@gabybuada / Caleidoscopio Humano.- Para nadie es un secreto que la era digital ha transformado profundamente muchos aspectos de la vida moderna, incluida la manera en que se llevan a cabo delitos graves como la explotación sexual, la trata de personas y la violencia basada en género. Son múltiples los casos que quedan en silencio, tal vez por la normalización y el desconocimiento, pero sin duda se conocen situaciones que invaden las causas de las vulneraciones de los derechos de las mujeres en el mundo y que hoy pareciera estar normalizada.
Las tecnologías también plantean nuevas dificultades y es que tampoco todos los países tienen enfoque específico y una legislación completa y real para prevenir delitos graves en contra de las mujeres, niñas y adolescentes. Justo esta semana vimos otro video sexual en todas las redes de una influencer venezolana y un cantante colombiano. Es decir, se hizo viral, sin entender cuáles serán las consecuencias de esa investigación, qué ocurrió de verdad para que se filtrara ese video y las opiniones que en su mayoría se hacen de la sexualización de la mujer involucrada.
Organismos internacionales y organizaciones locales que trabajan temas de género han advertido, (sobre todo después de la llegada del Covid19) que las plataformas en línea, redes sociales y aplicaciones de mensajería se han convertido en herramientas utilizadas por los tratantes para expandirse y así engañar, captar y explotar a sus víctimas. Este fenómeno plantea nuevos desafíos para la legislación, la protección de las víctimas y labor de las autoridades para proteger a quienes son más vulnerables.
Infuencers, youtubers y otras figuras en redes sociales puede ser un factor que, en ciertos casos, facilite o contribuya a la trata y explotación sexual, aunque no son la causa principal. También se convierten en víctimas de la propia exposición mediática que tienen y que hace sean foco de la filtración de su intimidad.
Algunas redes sociales pueden ser utilizadas por traficantes para buscar, contactar y coordinar con posibles víctimas, publicando contenido que atrae a ciertos perfiles o usando perfiles falsos.
La exhibición de estilos de vida glamorosos, posesiones o simplemente exponer la vida personal puede influir en los jóvenes, generando expectativas o deseos que pueden ser explotados por quienes buscan aprovecharse de ellos.
Algunos influencers o creadores de contenido pueden compartir material que, sin intención, promueve conductas peligrosas o vulnera la dignidad de las personas, contribuyendo a una cultura que normaliza o minimiza la explotación. También se convierten en víctimas de la sexualización y de la exposición mediática de su vida privada.
Es fundamental que las plataformas y los creadores de contenido adopten medidas para prevenir la explotación, como promover la educación digital, mantener controles adecuados, denunciar actividades sospechosas y promover mensajes de respeto y protección de los derechos humanos.
Además, la sociedad en general debe estar alerta y promover la protección de mujeres, menores de edad y población vulnerable como son las personas que viven en profundas crisis económicas y sociales, fortalecer las leyes contra la trata y la explotación sexual, y fomentar un uso responsable y ético de las redes sociales.
Sin duda, con este tema, resulta necesario velar e impulsar por una colaboración internacional, mayor información por parte de comunicadores y plataformas informativas y la no normalización del delito de la trata y explotación sexual. También de la exposición mediática de la intimidad.