
20 años después de escapar de la certeza de la muerte en cautiverio, la defensora de los derechos de las mujeres le da voz propia a su historia de violencia de género, en el libro Doble Crimen, Tortura, esclavitud sexual e impunidad, de la Editorial Dahbar. Las violaciones de sus derechos siguen impunes porque Estado venezolano se empeña en no reparar. “Es incansable la búsqueda de justicia para favorecer a las mujeres, niñas y adolescentes en Venezuela y el mundo”.
(29-11-2021) Linda Loaiza López Soto, con su nombre completo, ha vuelto a alzar la voz contra la impunidad que reina en la justicia venezolana ante violaciones de derechos humanos.
Lo hizo por 10 minutos ante la CIDH en la que expuso la violencia de género que sufrió por casi cuatro meses y la injusticia del sistema penal venezolano que la empujó a esa instancia, en Washington. “Me salvé de la muerte y es por eso que estoy aquí brindando mi testimonio”, dijo con los signos de lesiones y tortura aún ocasionadas en 2001 por Luis Carrera Almoina, hijo de un influyente escritor vinculado al poder.
Ahora, en 2021, lo hace a través del libro Doble Crimen: Tortura, esclavitud sexual e impunidad, de la Editorial Dahbar. Y narra desde sus propias vivencias y de la mano de la activista de derechos humanos Luisa Kislinger el largo infierno de la violencia física y psicológica, de la indiferencia de altos y medianos funcionarios, y también de la discriminación del Estado venezolano incapaz de prevenir y sancionar las violaciones a las que fue sometida esta mujer y su familia.
Un aporte al mundo
El caso de violencia de género de Linda Loaiza representa no solo el primero presentado ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos contra Venezuela, sino también la única sentencia condenatoria, hasta 2018, dictada contra el Estado por violar sus derechos al no ofrecerle protección judicial ni investigar debidamente su caso. Allí definió por primera vez la esclavitud sexual.
El 16 de noviembre pasado se cumplieron tres años de la ratificación de este fallo que el Estado venezolano sigue sin cumplir. Esto a pesar de que ha sido empleado en la CPI en denuncia de crímenes sexuales en Uganda y fue citado en 20 oportunidades en el caso de la periodista colombiana Jineth Bedoya Lima, en la Corte IDH que acaba de dictar condena por secuestro y violación de paramilitares.
Linda Loaiza ofreció a Crónica Uno un foro virtual en el cual participaron el periodista Juan Pablo Lares, responsable de la Editorial Dahbar, y el equipo del medio, integrado por Omarela Depablos, Ariadna García y Yohana Marra. Y reafirma: “El sistema de justicia ni previene, ni investiga ni sanciona los delitos que se cometen contra la mujer” En su historia aún falta más por escribir.
Linda Loaiza, a viva voz
¿Qué le impulsó a contar de viva voz su historia al país y al mundo?
—El impulso fue la impunidad, la necesidad de que estas historias queden. Era necesario con las mujeres víctimas y sobrevivientes de estos delitos. Y además por dignidad y valor como activista. Quise dejar esa memoria histórica reflejada desde mis vivencias, de toda esta lucha de búsqueda de justicia por las violaciones de derechos humanos en mi caso, por parte del Estado venezolano.
¿Qué ha significado contarla, para usted?
—Esta historia era una carga pendiente. Contarla fue la mejor decisión en la que, afortunadamente, conté con Luisa Kislinger para que la escribiera de una forma digna, respetuosa y así poder llevarla a estos espacios. Es muy cruel como para yo misma escribirla. Generalmente, las historias las cuentan periodistas, o un defensor y pareciera que las víctimas y sobrevivientes no se apoderan de su propia historia. Ya después de tantos años en la misma lucha, era necesario que no fuera escrita por otro, sino por mí desde mi experiencia, desde lo vivido.
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