Sueldos

Pagar para trabajar: la difícil tarea de educar en Venezuela

El Día del Maestro en Venezuela es una fecha de gran importancia. Se conmemora, desde 1932, para reconocer la labor docente; sin embargo, en los últimos años, el único reconocimiento que los educadores demandan es un salario justo y el respeto a sus beneficios contractuales

Caleidoscopio Humano

(15-01-2025) Sobrevivir con sueldos que no alcanzan para cubrir, ni siquiera, la canasta básica alimentaria es el día a día de los docentes venezolanos. El gremio encargado de la formación académica de niños, niñas y adolescentes se encuentra en la absoluta pobreza. 

Así lo consideran diferentes sindicalistas que, en los últimos años, han emprendido una lucha para exigirle al Estado venezolano sueldos dignos y respeto a sus beneficios contractuales. 

Esto no solo ha mermado la calidad de vida de los docentes venezolanos, sino que también ha llevado a la deserción de los profesionales para buscar, dentro o fuera de nuestras fronteras, mejores oportunidades laborales. 

De acuerdo con la Federación Venezolana de Maestros (FVM), cerca del 74 % del personal docente estuvo ausente durante el cierre del año escolar anterior. Esto se debió principalmente a la migración y al abandono de la profesión.

Los docentes prefieren trabajar como mototaxistas, taxistas, reposteros, panaderos o vendedores; pues, aunque no ejercen su profesión, pueden asegurar un ingreso que les permite, por lo menos, comprar sus alimentos. 

Luis Guillermo Padrón, presidente del Sindicato Venezolano de Maestros del estado Carabobo, en entrevista con Radio Fe y Alegría, aseguró que la calidad de vida de los maestros venezolanos está «en franco deterioro debido a los bajos salarios que perciben». 

Esta afirmación coincide con lo expresado por Carmen Teresa Márquez, presidenta de la Federación Venezolana de Maestros, quien calificó la situación de los docentes como una «crisis salarial», agregando que «los docentes venezolanos enfrentan una realidad insostenible por la incapacidad de adquirir la canasta básica alimentaria, llevándolos a abandonar sus hogares en busca de mejores oportunidades económicas en otros países o dejar de lado la carrera docente para incursionar en oficios que le proporcionan mejores ingresos». 

Además, de acuerdo con Márquez, entre el 54 % y el 75 % de los centros educativos tienen fallas de infraestructura que deben ser reparadas para que, tanto docentes como estudiantes y demás personal, puedan tener condiciones dignas de trabajo y estudio. 

A esto se suma que el Programa de Alimentación Escolar (PAE) no cubre la demanda alimenticia ni de estudiantes ni del personal que labora en las instituciones venezolanas. 

La educación venezolana está en estado crítico.

«Pago por ser docente»

Andreina* es docente de una escuela pública del estado Mérida; para evitar algún tipo de acción en su contra, pidió que su verdadero nombre fuese resguardado. Tiene compañeros docentes a los que les han congelado el sueldo por exigir sus derechos laborales. 

Ella debe trasladarse desde su residencia hasta la escuela todos los días. Debe contar con al menos 60 bolívares ($1.11 a la tasa BCV del 14 de enero) para pagar el pasaje. Esto representa casi la mitad de un sueldo mínimo en Venezuela.

Al mes, Andreina debe disponer de cerca de 1200 bolívares ($22.27) solo para trasladarse a su lugar de trabajo. Un monto bastante alto, si se toma en consideración que el salario promedio de un docente en Venezuela es de 798 bolívares, un equivalente a 14,81 dólares mensuales. 

A esto se suma un bono de alimentación de 40 dólares y el llamado bono de guerra económica, que es de 90 dólares anclados a la tasa del Banco Central de Venezuela.

Con esto, el sueldo de docentes como Andreina difícilmente llega a 145 dólares americanos, que contrasta con el valor, por ejemplo, de la canasta básica alimentaria, que en diciembre de 2024 se ubicó en 535,23 dólares, según datos del Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM).

«Yo, prácticamente, estoy pagando para ir a trabajar en la escuela. Es un sueldo que no alcanza para cubrir mis necesidades ni las de mi familia. Tengo más de 15 años como docente y, aunque hemos pasado por situaciones salariales complejas, nunca había atravesado un momento tan difícil, desalentador y complejo como el que vivimos en los últimos años. A veces termino por preguntarme si haré más quedándome en mi casa, pero me da un dolor dejar a mis alumnos desasistidos», afirmó la docente que destaca que, en los pocos ratos libres que tiene, procura hacer otras actividades que le garanticen un ingreso adicional. 

«Es complicado buscar otro trabajo porque cuando eres docente, la dedicación es exclusiva. No termina cuando suena el timbre. En casa debemos corregir evaluaciones o trabajos, debemos preparar otras clases e, incluso, aclarar dudas de los alumnos o los representantes en horas no laborales».

Aunque claramente manifiesta su inconformidad con la situación actual de los docentes, Andreina prefiere resguardarse y evitar salir a la calle. Su temor no solo es por las represalias que representa, en este momento, salir a protestar, también porque su familia depende casi de manera exclusiva de sus ingresos.

Quedarse ella sin trabajo o, peor aún, ser víctima de una detención arbitraria, como le ha ocurrido a sindicalistas, periodistas y defensores de derechos humanos, no solo la condenaría a ella, también a su familia. 

De enero a noviembre de 2024, el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS) documentó 1030 manifestaciones vinculadas a los derechos laborales. La mayoría de ellas encabezadas por el gremio docente, quienes exigen al gobierno venezolano que cumpla sus obligaciones salariales y que, además, aumente las remuneraciones que perciben por su labor de enseñar. 

La crisis educativa venezolana, profundizada por los bajos salarios y la migración, llevó a que el Ministerio de Educación llamara a los docentes jubilados a las aulas de clases; pues, de acuerdo con un estudio presentado por la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), el país requiere más de 256 mil docentes para cubrir el déficit existente.

En la misma UCAB, durante 2023, se graduaron solo 40 nuevos docentes, apenas el 1 % del total nacional que se estimó para ese año en 4000 nuevos educadores. A ese paso, de acuerdo con Carlos Calatrava, director de la Escuela de Educación de la UCAB, Venezuela tardaría 60 años en cubrir las vacantes existentes.

Hoy, Día del Maestro, no solo acompañemos a los educadores en su conmemoración, también en su lucha por condiciones dignas que lleven a garantizar el derecho universal a la educación, al trabajo y a mejores oportunidades. 

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