Para quienes estamos comprometidos con la lucha por los derechos y la dignidad humana, debemos ser cuidadoso y entender que no siempre se puede hablar de todo para aprovechar las tendencia
Ver el juicio público de difamación de Amber Heard y Jhonny Deep tal vez nos debe hacer entender un poco más la necesidad de trabajar verdaderamente en las narrativas, sobre todo en las que invaden las redes sociales y que en definitiva pueden cambiar vidas. Esos discursos que no podemos construir ni difundir sin argumentos, sin peso o pruebas para que no parezcan banales o que son productos solo de una moda.
Ya más de un mes desde que terminó el juicio más famoso de los últimos tiempos y que además tuvo transmisión en vivo y directo. Un acto legal en el que pudimos hacer seguimiento y estar informados y que, a muchas personas en el mundo, nos llamó la atención no solo por tratarse de dos estrellas de Hollywood, sino porque exponía en tiempo real el tema de la violencia de género que al final se terminó convirtiendo en violencia doméstica y una difamación de cualquier serie taquillera.
Hoy continúo hablando de esto porque no sé si será que me ocurre a mí, pero he podido ver las últimas semanas como “presuntos agresores” han querido victimizarse y lavar su imagen amenazando con denuncias de difamación. Y resulta que ni en casos de violencia de género, discriminación, transfobia, entre otros tipos de violencia, podemos decir que todos son Jhonny Deep.
Las incógnitas sobre si Amber fue atacada y violentada cuando se conoció que Deep habría ganado la demanda por difamación no se hicieron esperar en twitterlandia. Además, se contó con un exceso de expertos en violencia basada en género, abogados y hasta psicólogos. “Expertos de todo” que en su mayoría y por sus diagnósticos podían dejar claro que no hicieron la tarea de revisar, indagar o investigar. Fue tanto el desconocimiento, que se evidenció que no vieron ni media hora de juicio en YouTube. Simplemente siguieron la ola de la tendencia.
Para quienes estamos comprometidos con la lucha por los derechos y la dignidad humana, debemos ser cuidadoso y entender que no siempre se puede hablar de todo para aprovechar las tendencias. Ese es el punto de las narrativas. Deben ser claras, precisas, pero también muy bien sustentadas.
Otra cosa que hay que dejar claro fue el papel de muchos medios de comunicación que, en medio de no quedar mal con los grupos feministas, con la opinión pública o quien sabe con quién se autocensuraron y varias veces mintieron en sus titulares. No admitieron que quién ganó el juicio fue Jhonny Deep, tampoco hablaron que la demanda fue por “difamación”, ya que no se estaba determinando si había abuso o no. Pude leer un artículo de un medio local que afirmaba además que, si ganaba el actor mataba al movimiento #MeToo. No quise caer en polémica porque ya venía de un debate que me desgastó con lo de “personas menstruantes” y mi posición de estar muy de acuerdo con el término.
También me llamó poderosamente la atención en cómo los youtuber estudiaban, hacían seguimiento, resumen y actualización a toda hora. Mis respetos a estas personas que hacen contenido de tanta calidad y de dedicación. Yo entendí mucho con ellos que la violencia tiene varios rostros y que también era machismo no visibilizar los que no son femeninos.
¿Está muerto el movimiento #MeToo?
Son muchas las cosas que debemos tener presente con este juicio. Buenas y malas porque hablar de la violencia expuesta en público entre dos personas obviamente con privilegios no es lo mismo que pueda vivir una víctima, por ejemplo, en Venezuela con un sistema politizado, ignorante, patriarcal y machista. Ahora, volviendo al movimiento MeToo y su peligro de muerte, definitivamente pienso que es muy necesario tomar en cuenta que para darle fuerza a nuestra lucha tenemos que revisar las prácticas en todos los casos.
Soy partidaria de la solidaridad automática porque estas ayudan y fortalecen a las víctimas para que se empoderen con su testimonio, pero lo que si no puedo apoyar es que sea una práctica ciega, sin investigación y sin protocolos para la atención y el seguimiento de estos casos. No es frecuente, pero quienes vimos el juicio todos los días, nos dimos cuenta que es una posibilidad que cualquiera utilice la mentira en una causa justa y válidamente necesaria para fines de posicionamiento o también esas ganas de meterse en una discusión a “la moda”. También, veo ahora que denunciar por difamación a las reales víctimas para correr con suerte y volverse en Jhonny Deep es una posibilidad cada vez más recurrente.
En definitiva, el movimiento no ha muerto, al contrario, llegó para quedarse y para creerle a las verdaderas víctimas de la violencia de género. No a la “víctima perfecta”, sino a esas que casi nunca son escuchadas.
Las organizaciones y movimientos que defendemos derechos humanos debemos tomar este caso como un ejemplo para revisar nuestras prácticas en lo que significa la atención a víctimas, revisar sin juzgar porque no es nuestro trabajo, pero sí tener protocolos efectivos que puedan ayudar en el proceso de acompañamiento, denuncia y por supuesto en la búsqueda de justicia. También debemos no dar por sentado que la violencia doméstica solo tiene rostro mujer. Son muchos los casos de hombres, niños, personas mayores, LGBTIQ+ que son abusados en sus hogares y casi siempre son invisibilizados.
Hay que tener en cuenta que la violencia doméstica existe. Saber que revisar el teléfono de la otra persona, enfurecernos e irrespetar al otro y justificar con los celos es normalizar la violencia. Es necesaria la prevención, conocer y reconocer que, aunque son las niñas, mujeres y las adolescentes quienes tienen mayor riesgo a ser víctimas también nuestros niños, jóvenes o familiares pueden vivir ese horror pero que simplemente el mismo machismo en la sociedad les silencia y etiqueta.
Finalmente, la opinión con “lentes de género” siempre hace falta, y esta es necesaria con un cristal de cordura, despegarnos de los zapatos del ego por tantos estudios realizados y creernos dueños de la verdad porque siempre ocurre así, porque es el patrón y es lo que vemos a diario. Este juicio que no mató a ningún movimiento, sino que nos devolvió la esperanza de seguir luchando en contra del machismo, nos permitirá simplemente renovarnos y fortalecernos con la documentación para gritar que el silencio no es una opción.
La violencia existe y se impone porque el mundo ha normalizado situaciones que no sabe que están mal porque tal vez a nuestros padres, abuelos u otras generaciones les dio resultado enmendar o resolver con un golpe o una bofetada, un grito o un castigo físico.
Este juicio también reafirma que estamos cambiando y necesitamos trabajar para desaprender las conductas violentas y aprender que la humanidad necesita entenderse con diferencias, leyes y derechos que no discriminen ni estigmaticen de ninguna forma.
Finalmente, Amber Heard hace una gira de medios explicando nuevamente por qué son las mujeres las que perdieron con la decisión, mientras yo sigo pensando en que hay mucha tela que cortar en cuanto al lucro de algunas de personas con las causas y las luchas sociales en todo el mundo.
Amanecerá y veremos, pero mientras podemos decir que al menos se está hablando de la lucha feminista y los tipos de violencia en el mundo.