Indígenas

Heridas abiertas: el peso del pasado colonial en América Latina

Francisco González/Internacionalista/Líder emergente de MonitorDescaVe e Investigador de Caleidoscopio Humano

(12-10-2024) El «descubrimiento» de América por parte de Cristóbal Colón es una imprecisión histórica, porque en el territorio americano ya habitaban civilizaciones desde antes de la llegada de los españoles.

De hecho, al sur de México, los Mayas y los Aztecas tenían modernos asentamientos, dinámicas políticas avanzadas y una economía en constante crecimiento. Algo similar ocurría con los Incas en el corazón de los Andes y, en menor medida, con otros pueblos indígenas en el resto del continente.

La instauración de la colonia española en tierras americanas fue sangrienta, cruda y, para muchos historiadores, debe ser considerada una «invasión» en lugar de una «conquista».

Los pueblos indígenas fueron progresivamente despojados de sus tierras ancestrales y forzados a trabajar para los conquistadores, bajo nulas condiciones. A ello se le suma una larga lista de abusos de todo tipo al que fueron sometidos.

No fue sino hasta trescientos años más tarde que las jóvenes naciones lograron independizarse del yugo español, proceso que, una vez más, fue saboteado por la corona en un intento de aferrarse a su poderío sobre las tierras colonizadas.

Hoy por hoy, el Reino de España reconoce la independencia y soberanía de las que en algún momento fueron sus colonias en América.

Sin embargo -y a diferencia de «ex colonos» como Bélgica o Países Bajos-, España se ha negado rotundamente a pedir perdón por las atrocidades cometidas durante el proceso de colonización.

Aunque para algunos es innecesario exigir disculpas públicas por crímenes cometidos hace cuatro siglos, lo cierto es que la herencia de la cultura española aún impera en la América Latina, y no necesariamente para bien.

Un ejemplo de ello es el racismo, que presenta variaciones leves en cada realidad nacional, pero que tiene su raíz en la dinámica social instaurada por la corona, en donde los blancos, a la cabeza de la pirámide, gozaban de privilegios que los mestizos, mulatos, indígenas y negros, no.

Ello acarrea, aún hoy, consecuencias en el acceso equitativo a las oportunidades en América donde, a pesar del tiempo trascurrido, es mejor visto quien más «español» (blanco, adinerado) se hace ver.

La negativa de España a pedir perdón por sus errores ha generado conflictos diplomáticos recientemente con México, donde la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, ha decidido no invitar al Rey Felipe VI por esta situación.

Para la Presidenta, «el origen de la grandeza cultural de México reside en las grandes civilizaciones que vivían en esta tierra siglos antes que invadieran los españoles».

En definitiva, aunque en la América Latina se hable español, la gastronomía, buena parte de la música y las costumbres religiosas que aún se practican son herencia indígena y afro, y, en consecuencia, es descendencia de sobrevivientes de la masacre cometida por los conquistadores.

Cada 12 de octubre, aunque en España se celebra con orgullo el «Día de la Raza», en la América Latina se conmemora la valentía de nuestros pueblos originarios, quienes defendieron con honor sus tierras de los invasores por más de trescientos años.

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