La entidad padece la deficiencia de servicios públicos que, en los últimos años, ha marcado el día a día de los venezolanos. Sectores que deberían ser priorizados por la gran cantidad de clínicas y centros de salud que hay, tienen hasta tres cortes de electricidad al día
(28-01-2025) Vivir en Mérida se ha convertido en todo un desafío. La cantidad de horas que la entidad permanece sin energía eléctrica afecta las actividades cotidianas de todos.
Desde los niños, niñas y adolescentes que ven interrumpidas sus clases, quienes trabajan por su cuenta bajo la modalidad freelance, médicos, comerciantes e, incluso, amas de casa, todos se ven afectados por los constantes y prolongados cortes de electricidad.
La Avenida Urdaneta, de la ciudad de Mérida, es uno de los tantos sectores afectados, a pesar de que en ella se cuenta con un importante número de clínicas, centros médicos y especializados en el área de la salud; incluyendo el servicio médico de la Universidad de Los Andes conocido como CAMIULA.
En ella también se encuentran instituciones públicas de gran importancia, como la Contraloría del Estado Mérida, la Alcaldía, la Defensoría del Pueblo y el Instituto Autónomo Consejo Nacional de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes (IDENNA-Mérida).
La ausencia de servicio eléctrico llevó a que muchos de los centros de salud tuviesen que invertir en plantas eléctricas de gran tamaño para, de esa manera, poder atender a sus pacientes y evitar algún riesgo frente a las fallas eléctricas.
Una fuente, que prefirió el anonimato, informó a Caleidoscopio Humano que la Unidad de Diálisis cerró debido a los reiterados cortes de electricidad, pues «en varias oportunidades tuvieron que llamar a Corpoelec para que restableciera el servicio, ya que los pacientes iban a la mitad del tratamiento. Lamentablemente, la Unidad de Diálisis no cuenta con planta eléctrica y, al irse la luz, se ponía en riesgo la salud de los pacientes con deficiencias renales».
Los constantes cortes eléctricos terminan vulnerando derechos tan importantes como la salud y la educación. También el derecho al trabajo, pues cada vez es más común ver comercios cerrados porque no cuentan con plantas eléctricas, lo que, a su vez, se traduce en pérdidas tanto para el dueño del negocio como para la propia economía del estado.
Éramos muchos… y se fue el gas
Desde que se registró la explosión en la Planta COA en Punta de Mata, estado Monagas, el pasado 11 de noviembre, la distribución de gas se vio afectada en Mérida. Hasta la fecha, hay zonas residenciales y comunidades que esperan para poder abastecerse de combustible necesario para cocinar.
Los habitantes de las zonas rurales deben conformarse con la mitad del cilindro; es decir, si su bombona es de 43 kilos, les llenan la mitad. Los hogares que tienen dos o más bombonas por llenar solo les reciben una; además, deben esperar semanas en ser atendidos.
En la ciudad, a los edificios y zonas residenciales solo les están abasteciendo entre el 20 o el 30 % de la capacidad de sus bombonas; lo cual, de acuerdo a la cantidad de residentes, puede durar 8 días o menos.
Algunas personas optaron por usar cocinas eléctricas y otros artefactos que les permitiesen cocinar sus alimentos y, de esa manera, rendir el poco gas doméstico con el que cuentan; sin embargo, los constantes cortes de electricidad eliminan también esta opción.
«Desde diciembre estábamos esperando que nos llegara el gas al edificio. Hicimos el pago por el 50 % de la bombona, tanto esperamos que cuando el camión llegó, el dinero que habíamos transferido solo alcanzó para el 20 %. Cuando se acabe, quién sabe cuánto tardarán en volver a surtir. Esto es una calamidad», dijo a Caleidoscopio Humano una habitante del sector El Campito de Mérida.
¿Y la gasolina? Otro reto que deben superar los merideños
Aunque había mejorado la distribución de combustible en la entidad, las últimas semanas nuevamente se ha visto como los conductores deben hacer cola para abastecerse de combustible. Esto en la ciudad; pero, en zonas rurales como el páramo o los pueblos del sur, deben esperar varios días para que les distribuyan combustible.
«Uno debe estar pendiente de los grupos de WhatsApp de combustible para poder enterarse cuándo y dónde van a echar gasolina. Si por casualidad de la vida uno está trabajando y no logra llegar antes de que cierren la bomba, se ‘jodió’; toca esperar a ver cuándo vuelve a llegar gasolina», dijo un productor agrícola del páramo, quien aseguró que pasa lo mismo con el gasoil, un hidrocarburo necesario para la maquinaria de uso agrícola y pecuario.
La crisis de servicios públicos en Mérida no termina aquí. Hay que sumar las deficiencias en el aseo urbano en algunos municipios, la escasez de agua en muchas comunidades y el mal estado de las carreteras que se juntan con los bajos salarios y las pocas oportunidades de crecimiento y desarrollo que marcan la vida de los venezolanos en cada rincón del país y que son producto de la Emergencia Humanitaria Compleja y la falta de voluntad de los gobernantes para que los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales (DESCA), junto a los civiles y políticos, sean garantizados.
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