Después de las elecciones del 28 de julio, millones de venezolanos experimentan episodios de miedo, ansiedad y desesperanza
Emmanuel Rivas/Caleidoscopio Humano
(10-10-2024) Hablar de salud mental en Venezuela ha dejado de ser un tabú. La mayoría de las personas saben de la importancia de llevar una buena salud mental; sin embargo, no existen políticas públicas que permitan un acceso oportuno y óptimo a estos servicios y tampoco tienen los medios económicos para buscar atención psicológica privada.
La ausencia o el alto costo de las consultas psicológicas en el país contrasta con las cifras de violencia autoinfligida.
De acuerdo con el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV), en 2023, al menos 2.358 personas se suicidaron; lo que representa 6 muertes diarias o una cada 4 horas. Un incremento del 6,5% con respecto al año 2022.
Aunque la cifra de 8,2 suicidios por cada 100.000 habitantes, destaca el OVV, «no es alarmante cuando se compara con la media mundial y los países con los mayores valores, sí preocupa por su tendencia al alza».
Mérida, como en los últimos años, fue la entidad que, durante 2023, registró la mayor tasa de suicidios (15,5 por cada 100.000 habitantes), casi el doble de la media nacional.
Estos datos dan cuenta de la importancia de incorporar políticas de atención que permitan hacer frente a un problema de salud pública que, en medio de la crisis económica, social y política, sigue ganando terreno.
¿Cómo está la salud mental de los venezolanos?
En julio pasado, la escuela de psicología de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) presentó los resultados de la encuesta PsicoData 2024. En dicha presentación, se definió a los venezolanos como «resilientes, pero altamente vulnerables».
De acuerdo con la PsicoData 2024, la mayoría de la población se considera optimista, pero cerca del 20 % sufre niveles moderados o altos de ansiedad y depresión, el 89 % desconfía del otro y un 37 % percibe miedo colectivo.
«El miedo difuso colectivo, la desesperanza y la desconfianza; el poco apoyo social percibido de instituciones públicas; la ansiedad y depresión; la poca asistencia al psicólogo o psiquiatra, además de estresores como la situación económica y de salud, se cuentan entre los factores que están impactando negativamente a los habitantes del país», destaca el informe presentado.
Agregando, además, que 9 de cada 10 venezolanos presenta algún grado de vulnerabilidad.
Para ese momento, el 75,7 % de la población percibía un ambiente esperanzador, aunque cerca del 54 % sentía miedo y/o ansiedad.
Es importante destacar que el informe de PsicoData fue presentado antes del proceso electoral del pasado 28 de julio; por lo cual, el nuevo escenario político pudo haber modificado la percepción de los venezolanos.
Tristeza y desánimo postelectoral
Después de los comicios presidenciales del 28 de julio, muchas personas experimentaron diversas emociones, entre ellas tristeza, desánimo y desesperanza.
Así lo comenta Alejandra*, una joven estudiante universitaria que tenía «todas las esperanzas de que en el país las cosas pudieran empezar a cambiar después de las elecciones».
«Estaba muy emocionada; invitaba a todo el mundo a votar, a participar y a apoyar -como pudieran- el día de las elecciones. La alegría y esperanza de la gente se les notaba en el rostro. Sin embargo, cuando el CNE da los resultados, contrarios a los que sabemos, esa esperanza se esfumó (…) ¿Qué vamos a hacer ahora? ¿Vale la pena seguir estudiando en Venezuela? ¿Vale la pena seguir luchando? Nuevamente quedamos como en un limbo, con una sensación de no saber qué hacer o cómo actuar», comenta.
«Es muy duro vivir con la ansiedad que te genera el día a día en Venezuela. El llegar a tu casa y que no haya electricidad o que tengas que estar al pendiente de la hora en que llega el agua o no saber si vas a encontrar efectivo para pagar el pasaje de poder ir a la universidad. Son cosas que te van afectando y, por supuesto, van disminuyendo tu salud mental», asegura la estudiante, agregando que los días posteriores a las elecciones sentía miedo de salir de su casa.
Como Alejandra, su entorno también se ha visto afectado por la situación actual del país.
«Lo he hablado en casa, en la universidad, en diferentes espacios donde participo, y la sensación es similar: miedo, ansiedad, desesperanza», finalizó.
¿Qué hacer frente a la crisis política venezolana para cuidar la salud mental?
El 30 de julio, la Sociedad Venezolana de Psiquiatría (SVP), publicó un comunicado en el que hacía una serie de recomendaciones para que los venezolanos pudiesen cuidar su salud mental tras la crisis postelectoral.
La SVP recomendó ser conscientes de las emociones y reacciones, a fin de gestionarlas de la mejor manera posible; además, de centrarse en aspectos positivos y pensar antes de actuar o tomar alguna decisión.
También invitan a la colectividad a aprender métodos de afrontamiento y de relajación como la respiración profunda, la meditación y el ejercicio y a buscar el «equilibrio saludable entre el trabajo y el juego; entre la actividad y el reposo y entre la información desmedida y el uso de dispositivos y redes sociales».
Proponen conectarse con otros. “Se necesitan conexiones positivas con personas sanas; deben reunirse para comer, unirse a un grupo, amigos y familiares», señala el comunicado difundido a través de la cuenta en X (Twitter) de Médicos Unidos por Venezuela.
Y el Estado, ¿Qué hace?
En agosto de 2023, se anunció que el Ministerio del Poder Popular para la Salud había iniciado la discusión del proyecto de Ley de Salud Mental en Venezuela, «con el objetivo de incluir esta condición como un área más en la atención de la salud»; sin embargo, no hay evidencia de que se haya dado continuidad a dicha discusión, y mucho menos de que la hayan aprobado en la Asamblea Nacional.
A esta ausencia de leyes, se suma que los hospitales públicos no cuentan con servicios óptimos ni con personal suficiente para ofrecer atención oportuna y de calidad, que una consulta privada está por sobre los $ 50 y que muchas personas, en medio de la Emergencia Humanitaria Compleja, deban priorizar entre asistir a atención psicológica o alimentarse.
En definitiva, no hay duda de que la salud mental en Venezuela, antes y después de las elecciones, sigue estando a la deriva.