Jóvenes

Juventud en crisis: El peso económico de la educación en Venezuela

Generar un patrimonio propio, producto del empleo formal, suena como una utopía en un país que atraviesa una emergencia Humanitaria Compleja

Yennifer Calvo Bello

(23-02-2024) ¿Qué oportunidades de crecimiento personal y profesional hay en Venezuela? Es una pregunta que resuena constantemente en la cabeza de los jóvenes, mientras luchan a diario por “reinventarse” para sobrevivir. 

Y es que ser joven en un país como Venezuela, donde la Emergencia Humanitaria Compleja persiste, supone más retos y desafíos de lo normal. 

En un contexto de crisis económica, educativa, de servicios y de derechos básicos y fundamentales; las actividades simples como estudiar para procurarse un futuro mejor, desarrollarse en su ámbito profesional, independizarse de sus padres o adquirir un vehículo o algún otro bien, se hacen cuesta arriba. 

Generar un patrimonio propio, producto del empleo formal, suena como una utopía en un país en el que parece que las oportunidades de tener ingresos medianamente “buenos” —con respecto al salario promedio en el país— están en los “emprendimientos”, muchos, un simple eufemismo de comercio informal.

¿Dónde quedan los maestros, profesores, bomberos, médicos, periodistas, entre otros profesionales? ¿Tener un segundo trabajo, sacrificando el tiempo de familia y ocio, o un emprendimiento distinto a la profesión para la que se formaron es la nueva normalidad?

De acuerdo con un estudio del Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF), para diciembre de 2023, la remuneración promedio de un trabajador del Área Metropolitana de Caracas en el sector comercio y servicios se ubicó en 213,6 dólares mensuales. Al separar por cargos, los salarios promedio se ubicaron en $458,2 para gerentes, en $309,1 para profesionales y $195,1 para obreros y operadores. 

Mientras que, el último aumento salarial —sin bonificaciones— decretado por el gobierno de Nicolás Maduro fue en marzo de 2022. En ese entonces, el sueldo mínimo se fijó en 130 bolívares, el equivalente a unos 30 dólares mensuales a tasa oficial. Hoy, tras la devaluación acelerada del bolívar, escasamente equivale a 3,50 dólares.

Además, es importante destacar que existe en el país una especie de “bonificación del salario”, debido a que muchos trabajadores devengan el salario mínimo establecido por Ley y reciben el excedente, ofrecido por la empresa contratante, bajo la figura de bonificaciones que nada aportan a prestaciones sociales u otros beneficios. 

Alquileres sobrepasan el salario 

Con estos ingresos y considerando los costos de alquileres de viviendas, canasta básica de alimentación, servicios y otros gastos; algo tan normal como “abandonar el nido” resulta todo un desafío. 

De acuerdo con un trabajo de investigación publicado en El Diario, los precios de los alquileres en Caracas, varían de entre los 100 y 600 dólares, dependiendo de la zona y el tamaño del inmueble, sin incluir los gastos de depósito y trámites administrativos. Por lo general piden seis meses de contrato por adelantado, más depósito y costos por redacción del documento. 

Es decir, que en enero de 2024 un empleado de la administración pública requería de, al menos, 28.5 salarios mínimos para cubrir la mensualidad del arriendo, de acuerdo con el trabajo citado. 

Para algunos, estudiar no es una opción 

“Realmente yo no veo mucho futuro en Venezuela… Vivo con mis padres y aunque he pensado en independizarme, no he podido. Siento que es muy difícil ser independiente acá, ya que los alquileres van más arriba de los sueldos”, reveló a Caleidoscopio Humano, una joven de 20 años, cuya identidad pidió mantener en el anonimato. 

La joven, trabajadora de una firma contable, explicó que después de culminar el bachillerato no pudo continuar con estudios universitarios, ya que no cuenta con los recursos para ello. 

“En una universidad pública es muy complicado estudiar, graduarse y tener todos los profesores completos”, señaló. 

La joven, actualmente, trabaja de 7:30 am a 4:30 pm por “oficialmente” el salario mínimo más una bonificación en divisas de $210 mensual, sin ningún otro beneficio. Esta “bonificación” —aunque está por encima del promedio de maestros, profesores universitarios, empleados públicos, entre otros— no le alcanza ni para pagar una universidad privada, ni para arrendar una habitación o una vivienda y sostener los demás gastos. 

“Siento que los jóvenes están siendo explotados, ya que la mayoría de las empresas o negocios buscan ‘mano de obra’ barata, para solo explotarlos y no pagarles bien. No buscan el bienestar del empleado, sino de la empresa, dejándolo sin oportunidad de estudiar o crecer (…) Siento que en Venezuela hay que cambiar muchas cosas, como también el pensamiento de muchos Venezolanos para poder crecer como país”, reflexionó. 

Al respecto, es importante recordar que Luis Crespo, economista y vicepresidente de la Asociación de Profesores de la Universidad Central de Venezuela (APUCV), señaló a Caleidoscopio Humano que solo en la UCV, la deserción estudiantil alcanza el 54.2 %, pasando de 44.735 estudiantes en el año 2016 a 20.476 en 2023.

Además, resaltó que a esto se suma que ahora hay más docentes jubilados que activos y lo que solían llamar ‘el tigre’ ya no es un trabajo externo, ‘el tigre’ es ahora la universidad, debido a la pulverización del salario y eso impacta en la calidad educativa. 

Por su parte, Carlos Calatrava, director de la Escuela de Educación de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), estima que más de 93.000 maestros han emigrado.

Para los estudiantes resulta desalentador ver que, a pesar de tener buenas calificaciones, el tiempo para graduarse luce cada vez más lejano debido a problemáticas totalmente ajenas a ellos.

La duda constante: ¿Emigrar o quedarse?

Gregori García, joven caraqueño de 22 años, sí tiene la oportunidad de estudiar y dedicar todo su tiempo a su carrera: contaduría pública. Según comenta, aún ve futuro profesional en Venezuela; sin embargo, considera que hoy en día las oportunidades de crecimiento profesional y buenas remuneraciones son escasas en el país. 

Gregori, como muchos, ha pensado en emigrar en la búsqueda de un futuro mejor. Al ser consultado sobre qué le gustaría que cambie en el país, respondió: “Me gustaría que existan más oportunidades de crecimiento para los jóvenes, tanto para acceder al conocimiento, como laborales”.  

El sociólogo e investigador Luis Pedro España, explicó a EFE que Venezuela, ha vivido un «proceso de crisis económica importante», tiene un «sistema educativo y una estructura social que no brinda posibilidades de capitalización» para los jóvenes.

«Si tienen problemas para insertarse y satisfacer sus necesidades más básicas, ni soñar en el patrimonio», dice el experto.

Además, «es un país muy restringido» en cuanto a las oportunidades laborales, lo que explica que para «cualquier joven que tenga aspiraciones (…) y capacidades su horizonte de futuro sea la migración».

Esta ausencia de oportunidades, sumada a la precarización de los salarios, la crisis de servicios públicos y la sistemática vulneración de los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales (DESCA) a la que están sometidos los venezolanos, ha llevado a que cerca de ocho millones de personas emigraran del país, de acuerdo con la plataforma R4V en su última actualización en noviembre de 2023. 

Hoy en día, las familias venezolanas se dividen en la búsqueda de mejores oportunidades y la calidad de vida que no encuentran en Venezuela, debido a la crisis económica, educativa y de derechos de la que el Estado es responsable.

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