La pensión mensual que reciben las personas mayores, no les alcanza para cubrir sus necesidades de alimentación, medicamentos y salud. El Estado vulnera sus derechos económicos, sociales, culturales y ambientales
Emmanuel Rivas/Caleidoscopio Humano
(29-05-2022) Cuando una persona llega a determinada edad, se dice que llegó a la edad dorada. Sin embargo, no todo lo que brilla es oro. Envejecer en Venezuela puede ser una experiencia muy dura.
Para Luis Francisco Cabezas, director general de la Asociación Civil Convite, citado por Reporte Confidencial, «Venezuela es uno de los peores países para envejecer en el continente y donde el trato para los adultos mayores es discriminatorio, no solo desde el propio gobierno sino como sociedad”.
Para Cabezas, en Venezuela el sistema de seguridad social debe ser refundado e incluir a las personas mayores en una agenda de desarrollo del país. “No se puede dejar por fuera a más de 4 millones de personas que tienen más de 65 años. Se hace necesario un pacto nacional que incluya a las personas mayores”, destacó.
Personas mayores, cada vez más pobres
En el año 1995 la pensión se homologó con el sueldo mínimo, es decir, ninguna persona jubilada puede recibir un monto inferior al salario mínimo oficial.
Sin embargo, “en los últimos ocho años, la capacidad adquisitiva de la pensión respecto de la canasta básica cayó del 96 % a menos del 1 %”, asegura Luis Francisco Cabezas.
Vivir con un salario mínimo en Venezuela es imposible. Más cuando se requiere de medicamentos o atención médica constante, como es el caso de la mayoría de las personas mayores.
“Nuestros jubilados necesitan alimentación, necesitan recreación, y salarios que hoy, a pesar del ajuste, no les permite tener acceso a la canasta básica (…) hacemos un llamado al pueblo venezolano. Es el momento de la consciencia, es el momento de exigir nuestros derechos”, dijo Ana Rosario Contreras en una manifestación en el centro de Caracas para exigir pensiones justas.
Agregó Contreras que los salarios y pensiones deben ser decretados tomando en cuenta el artículo 91 de la Constitución de Venezuela que garantiza que todo trabajador o trabajadora tiene derecho a un salario suficiente que le permita vivir con dignidad y cubrir para sí y su familia las necesidades básicas materiales, sociales e intelectuales.
No podemos seguir viendo a los jubilados y pensionados como «indigentes sociales», finalizó Contreras.
En el mes de marzo, el Ejecutivo Nacional anunció un aumento en el salario mínimo que, por ley, incide de forma directa en las pensiones. Se pasó de 7 Bs a Bs. 126, equivalentes a 25 $ a la tasa BCV del 28 de marzo 2022.
Un aumento insuficiente si se toma en consideración que la canasta básica de alimentación supera los 350 $ mensuales.
En medio del difícil contexto venezolano y, después de trabajar toda su vida y contribuir al desarrollo del país, las personas mayores se ven en la necesidad de buscar alternativas laborales para poder cubrir, en la medida de sus posibilidades, los gastos de alimentación, medicamentos y asistencia médica.
Víctimas de la migración forzada
La Emergencia Humanitaria Compleja ha obligado a que, más de 6 millones de personas, abandonaran Venezuela en busca de calidad de vida, esto de acuerdo con datos de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Ante la migración forzada, las personas mayores quedan atrás.
“Es muy difícil para uno, con cierta edad, pensar en irse a otro país sabiendo que va a ser un estorbo”, comenta Carmen Rodriguez mientras descansa en la Plaza Bolívar de Mérida. Agrega que sus hijos están todos por fuera y, aunque con lo que le envían puede solventar sus gastos, “uno sueña con volverlos a tener reunidos”.
“Después que uno cumple 60 años, ya nadie lo quiere contratar, nadie le da trabajito a uno, lo ven como una carga. Si eso es aquí, imagínese en otro país, donde uno no conoce a nadie y donde es difícil hasta para los jóvenes ahora para un viejo. Uno tiene que ver como se la resuelve”, responde un hombre de unos 70 años que prefirió no decir su nombre, pero intervino en la conversación.
La realidad de Carmen y de su compañero de conversación, es la de miles de personas mayores que se han quedado solas en medio de la crisis venezolana. Una realidad que cada día es más común y que deja en evidencia -una vez más-, que Venezuela no se arregló.