Terapias de conversión

Terapias de conversión: práctica de tortura para la comunidad LGBTI+

María Alejandra Silva/Caleidoscopio Humano

(30-03-2022) El pasado 7 de diciembre el Senado de Canadá aprobó una ley para prohibir las “terapias de conversión” que permitirá aplicar las sanciones y hasta una pena de 5 años en contra de quienes se lucren y promuevan estos «servicios o tratamientos» para la población LGBTI+.

Según cifras publicadas en junio de 2021 del Centro de Investigación Comunitaria con sede en Vancouver, el 21 % de la población encuestada aseguró haber sido objeto de esfuerzos para cambiar su orientación sexual, identidad de género o expresión de género. El 10 % afirmó haber sido víctima de estas «terapias», lo que significa cerca de 50 mil canadienses. 

Desde 2012, la Organización Panamericana de la Salud advierte que carecen de justificación médica y que representan una grave amenaza para la salud y el bienestar de las personas afectadas. Mientras que el Experto independiente de las Naciones Unidas sobre orientación sexual e identidad de género, Víctor Madrigal-Borloz, realizó un llamamiento a los Estados con miras a “colaborar para instaurar la prohibición mundial de las terapias de conversión”.

Agregando que estas prácticas son “inherentemente discriminatorias, crueles, inhumanas y degradantes y que, según el grado de dolor físico o mental infligido a la víctima, pueden equivaler a formas de tortura”.

¿Qué son las terapias de conversión?

Son prácticas que intentan modificar la orientación sexual, la identidad o la expresión de género de personas homosexuales, bisexuales, pansexuales, trans o de género no binario. Su popularidad se ha extendido en los últimos años en grupos conservadores y religiosos, especialmente en Estados Unidos.

Madrigal-Borloz señaló los abusos físicos, psicológicos y sexuales, así como la electrocución, la medicación forzada, el aislamiento, el confinamiento, las injurias y la humillación como ejemplos de métodos aplicados para tratar de obtener la conversión durante estas «terapias».

Un método utilizado de manera recurrente es la aversión, en la cual se somete a la persona a una sensación negativa, dolorosa o angustiante mientras se le expone a un estímulo vinculado a su orientación sexual.

Las intervenciones también se basan en enfoques farmacológicos, tales como la medicación o los tratamientos de hormonas o esteroides. El experto presentó ejemplos ante la Organización de Naciones Unidas (ONU) en los que, a menudo, los individuos que fracasan de manera inevitable en la “conversión” de su orientación sexual son presionados para que se sometan a cirugía de afirmación de género, debido a la creencia de que esta puede neutralizar su orientación.

Terapias de conversión en Venezuela

El 11 de marzo el alcalde de El Tigre en el estado Anzoátegui, Ernesto Paraqueima, oficializó un documento que prohíbe las terapias de conversión en la localidad oriental.

«Se prohíbe el uso y práctica de métodos de torturas como se sugiere en la presentación de terapias de conversión. Aquí está firmado el decreto por primera vez en Venezuela», anunció Paraqueima en un video divulgado por la organización Género Conciencia.   

Por otra parte, la organización Venezuela Igualitaria elaboró un monitoreo en el que denunció dos casos de personas que fueron víctimas de terapias de conversión desde el año 2012. La organización no descartó que ocurrieran muchas más. 

En ese mismo año, la organización para la defensa de los derechos de la comunidad LGBTI+ Reflejos de Venezuela, denunció que la iglesia cristiana evangélica «Las buenas nuevas», en el estado Lara, ofrecía terapias de reconversión sexual.

“Una ley, que daría reconocimiento a las uniones homosexuales llamándolas “asociaciones de convivencia”, de ser aprobada por la Asamblea Nacional traería graves consecuencias”, es el resumen de un tríptico homofóbico que llegó a manos de la organización.

Añadiendo que folletos de este tipo eran entregados por esta iglesia conocida por realizar “curas” – charlas y terapias– contra la homosexualidad, utilizando los derechos de la familia y del matrimonio como excusa para llevar a cabo prácticas ilegales y que atentan contra los derechos humanos de las personas no heterosexuales.

“Por qué la orientación sexual no es un derecho humano” titulaba el tríptico, que enumera las consecuencias de legalizar las uniones entre personas del mismo sexo.

El Observatorio Venezolano de los Derechos Humanos de las Mujeres también aseguró que existen psicólogos que de forma inescrupulosa también ofrecen terapias de reconversión, que atentan contra los derechos sexuales y reproductivos de las personas.

Actualmente, los niños y jóvenes son especialmente vulnerables a estos métodos, y la ONU advierte que la exposición temprana a estas intervenciones se asocia a sentimientos de ansiedad, depresión, desórdenes de estrés postraumático, ideas suicidas e intentos de suicidio.

En 2016, la Asociación Mundial de Psiquiatría llegó a la conclusión de que “no existen pruebas científicas sólidas de que se pueda cambiar la orientación sexual innata”. En 2020, el Grupo de Expertos Forenses Independientes declaró que la oferta de “terapias de conversión” es una modalidad de timo, publicidad engañosa y fraude.

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