De acuerdo con los datos del reporte, el 82,3% de la población no tiene acceso suficiente a alimentos y 43,3% se encuentra en inseguridad alimentaria (32,8% moderada y 10,5% severa)
Fuente: Correo del Caroní. – La situación del derecho a la alimentación en Venezuela sigue marcada por severas carencias estructurales, pobreza masiva, inflación alimentaria persistente y una capacidad estatal limitada para garantizar el acceso adecuado a los alimentos.
Así lo concluye el capítulo sobre el derecho a la alimentación del informe Situación de los Derechos Humanos en Venezuela 2024 del Programa Venezolano de Educación-Acción en Derechos Humanos (Provea). El documento incluye datos correspondientes al año 2024 o los últimos publicados en 2023 recabados en estudios y documentos publicados por la Academia, organizaciones gremiales, sociedad civil, organizaciones internacionales y agencias de las Naciones Unidas.
El reporte recoge conclusiones en varias categorías que enumeramos en formas de clave seguidamente y que demuestran que Venezuela continúa enfrentando una grave crisis alimentaria y nutricional que compromete derechos fundamentales, especialmente entre los grupos más vulnerables.
● Pobreza y salario insuficiente
De acuerdo con los datos recabados por Provea, 86,9% de la población vive en pobreza y 70,6% en pobreza extrema y el ingreso familiar medio mensual se mantuvo en 169,6 dólares.
Un dato preocupante es que el salario mínimo cubre apenas 0,5-0,6% del valor de la canasta alimentaria familiar (CAF), que promedió 536,10 dólares en 2024. Además, Venezuela sigue entre los países en el mundo con mayor inflación en el precio de los alimentos.
Esto hace que 43 de la población enfrente inseguridad alimentaria sin acceso estable a suficientes alimentos de calidad y que 46% consuma alimentos de mala calidad o en mal estado.
● 8 de cada 10 venezolanos sin acceso a alimentos
De acuerdo con los datos del reporte, el 82,3% de la población no tiene acceso suficiente a alimentos y 43,3% se encuentra en inseguridad alimentaria (32,8% moderada y 10,5% severa).
El 70,2% de los venezolanos destina más de la mitad de sus ingresos a alimentos. En este contexto, organizaciones como HumVenezuela reportan que 61,7% de los hogares ha reducido el número de comidas diarias y 50,5% agotó medios de vida para poder alimentarse.
● Indicadores nutricionales no son alentadores
Aunque la desnutrición infantil muestra una leve mejoría (6,8%) sigue en niveles de alarma.
El 10,5% de los niños presenta talla baja para su edad y 9,3% nacen con bajo peso. La situación nutricional de las mujeres embarazadas también refleja esta crisis, pues el 24,2% de ellas presenta anemia.
Provea advierte que un déficit en talla “conduce al niño a una vida poco productiva, debido al deterioro de sus condiciones cognitivas, que afectan su rendimiento escolar en la etapa temprana de su vida y su productividad laboral en la edad adulta, lo cual, a su vez, incide directamente en la productividad de un país”.
Respecto a la tasa de anemia en mujeres en Venezuela es superior a la América del Sur en siete puntos porcentuales, lo cual indica “un reto en materia de seguridad alimentaria y salud”.
La ONG destaca que las causas de esta condición podrían atenuarse “con políticas alimentarias que garanticen el acceso a alimentos nutritivos y condiciones higiénicas y de saneamiento adecuadas”.
● Hambre crónica
El Índice de Prevalencia de Subalimentación (IPS) en Venezuela subió de 7,8% (2004-2006) a 17,6% (2021-2023), el más alto de América del Sur, lo cual se traduce en que hay cinco millones de personas en el país con hambre crónica.
● Consumo y Estrategias de Supervivencia
82,3% de los hogares reporta cantidad de alimentos “insuficiente o muy escasa” y entre las estrategias de supervivencia que adoptan para hacer frente a la situación están comprar comida más barata (67,9%), reducir porciones (32,8%), pasar hambre (10,5%) y sacrificar alimentos de un miembro por otros (más del 60%).
El informe recoge que el CLAP sigue siendo importante fuente de alimentación: 54,5% de los hogares se abastece por esta vía.
● Crisis de servicio público e impacto en alimentación
La alimentación no depende únicamente de la disponibilidad de alimentos, sino también del entorno que permite su producción, preparación, conservación e higiene. En Venezuela, el colapso progresivo de los servicios públicos- agua, electricidad, transporte, saneamiento, gas doméstico -está afectando de forma directa el derecho a la alimentación y a la nutrición adecuada.
Basados en cifras como las de HumVenezuela, el informe determinó que el 51% de los hogares debe comprar botellones, 18,6% pegarse a tomas públicas y 15,1% pagar camiones cisterna para procurarse abastecimiento de agua.
Los hogares además sufren la mala calidad del agua que reciben por tubería: con mal olor y sabor desagradable, lo que dificulta la preparación segura de alimentos y la higiene personal, aumentando el riesgo de enfermedades transmitidas por alimentos contaminados, especialmente en niños.
En lo que respecta al servicio eléctrico, 60% de los hogares sufre fallas eléctricas de forma moderada o constante, intermitencias que comprometen la cadena de frío y afectan la conservación de carnes, lácteos y alimentos preparados.
También impacta el uso y la funcionalidad de electrodomésticos esenciales como neveras, cocinas eléctricas o licuadoras.
El informe menciona también que las fallas en el suministro de gas obligan a muchos hogares a cocinar con leña o improvisar cocinas eléctricas (cuando hay luz), lo que compromete la salubridad y nutrición de las comidas.
El saneamiento y la higiene es otro eslabón débil en la nutrición: aunque 83,7% de los hogares tiene instalaciones sanitarias con poceta conectada a cloacas, muchos carecen de insumos de higiene esenciales como productos de limpieza, jabón para lavar ropa, envases para transportar agua o jabón para lavar artículos de cocina. Este déficit compromete la inocuidad alimentaria y favorece enfermedades gastrointestinales, agravando la desnutrición en poblaciones vulnerable.