Steffany Aguirre/Abogado/Investigadora de Caleidoscopio Humano y líder emergente del proyecto MonitorDescaVe
(11-07-2024) En la década de 1960, casi la mitad de la población de Venezuela (45 %) era menor de 15 años.
Hoy en día, la mayoría de los migrantes venezolanos se encuentran dentro del rango de edad joven (entre 15 y 29 años), lo que convierte a Venezuela en un país con una marcada predominancia de personas mayores.
La Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela (R4V) en su última actualización, ubicó la cifra de migrantes venezolanos sobre los 7,7 millones de personas.
Este dato alarmante refleja el éxodo continuo de venezolanos en busca de mejores oportunidades, lo que ha provocado un desequilibrio demográfico significativo en el país.
Según el monitoreo de la Encovi2023, el peso de la población joven en Venezuela se ha reducido considerablemente, una tendencia que se ha intensificado en los últimos años. A este éxodo de jóvenes se ha sumado la migración de personas de mayor edad, lo que agrava aún más la situación y transforma la pirámide poblacional del país.
Sin embargo, es importante acotar que el bono demográfico de nuestro país presenta otros factores influyentes y no se agota solo en el proceso migratorio.
Para frenar el éxodo de jóvenes y construir un futuro próspero, es imperativo que el Estado venezolano implemente políticas públicas integrales y efectivas que garanticen la calidad de vida de este sector poblacional.
Estas políticas deben enfocarse en crear condiciones que incentiven a los jóvenes a permanecer en el país y desarrollar su potencial profesional y personal dentro de sus fronteras.
Cumplir con las obligaciones en materia de derechos humanos no solo es un deber del Estado, sino una garantía para la población.
Un país, donde los jóvenes tienen oportunidades para desarrollarse y alcanzar sus metas personales y profesionales, es un país con un futuro más próspero, justo y equitativo.