Menstruación

En Mérida, 23 % de las mujeres viven en pobreza menstrual

Un estudio realizado por la Agenda Social Asociación Civil (ASAC), en cuatro municipios merideños, arrojó datos importantes sobre el manejo menstrual en medio de la Emergencia Humanitaria Compleja que afecta al país desde el año 2015

Emmanuel Rivas

(07-12-2023) La pobreza menstrual se refiere a la falta de acceso a productos de higiene menstrual, instalaciones sanitarias adecuadas y educación menstrual, también a la falta o poco acceso a agua potable.

La incapacidad de algunas mujeres y niñas para acceder y comprar productos como toallas sanitarias, tampones o copas menstruales debido a limitaciones económicas, es una de las mayores problemáticas con las que se enfrentan en Venezuela.

El poco poder adquisitivo, marcado por un sueldo mínimo oficial que no supera los 3.6 dólares americanos, hace que muchas mujeres y niñas no puedan comprar estos productos, lo que termina por profundizar la pobreza y la desigualdad.

A estas deficiencias se suma que muchas personas siguen viendo el proceso menstrual de una forma estigmatizante y como un tabú cultural, contribuyendo a la vergüenza y al silencio en torno a este tema.

En Mérida, la Agenda Social Asociación Civil (ASAC) presentó un informe piloto que tituló “Factores que influyen en la gestión de la higiene menstrual de las mujeres”.

Dicho estudio fue realizado en cuatro municipios merideños: Rangel (Mucuchíes), Santos Marquina (Tabay), Campo Elías (Ejido) y Libertador (Mérida- Capital) y para el cual, entrevistaron a 1137 mujeres de entre 18 y 55 años.

De acuerdo con el documento presentado, el 91,38 % de las mujeres utiliza toallas sanitarias desechables para gestionar su periodo menstrual, mientras que, el 5,45 % emplea la copa menstrual.

Aunque este porcentaje es bajo, “demuestra un sutil cambio hacia el uso de productos más sustentables, sostenibles y amigables con el ambiente”, destaca la ASAC.

Además, el 1,41 % utiliza tampones, el 0.88 % toallas clínicas y el 0.62 % usa toallas reutilizables.

La organización destaca también que el 38,37 % de las mujeres buscan los productos más económicos del mercado, pues, “los ingresos no les alcanzan para adquirir los de mayor costo y calidad”.

La encuesta realizada por la organización arrojó que el 22,96 % de las mujeres consultadas, viven en pobreza menstrual, ya que no pueden gestionar ni adquirir, de forma segura, los productos que necesitan durante su periodo.

En cuanto a la utilización de nuevos métodos alternativos, el 70,1 % de las encuestadas se mostraron dispuestas a probarlos como una forma de mitigar los costos mensuales en productos de higiene menstrual.

La salud ginecológica ya no es prioridad

En medio de la Emergencia Humanitaria Compleja, muchas familias se han visto obligadas a escoger entre comer o asistir a consultas médicas.

Muchas mujeres, sobre todo en áreas rurales, dependen económicamente de otros miembros de su familia, por lo cual, asistir a una revisión ginecológica no está dentro del presupuesto.

De acuerdo con la ASAC; el 29,20 % no asiste a consulta hace más de un año, 4,75 % no asiste desde hace 3 años y el 3.61 % desde hace más de 5 años y el 8,18 % nunca ha asistido a control ginecológico.

Esto indica que cerca de la mitad de estas mujeres (el 45,75 %) no tienen atención que permita descartar problemas de salud y recibir orientación adecuada sobre su salud y, por tanto, tampoco han tenido acceso a exámenes de rutina, mamografías, a métodos de planificación familiar, a detección de Infecciones de Transmisión Sexual (ITS), trastornos en el suelo pélvico o irregularidades menstruales.

Otro dato que resulta importante destacar, es que el 18,56 % aseguró no contar con un acceso seguro y continuo del servicio de agua potable durante los días de menstruación; lo cual, imposibilita poder tener una correcta higiene menstrual, llevando a que, el 17,77 % de estas mujeres, hayan presentado algún tipo de infección vaginal.

Las cifras presentadas por la ASAC, dan cuenta de la falta de políticas públicas para atender una problemática que, en la actualidad, sigue profundizando la desigualdad y la pobreza, pues, al no contar con insumos de higiene menstrual, mujeres, niñas y adolescentes, se ven obligadas a dejar sus puestos de trabajo y las aulas de clases.  

El Estado está en la obligación de desarrollar políticas públicas que garanticen el acceso equitativo a productos menstruales, especialmente para aquellas mujeres, niñas y adolescentes, en situación de vulnerabilidad económica.

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