Guyana Venezuela

¿Tiene salida pacífica el conflicto entre Venezuela y Guyana?

Por Francisco González

(10-11-2023) En los últimos días, las redes sociales han estado repletas de información variada sobre la disputa territorial entre Venezuela y Guyana.

Para entender el conflicto entre ambas naciones, se debe volver a los límites fronterizos entre España e Inglaterra, antiguos colonos de las naciones en conflicto.

En tierra firme, la “frontera” española sobre el territorio venezolano en Oriente estaba delimitada por el cauce del río Esequibo, tal y como aparece en los mapas hechos por la corona desde principios del siglo XVI.

De hecho, el nombre “Esequibo” proviene de un marinero que acompañó a Colón en su tercer viaje, Juan de Esquivel.

La incuantificable cantidad de recursos a los que España tuvo acceso en el Nuevo Mundo hicieron de las expediciones a esta tierra una atractiva actividad. Pronto Portugal imitaría la acción, llegando a costas de lo que hoy es Brasil. Le sucederían Francia, llegando a La Española, hoy Haití; e Inglaterra, llegando a Trinidad y Tobago.

Los Países Bajos no se quedaron atrás, sin embargo, por llegar un poco tarde, solo pudieron conquistar pequeñas islas del Caribe y una costa en tierra firme, cercana a la frontera con la Venezuela española. A este territorio, colindante con el río Esequibo, le llamaron “Zelandia la Nueva”.

Las constantes guerras europeas de los siglos XVII y XVIII se tradujeron en cambios en el control de sus provincias en América, que terminarían en un cambio del control político de Aruba, Curazao y Bonaire, territorios españoles que pasaron a manos neerlandesas, mientras que el Esequibo, en parte en control neerlandés, fue recuperado por España hasta la frontera marcada por el río.

De este «canje territorial» donde pasa el Esequibo, de nuevo, a manos venezolanas, dan fe los mapas de la Capitanía General de Venezuela de 1777, que sirvieron de sustento para consolidar la República de Venezuela en la Constitución de 1811.

El territorio al este del río Esequibo, que había quedado legítimamente en control de Países Bajos, pasó a manos de la corona inglesa en 1814. Poco tiempo después comenzaron las invasiones de colones ingleses en territorio venezolano del otro lado del río.

Por órdenes del presidente de Venezuela, Simón Bolívar, se protestó en Londres para exigir un alto a las invasiones, pero hubo pocos resultados. De hecho, en 1831 el territorio se constituyó bajo el nombre de Guyana Británica por órdenes del Rey Guillermo IV del Reino Unido, aumentando las invasiones y asentamientos en territorio de Venezuela bajo el amparo inglés.

Para hacer legítima su acción, la corona británica trazó frontera en el Río Moruca, lo cual dejaba a Venezuela sin el territorio Esequibo.

El gobierno venezolano se opuso a tal acción, iniciando un ciclo de negociaciones en 1844 que, nuevamente, no tuvo grandes beneficios.

Inglaterra siguió creando centros poblados en territorio venezolano, violando la soberanía del joven país. Un momento de alta tensión en este proceso fue cuando, en 1888, una invasión británica pretendió establecerse a las orillas del Orinoco, atentando robar de Venezuela parte del territorio de lo que hoy son los estados Bolívar y Delta Amacuro.

Ante tales ataques, Venezuela e Inglaterra firman, en 1897, el Tratado Arbitral de Washington, por el cual se comprometieron a someter la disputa territorial a arbitraje internacional.

Tal evento ocurriría en 1899, bajo el nombre de Laudo Arbitral de París, sin embargo, Venezuela fue obligada a renunciar a su derecho a escoger dos representantes y, en su lugar, dos norteamericanos (inclinados hacia la causa inglesa) representaron los intereses venezolanos.

Como era de esperarse, el Tribunal falló a favor del Reino Unido, dejando para Venezuela solo la salida al mar por las bocas del Orinoco.

En 1948, tras el fallecimiento de Mallet Prevost, quien fuera uno de los abogados representantes de Venezuela en París, fue publicado mediante su representante legal un documento que evidenció que Inglaterra negoció con Estados Unidos para alterar el resultado de la sentencia del Tribunal a espaldas de Venezuela.

Descubierto esto, el Canciller venezolano Marcos Falcón Briceño denunció ante la Organización de las Naciones Unidas la nulidad de lo sentenciado por el Tribunal, demanda que fue admitida y llevó a las partes a sentarse nuevamente a negociar bajo un nuevo procedimiento, que tuvo lugar en Ginebra en el año 1966.

De tal negociación se produjo el Acuerdo de Ginebra, firmado el 17 de febrero de ese mismo año. Tal acuerdo tuvo como resultado que ambas, Inglaterra y Guyana Británica, reconocieran la reclamación de Venezuela sobre los territorios ocupados. Además, las partes acordaron resolver el conflicto bajo la figura del buen oficiante.

En 1970, sin haber logrado ninguna solución, Inglaterra y Venezuela firman en Trinidad y Tobago el Protocolo de Puerto España, con el cual acuerdan suspender las negociaciones por doce años.

Pasados los doce años, las negociaciones no se reanudaron por negativa del gobierno británico, quedando aún vigente el Acuerdo de Ginebra, sin mayores avances.

Para el año de 1999 y sin tener algún resultado dentro del conflicto, Guyana decide actuar otorgando tres concesiones de manera unilateral dentro de la zona de reclamación para su beneficio comercial y político, incumpliendo con el acuerdo que dicta que: “ningún acto o actividad que se lleve a cabo mientras se halle en vigencia este Acuerdo, constituirá fundamento para hacer valer, apoyar o negar una reclamación de soberanía nacional en los Territorios de Venezuela o de la Guyana Británica”.

Este hecho reavivó la disputa y generó un revuelo diplomático, Venezuela y Guyana decidieron resolver el conflicto usando nuevamente los mecanismos de buenos oficios de la Organización de Naciones Unidas y, aunque disminuyó la tensión, no se lograron acuerdos.

Desde el año 2004, con el gobierno del presidente Hugo Chávez, la relación entre ambas naciones comenzó a flexibilizarse, impulsada por los intereses políticos de ideologización que perseguía el gobierno venezolano.

Se permitió incluso el inicio de operaciones de infraestructura y desarrollo por parte del gobierno guyanés sobre el territorio que reclama Venezuela.

El conflicto se agudizó en el año 2011, cuando Guyana ocupó parte del mar territorial que corresponde a Venezuela para fines de explotación petrolera, sin previo aviso a la cancillería venezolana.

Esto, sumado a la enfermedad y posterior muerte del primer mandatario venezolano hacia finales de 2012 y la consolidación de la crisis en el país, dio paso a la ofensiva guyanesa, no solo porque el gobierno del ahora presidente Nicolás Maduro tenía prioridades que estaban por encima del conflicto con Guyana, sino porque la grave crisis económica, social, política y humanitaria en la que se estaba hundiendo Venezuela desviaba la atención del gobierno.

La respuesta del gobierno venezolano ha sido aferrarse al Acuerdo de Ginebra y reclamar vagamente y por los medios equivocados su resistencia ante lo que Guyana exige.

En enero de 2018, el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, António Guterres, refirió el caso a la Corte de La Haya.

Venezuela manifestó su rechazo ante tal procedimiento, siendo la voluntad de los Estados la única fuente de jurisdicción de los tribunales internaciones. No hay jurisdicción sin voluntad.

El entonces canciller guyanés, Carl Greenidge, manifestó que la Corte Internacional de Justicia resolvería el problema legal y confirmaría la validez del Laudo Arbitral de 1899 firmado por Venezuela y el Reino Unido, además, calificó de absurdo el reclamo venezolano.

Guyana aspira el retiro de Venezuela dentro del territorio, y actúa a favor de la Corte Internacional de Justicia como una autoridad judicial capaz de imponer sus decisiones a los Estados, considerando esta como legítima e imparcial.

En abril de 2023, La Corte Internacional de Justicia rechazó la objeción preliminar planteada por la República Bolivariana de Venezuela con el voto de 14 jueces contra uno, con lo que ahora el tribunal puede proceder a las audiencias sobre el fondo de esta disputa.

En síntesis, se establece que Guyana actúa en contra del Acuerdo de Ginebra porque el mismo representa una vía más lenta para la resolución del conflicto, optando en su lugar por otros mecanismos más veloces y mejor ajustados a sus intereses nacionales.

Venezuela, de momento, se aferra a Ginebra como única esperanza para no perder el territorio que legítimamente le corresponde.

Además, a pesar de estar atravesando una Emergencia Humanitaria Compleja, el gobierno venezolano ha amenazado a Guyana con que, de no detener sus avances sobre el Esequibo, aplicarán “las medidas necesarias”.

Todo parece apuntar a que el conflicto venezolano-guyanés no se solucionará hasta que alguna de las partes decida atacar primero.

En definitiva, aunque la guerra parezca una realidad lejana, solo propia del oriente europeo o el golfo pérsico, hay en estos momentos una pregunta latente en Caracas y en Georgetown: ¿habrá, a pesar de la inexperiencia militar guyanesa y la Emergencia Humanitaria venezolana, una guerra entre ambas naciones? Esperemos que no.  

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