Por María Alejandra Silva/Caleidoscopio Humano
(08-03-2023) Ir a cubrir las protestas se ha vuelto una normalidad en mi labor periodística, Venezuela es un país congestionado por la constante vulnerabilidad de los derechos humanos, derechos tan fundamentales como el acceso al agua, a la salud, o a un salario digno que permita adquirir la canasta básica alimentaria. Todos estos derechos han sido violentados por parte del Estado venezolano.
En mi jornada de hoy conozco a Lina Mantilla, una dirigente sindical del Instituto Nacional de Desarrollo Rural, fue de las primeras en llegar a la convocatoria que se realizó en una concurrida plaza del centro de Caracas.
Al acercarme me muestra su pancarta en la que escribió “no más burlas al trabajador y jubilado del sector público”. Lina es una mujer que tiene 16 años trabajando para la administración pública y desde sus inicios se unió a la hoy tan golpeada lucha sindical.
“A punta de trabajo y pelea” llegó a ser la secretaria del sindicato de trabajadores del organismo donde labora, cargo que todavía ejerce y de dónde actualmente es la voz de denuncia de la situación de todos los trabajadores públicos y así demuestra que la mujer venezolana también es protagonista de estos reclamos.
“Me siento violada y vulnerada por este Gobierno, ni siquiera tenemos HCM”, me comenta Mantilla, mientras resalta que la mujer debe ir todos los años a la consulta ginecológica para prevenir cualquier enfermedad y ni eso ha podido pagar en los últimos dos años.
“Hoy fui a pedir una cita al hospital de Lídice y me dijeron que debo ir el 26 de junio para pedir un número y luego me dan la cita, no tengo como pagar una mamografía o cualquier cita que tenga que ver con mi salud”.
Situación que también demuestra la crisis que atraviesa el sector salud debido a la falta de insumos médicos que asciende a 70% según la última Encuesta Nacional de Hospitales y la migración de médicos y personal especializado por los bajos salarios.
A lo que Mantilla añade “si tengo una enfermedad persistente o grave me muero esperando hasta esa fecha”.
La dirigente sindical me cuenta afligida que está a cargo de su madre, una señora de 87 años que debe estar bajo tratamiento médico por diferentes patologías.
“He trabajado parte de mi vida en la administración pública y hoy no tengo ni siquiera para comprarle un medicamento a mi madre”, agrega.
Ante la grave situación de los salarios, Lina tuvo que improvisar, “debía resolver de alguna manera” y hace algunos meses realizó un curso para hacer manicura y pedicura, trabajo por el que cobra entre 10$ y $15 y solo puede hacerlo los fines de semana para no interrumpir su labor en la institución pública.
Sin embargo, ella me aclara: “he tenido que aceptar hasta $5 dólares por la necesidad de comprar alimentos o algún medicamento, estoy consciente que tampoco puedo exigir mucho porque todos estamos pasando por un situación difícil económicamente”.
Para la dirigente sindical no es vergonzoso tener que hacer otros oficios diferentes a su profesión, pero si es frustrante tener que pensar cómo “resolver” para llegar a fin de mes. Ella sin dudar, asegura que demuestra como muchas otras trabajadoras la entereza y valentía de la mujer venezolana en las luchas por el respeto de sus derechos.
Al preguntarle cómo se siente ante toda la situación solo me dice: “el Gobierno me dio la espalda, el Gobierno le dio la espalda a todas las mujeres en Venezuela, hoy me siento desamparada y sé que no soy la única con ese sentimiento” y así concluye mi conversación con lideresa sindical.
Lina alza la voz y efectivamente no es la única, semanalmente las mujeres se unen a las convocatorias de lucha por la reinvindicación de sus derechos laborales, económicos y sociales en Venezuela.
Por eso hoy en el marco del Día Internacional de la Mujer desde Caleidoscopio Humano conmemoramos la lucha y valentía de cada una y nos unimos a sus exigencias por un salario equitativo y digno, por el derecho a vivir una vida libre de violencia y por un Estado que nos respete y garantice cada uno de nuestros derechos.