En agosto de 2021, Oswaldo Tona, presidente del Ipasme para ese momento, aseveró que en febrero de 2022, las 68 unidades del Ipasme a escala nacional estarían reactivadas. No obstante, las quejas persistentes de sus trabajadores y pacientes muestran que dicha promesa fue incumplida
(05-02-2024) «¿Para qué sirve el Ipasme?”, le pregunta una mujer a otra que se encuentra detrás de un mostrador del laboratorio, en el Instituto de Previsión y Asistencia Social para el personal del Ministerio de Educación (Ipasme), en la parroquia Candelaria.
La trabajadora se encoge de hombros y, sin responder a la pregunta, le sugiere subir al piso donde se encuentra la dirección, para que formalice su queja.
“Cada vez que vengo me dicen que no hay citas, que no hay servicio, que no hay reactivos (de laboratorio). Con este sitio no se cuenta”, dice antes de irse del lugar. La señora acudió al Ispame a pedir una cita para hacerse una hematología, pero le respondieron que regresara después de Carnavales, es decir en 20 días, “para ver” si habían llegado dichos reactivos para sus exámenes.
La opción de llamar para averiguar no está disponible debido a que el teléfono “tampoco sirve”.
El Ipasme, según su portal web, tiene como objetivo promover y desarrollar un sistema de seguridad social integral, orientado al mejoramiento permanente de la calidad de vida de los profesores, maestros y el personal administrativo adscrito al Ministerio de Educación y otros organismos afiliados, a través de la prestación de créditos hipotecarios, personales, servicio médico, recreativo, deportivo y de ayudas socioeconómicas. En la actualidad ofrece servicio médico a medias.
Trabajadores, así como personal adscrito al servicio, denunciaron a Crónica.Uno que el servicio es deficiente, porque deben acudir a alternativas externas y privadas con frecuencia.
En agosto de 2021, Oswaldo Tona, presidente del Ipasme en ese año, aseveró que en un período máximo de seis meses, es decir, febrero de 2022, las 68 unidades del Ipasme a escala nacional estarían reactivadas. No obstante, las quejas persistentes de sus trabajadores y pacientes muestran que dicha promesa fue incumplida.
Pura pinta
Pintura, cámaras de vigilancia, decoración en algunas paredes y pisos, son algunos de los cambios que se pueden ver desde agosto de 2022, en el Centro Nacional de Especialidades Diagnosticas Dr. Julio de Armas, en la parroquia Candelaria. Ni la remodelación de algunos espacios puede tapar las deficiencias que el edificio de cuatro pisos oculta.
En teoría, el lugar ofrece 27 especialidades médicas, en la práctica, la falta de médicos y de insumos ocasiona que no llegue ni a la mitad.
Una trabajadora, quien prefirió no ser identificada, aseguró que las renuncias por el descontento salarial y las jubilaciones de doctores son continuas. Por esta razón el personal de registros médicos pone menos citas al día y así evita dar explicación a tantas personas, en caso de que su especialista no esté disponible.
“Cuando eso pasa, se quedan ese montón de pacientes y luego deben notificarles que deben volver a empezar”.
En otras especialidades con más demanda, las citas se dan mucho tiempo después porque tienen un solo especialista y no se da abasto. Tal es el caso de Oftalmología, en la cual ya ofrecen consultas en marzo.
Otras áreas, como el laboratorio, mantienen su sala de espera vacía durante largos períodos. Funcionan a medias por “si acaso” se consigue un perfil 20, cuyos valores no están completos.
“Recientemente abrieron servicio de Oncología, pero dime tú, se supone que uno de los exámenes prioridad es Hematología, que por suerte ya llegó, pero es más el tiempo que estamos sin reactivos que los que trabaja el laboratorio”.
El laboratorio del centro de especialidades médicas, en la Candelaria, ya no tiene disponible entre sus exámenes estudios de heces, orina, pruebas de alergias, ni pruebas hormonales.
Ni un lápiz
La trabajadora del Dr. Julio de Armas criticó que los empleados no reciben materiales básicos como bolígrafos, por lo que la alternativa que usa junto con sus compañeros es llevar sus propios materiales para trabajar. Otros se comparten y guardan bajo llave para que no se extravíen.
“Recientemente nos exigieron nuevamente el uso de tapabocas, pero no nos lo dan. Entonces no lo usamos”, contó.
En la Unidad Médica del Ipasme Don Simón Rodríguez, conocida por sus trabajadores como “la unidad Caracas”, en la avenida Fuerzas Armadas, las carencias son similares, no hay ni hojas para hacer un récipe médico.
Gleisida Luna, enfermera de este centro de salud, especifica que al igual que la sede de la parroquia Candelaria, la falta de insumos hace que la atención ofrecida sea deficiente.
“El laboratorio no está realizando ningún tipo de examen, en Rayos X solo hay un equipo y no realiza todos los estudios; papel para electrocardiogramas tampoco hay, odontología tampoco recibe materiales para atender a suficientes pacientes”.
Acotó que una de las áreas más perjudicadas es la de emergencias, en donde la atención no se le puede brindar a todas las personas porque los insumos llegan “gota a gota”.
Un servicio de adorno
“Un día llegué sintiéndome mal y pedí en Emergencia que por favor me tomaran la tensión. Después de toda una mañana y parte de la tarde esperando, tuve un infarto allí mismo”, contó Ana*, una docente jubilada adscrita al Ipasme.
Agrega que pese a tener ambulancias, el centro no la trasladó a ningún hospital cercano. Pero, gracias a su hija, quien llegó a auxiliarla, pudo ser atendida en otro sitio.
El tener enfermedades crónicas como diabetes e hipertensión hace que Ana tenga que acudir constantemente a chequeos médicos para asegurar el bienestar de su salud. Sin embargo, son más las veces que debe asistir a lugares privados.
Mientras enseña el papel recibido por su cardiólogo en 2023, se queja en el área de registros médicos, donde le dicen que por haber pasado un año tiene que empezar de cero y pedir cita en medicina interna para que le den una nueva orden de Cardiología.
“Lo peor es que las citas no te las dan de una vez. Entonces en este caso yo tengo que esperar tres meses para Medicina Interna y después quién sabe cuánto más para Cardiología. No vale la pena. Lo mismo me pasó el año pasado”, dice Ana, y añade que en el chequeo de 2023 gastó 60 dólares para ser atendida en un centro de salud privado.
Considera que el Ipasme es un servicio de adorno con el que sus afiliados y beneficiarios (padres e hijos de personal afiliado), no pueden contar cuando lo necesitan.
Luis Cano, presidente del Frente de Jubilados y Pensionados y extrabajador del Ipasme, afirmó que en reiteradas ocasiones se han reunido con las autoridades principales del instituto con las que mantienen buena relación, a pesar de las diferencias.
“No hay ningún tipo de respuestas. Nos dicen que ellos hacen lo posible, que no depende de ellos y que no hay recursos”.
A diferencia de Ana, José* no es afiliado. Llegó al Ipasme por la necesidad de operarse de cataratas en ambos ojos, ya que el instituto prestó sus espacios a la Misión Milagro, un proyecto que inició en el 2004, para que personas de bajos recursos pudieran operarse de problemas oculares.
José logró operarse un ojo el 23 de enero de 2023 gracias al operativo en el Ipasme. Los médicos le dijeron que la otra intervención era entre 15 días o un mes. Sin embargo, en enero de 2024, se mantiene a la espera del mensaje en el que le indiquen que podrán hacer la intervención quirúrgica.
“Mientras tanto, sigo usando mis lentes, pero me sirven para el ojo que sigue con las cataratas. Es bastante incómodo porque obviamente no veo bien”, resaltó.
La Misión Milagro ha trabajado dentro del Ipasme, no depende del mismo.
Cada vez menos
Ana asegura que en el pasado, gracias al Sistema de Registro de Enfermedades Crónicas (Sirec), un servicio para que trabajadores afiliados y beneficiarios obtuvieran medicamentos, logró tener muchas de las medicinas que toma.
“Ya no te dan nada. Si vas a la farmacia que está afuera de la unidad Don Simón Rodríguez, es muy poco lo que vas a conseguir. Entonces terminas gastando un platal igual”.
Una extrabajadora del Ipasme contó que en el 2017 logró adquirir algunas medicinas que su hijo necesitaba gracias al Sirec. En la dirección del Dr., Julio de Armas, donde trabajó, en muchas ocasiones le dieron medicamentos vencidos desde el 2015, pero por la necesidad y recomendación de la doctora quien le dijo que las fechas de vencimiento solo eran una referencia, las usó.
“Me dieron antibióticos y otros medicamentos para la fiebre. Ella me dijo que todo eso igual servía”, explicó.