aunque no se precisaron las zonas en que se detectó, la región Guayana tiene la particularidad de contar con vectores que transmiten enfermedades similares como dengue, zika, chikungunya y la malaria, por lo que existe la posibilidad de un brote.

En entrevista para Correo del Caroní, el médico infectólogo pediatra Rafael Wong explicó las características de este virus, particularidades en su sintomatología y factores de riesgo para la transmisibilidad.

“Hace unas décadas eran los últimos reportes de casos que había por infección por Oropouche. Los organismos estaban en alerta, el Instituto de Medicina Tropical estaba con las alarmas porque había reportes en Brasil, y en toda Latinoamérica había un incremento de casos hasta en zonas o áreas donde no había previamente reportes de infección por virus de Oropouche”, recordó.

El médico infectólogo señaló que entre los factores de la reaparición del virus pudo incidir el movimiento migratorio poblacional, sumado al mal manejo de áreas de deposición de aguas.

“Prácticamente estamos universalizados, o sea, no hay una zona que sea aislada del resto, y existe siempre esa posibilidad. Las pruebas serológicas pueden brindar cierto grado de dificultad para el diagnóstico porque es por unos métodos especiales que no todo laboratorio tiene. El método de elección siempre va a ser por diagnóstico por biología molecular”, detalló.

En el caso de Bolívar se cuenta con el Instituto Nacional de Higiene, ubicado frente al Hospital Uyapar. Allí se recibe este tipo de muestras, si existe la alta sospecha, tanto epidemiológica como clínica.

Particularidades del virus

En cuanto a los aspectos de esta enfermedad, recordó que se transmite por un vector, coloquialmente llamados jejenes y científicamente como culicoides. Una característica del vector es que se reproduce en aguas estancadas y con material de putrefacción. Esto lo diferencia de otras enfermedades que también se transmiten por vectores, pero que crecen en zonas con agua limpia.

“Esta no, esta puede crecer en todo sitio donde exista humedad o material en descomposición, llámense material orgánico como hojas u otras sustancias. Es importante porque estas son zonas de riesgo. Está muy descrito en sitios donde hay morichales”, explicó.

Sobre los síntomas, aparecen de tres a siete días después de la picadura del mosquito. Si bien el cuadro sintomático se asemeja al zika, dengue o chikungunya, con presencia de fiebre, mialgia, náuseas, vómitos y diarrea, su factor diferenciador son síntomas del sistema nervioso, caracterizados por cefalea de gran intensidad y fotofobia.

Para su diagnóstico se requieren muestras en sangre o en líquido cefalorraquídeo de reacción en cadena de polimerasa (PCR), que es distinta a la de Proteína C Reactiva.

Wong destacó que si bien el porcentaje de complicación es bajo, “una de cada 20 personas puede tener replicación del sistema nervioso central y se puede aislar tanto el líquido cefalorraquídeo en las meningitis asépticas o también puede presentar encefalitis con mayor frecuencia que si lo comparamos con otros virus”.

Riesgo en Bolívar

Sobre la incidencia de este virus en Bolívar, recordó que en la región Guayana “tenemos prácticamente todos los vectores de todos estos procesos. Tenemos a Aedes Aegypti que transmite dengue, tenemos chikungunya, zika y fiebre amarilla. Tenemos anopheles que transmiten malaria. Entonces debemos estar muy alerta en caso de un paciente que presente síntomas sistémicos sin una causa explícita”.

Reiteró que el riesgo está tanto en zonas rurales como donde exista un mal manejo de depósitos de agua o áreas de humedad. “Tenemos ríos que fluyen a través de la ciudad o cuencas fluviales que pasan a través de la ciudad, las comunidades que están próximas a la ribera del río son zonas donde existen estos depósitos de humedad y donde hay esa descomposición de material orgánico. Es un área idónea para el desarrollo del vector”, agregó.

Al no haber un tratamiento específico para atacar directamente este virus, también advierte sobre la automedicación, ya que puede enmascarar los síntomas y conllevar a complicaciones.

“Lo importante es una evaluación oportuna, primero para no prolongar en el tiempo la evaluación del paciente y llegar a presentar algún tipo de eventualidad o complicación”.

La población de mayor riesgo son embarazadas, ya que se ha demostrado que existe transmisibilidad maternofetal, personas de la tercera edad o con algún tipo de inmunosupresión, y pacientes pediátricos.

Asimismo advirtió que en el caso de Oropouche, el vector es mucho más pequeño que los vectores o los artrópodos convencionales.

“Entonces, ellos pueden atravesar los mosquiteros en las pequeñas ranuras. Hay que usar mosquiteros mucho más sellados que lo que podemos utilizar convencionalmente. Se debe usar repelente, y haber una integración de la comunidad con un organismo, bien sea de control ambiental para la limpieza y control de esas áreas donde existen esos depósitos de humedad, para tratar de que pueda fluir el agua y se puedan limpiar todos esos depósito”, destacó como prevención.

Por último, Wong destacó que el mayor riesgo de picadura por parte del vector ocurre en las tardes y noches. “No quiere decir que no pueda ocurrir en el resto del día, pero es cuando hay mayor actividad de los vectores. Entonces estas actividades próximas a los ríos, nocturnas, tienen que tener cierta restricción”.

De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), a septiembre de 2024 se registraron dos muertes (materno fetal) por Oropouche en la ciudad de Bahía, Brasil.

El virus se identificó por primera vez en 1955 en Trinidad y Tobago, y “ha causado casos y brotes en varios países de América del Sur, incluidos Brasil, Colombia, Ecuador, Guayana Francesa, Panamá, Perú y Venezuela. Los brotes han sido más frecuentes en la región de la Cuenca Amazónica, donde el vector más conocido, el jején (Culicoides paraensis), mantiene un ciclo selvático que involucra a hospedadores como perezosos y primates no humanos”.

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