Monoparentales

No pagar pensión alimenticia vulnera derechos de niños, niñas y adolescentes (I)

Por Adriana Teixeira

(03-09-2023) Culturalmente, estamos familiarizados con expresiones como “tú puedes sola, no serás la primera, ni la última”, “No necesitas un hombre para sacar adelante a tus hijos”, “No le pidas nada, tú puedes sola, déjaselo a Dios”, todas estas afirmaciones están asociadas a las familias monoparentales, es decir, sin presencia de alguno de los miembros de la pareja, especialmente la figura paterna.

De acuerdo con el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), las familias monoparentales representan el 40% de los hogares en LATAM y el Caribe, para el 2015, en Venezuela existían 3,2 millones de mujeres ejerciendo la maternidad en solitario, la cifra no sorprende, basta con mirar a nuestro alrededor, estamos rodeados por familias, cuya cabeza de hogar es una mujer criando a sus hijos sin el acompañamiento de una figura paterna.

Patriarcado define el núcleo familiar 

¿Por qué la ruptura de una relación de pareja, dentro de la cual se concibieron hijos, es equivalente al abandono, por parte del padre, en la mayoría de los casos? La respuesta es: patriarcado. 

El patriarcado es responsable de la naturalización de las desigualdades entre los géneros, desigualdades que se observan en la distribución de las tareas domésticas y de cuidado que, se perpetúa, irónicamente, debido a que las madres transmiten este orden patriarcal en la crianza de los hijos. 

Que las mujeres, las oprimidas dentro de este sistema, reproduzcan el orden patriarcal a través de la crianza, explica por qué este, a pesar de las muchas conquistas en materia de derechos, sigue siendo el que rige la interacción en las relaciones de género.

No necesitas a un hombre para criar a tus hijos

Esta peligrosa afirmación es casi una filosofía de vida muy arraigada, por cierto, en nuestra sociedad, principalmente, entre mujeres, cuya “intención” es alentar a la mujer que debe criar a sus hijos sin el respaldo, ni económico, ni moral del papá y se vende como empoderamiento femenino. Nada más lejos de la verdad, pues esta expresión y práctica, es patriarcado del más puro y duro, pues le resta responsabilidad al padre (hombre), y suma mayor carga de responsabilidad sobre la madre (mujer), es decir, aquí se evidencia cómo se naturaliza la distribución desigual de las tareas, en la que el hombre se ve favorecido y la mujer es un elemento activo en la perpetuación de ese modelo, a pesar de que la oprime y limita.

Por fortuna, algunas sociedades y sus Estados, van despertando y entendiendo que en el afán de disfrazar de dignidad esa postura de no exigir nada a aquellos hombres que no hacen un ejercicio responsable de la paternidad, solo consiguen perjudicar a los niños, niñas y adolescentes concebidos dentro de esas uniones que resultaron en ruptura.

Seguid el ejemplo que México dio

En abril de este año, el Congreso Federal de México aprobó una ley que se popularizó en los medios y redes sociales como “Ley Sabina”. Sabina es el nombre de la hija de Diana Luz Vásquez, uno de los 30 millones de mujeres que crían sin el respaldo económico de sus ex parejas en México y que decidió no continuar “dejándole eso a Dios” e impulsó la promulgación de esta Ley que es responsable de la creación del primer “Registro Nacional de Obligaciones Alimentarias”. Este registro implica que “en una sola base de datos se concentre la información de deudores y acreedores quienes han rehusado responsabilizarse de sus obligaciones alimentarias hacia sus hijos e hijas”, explica Erika Flores, del Diario La Silla Rota, es decir, papás que se desentendieron de sus hijos e hijas y que dejaron a la madre toda la responsabilidad económica, palabras más, palabras menos.

¿En qué consiste este Registro Nacional de Obligaciones Alimentarias?

Este registro permite a las instituciones públicas y privadas, retener documentos o trámites emprendidos o solicitados por el deudor alimentario, entiéndase: pasaporte, licencia de conducir, créditos bancarios, contraer matrimonio y hasta la compra de muebles e inmuebles, todo esto con el fin de obtener la pensión alimentaria que es un derecho que los niños, niñas y adolescentes tienen.

Es inevitable leer esto sin preguntarse, ¿Venezuela pa’ cuándo?

Sin embargo, una vez que es trascendida la euforia de la sed de justicia, es posible comprender que esta ley sea coercitiva y está lejos de promover una paternidad responsable, no de manera consciente y voluntaria, honestamente es necesario reflexionar acerca del alcance pernicioso del patriarcado, el cual impide a algunos hombres garantizar los derechos económicos y sociales de sus hijos e hijas sin ser coaccionados con la retención de documentos.

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