(10-07-2024) Ramón acaba de darle bomba a la poceta. Desde el frente de su casa, puede ver como sale de la cloaca las aguas entre grises y marrones que se descargan en la cañada Zapara de la capital zuliana. Ahí se mezclan con el resto del agua y poco después terminan en el Lago de Maracaibo, el mayor de Sudamérica, y uno de los más grandes del mundo con comunicación al mar a través del golfo de Venezuela.
En la Cuenca del Lago drenan total o parcialmente los líquidos residuales generados por los habitantes de Zulia, Táchira, Mérida, Trujillo, Falcón, Lara y el Norte de Santander en Colombia.
Las aguas residuales -que pueden ser domésticas, industriales o agrarias-, son aquellas cuya calidad está afectada negativamente por las actividades humanas.
Cuando no son tratadas adecuadamente antes de ser descargadas en la naturaleza o, idealmente reutilizadas, su carga contaminante (heces, metales pesados, disolventes, aceites, grasas, detergentes, ácidos, fertilizantes, pesticidas, entre otros), afecta la flora y la fauna; genera malos olores; enfermedades por la presencia de virus y bacterias; modifica la apariencia física de las aguas, y puede alterar su temperatura (polución térmica).
La ONG Transparencia Venezuela ha denunciado que en al menos nueve estados de Venezuela fallan las plantas de tratamiento de aguas residuales y “la falta de políticas públicas e información sobre el manejo de estas aguas en todo el país oculta un daño ambiental severo que puede explotar en cualquier momento”. El agua limpia y saneamiento es un derecho humano negado en el país, alerta la organización.
Un supercontaminante
Detrás de la contaminación visible ocurre otro proceso: se emite metano, y otros gases de efecto invernadero (GEI), durante el manejo y tratamiento de las aguas residuales a través de la descomposición anaeróbica (sin oxígeno) de la materia orgánica. En ese proceso, parte de la materia orgánica de los residuos se transforma mediante la acción de los microorganismos en una mezcla de gases.
Gustavo Morillo, doctor en ingeniería ambiental con experiencia en tratamiento de aguas, explica que las aguas residuales domiciliarias están compuestas principalmente de materia orgánica proveniente de nuestros desechos humanos, entre los que hay mucha concentración de fósforo y nitrógeno que en condiciones de falta de oxígeno en una tubería se descomponen y generan principalmente amonio, amoníaco y metano, que es el que da ese olor característico de las aguas residuales.
El metano (CH4) es un gas de efecto invernadero que, además de agravar la crisis climática, deteriora la calidad del aire y con ello la salud humana. Aunque permanece menos tiempo en la atmósfera que el Dióxido de Carbono (CO₂), en una escala de tiempo de 20 años es 86 veces más potente que el CO 2 como gas de efecto invernadero, según el Global Methane Hub.
En los países en desarrollo, como Venezuela, donde la recogida y tratamiento de aguas residuales es poca o inexistente, los sistemas tienden a ser anaeróbicos y provocan mayores emisiones de metano, detalla la asociación Global Methane Initiative.
El metano también es precursor de otros contaminantes atmosféricos. Al interactuar con la luz solar, favorece la formación del ozono a nivel del suelo (O3). El ozono que se encuentra en las capas más bajas de la atmósfera puede ocasionar graves impactos a la salud como irritación de las vías respiratorias, complicaciones de cuadros de asma, sensación de ardor y falta de aire, disfunciones pulmonares y alteración de la respuesta del sistema inmunológico, mermando su capacidad para responder a enfermedades que afectan principalmente las vías respiratorias, explica la Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente (AIDA).
Las aguas residuales también pueden generar en menor proporción sulfuro de hidrógeno (gas incoloro con fuerte olor a huevos podridos) que en condiciones particulares puede ser muy nocivo para la salud.
El caso zuliano
En agosto de 2023 el ministro para Atención de las Aguas, Rodolfo Marco Torres, anunció que se implementaría un “plan de recuperación integral de 27 plantas de tratamiento de aguas servidas en el estado Zulia”. Casi en simultáneo, investigadores universitarios denunciaron que 10 mil litros por segundo de aguas servidas sin ningún tipo de tratamiento específico entran al Lago de Maracaibo.
Pese a las promesas gubernamentales y a las denuncias de la ciudadanía, expertos y organizaciones de la sociedad civil, casi un año después no hay información pública oficial detallada y actualizada sobre los trabajos en este sector.
Morillo señala que existe una variabilidad en la composición y concentración de aguas residuales en Zulia las cuales desconocemos con certeza debido a la opacidad y la ausencia de datos rigurosos. “Por ejemplo, no tenemos una cuantificación real del sector agrícola que aporta grandes cantidades de aguas residuales y que es tan diverso alrededor de la cuenca”.
Fernando Morales, especialista en calidad del agua y evaluación y remediación de sitios contaminados, lamenta que no hay información oficial prácticamente sobre nada y no sabemos exactamente lo que está sucediendo actualmente. “En Zulia el principal generador de los llamados supercontaminantes es Pdvsa. Si bien es cierto que existen otros problemas más urgentes que atender y fuentes de emisiones mucho más grandes que las aguas residuales, como el sector petrolero y gasífero, todo lo que afecta al ambiente debe ser prioritario para el Estado”, recalca.
Hiede en Zulia
En Climate Trace, una herramienta de monitoreo de emisiones de gases de efecto invernadero, se aprecia que en el tratamiento y vertido de aguas residuales en Venezuela se generaron más de 200 mil toneladas de metano en 2022, de las cuales 250 toneladas correspondieron a Zulia.
Según la Segunda Comunicación Nacional ante la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, presentada por el Gobierno venezolano, 27% de las emisiones de gases de efecto invernadero (la mayoría constituidos por el metano) del sector desechos correspondieron al tratamiento y descarga de aguas residuales.
El documento oficial detalla que las emisiones provenientes de las aguas residuales aumentaron del 2 % de las emisiones que aportaron en el inventario de 1999 al 27 % en el inventario del 2017 (último que se ha hecho). Las explicaciones gubernamentales resaltan, entre otras, el “consumo de proteína por habitante por día”, pero omiten las fallas, desmantelamiento e inoperatividad de las plantas de tratamiento.
Letra muerta
Especialistas consultados para este reportaje coinciden que el aparato normativo y legal que tiene venezuela vinculado al ambiente es diverso, específico y está muy bien hecho, el problema es que no se cumple.
Morales es uno de los que insiste en que “el Estado venezolano está en la obligación de hacer las estimaciones de emisiones de gases de efecto invernadero y deben cumplir los convenios, tratados y protocolos internacionales vinculantes que firmó”.
Mientras se siguen descargando miles de litros de aguas residuales por segundo sin control y se emite metano, en Zulia se fuga la posibilidad de aplicar el reciclaje, reducción y reutilización al tratamiento de las aguas servidas y al saneamiento in situ, en los que el gas metano y los lodos fecales derivados del tratamiento pueden aprovecharse para generación de energía o como mejoradores de suelos para uso agrícola, y las propias aguas residuales para la generación de electricidad, como sugiere el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF).