En la Universidad de Los Andes más de 30 mil jóvenes han dejado de estudiar en los últimos años. La mayoría emigró en busca de oportunidades laborales, dejando sus estudios incompletos. Sin embargo, muchos otros siguen apostando a la universidad venezolana
Emmanuel Rivas/Caleidoscopio Humano
(03-02-2023) De acuerdo con el Observatorio Venezolano de Universidades (OBUVenezuela), 6 de cada 10 estudiantes universitarios en Venezuela debe trabajar para, no solo sacar adelante sus estudios, también para aportar en la economía de su hogar.
Los universitarios ocupan gran parte de sus horas diarias en actividades que les generen ingresos económicos y, muchas veces, esto lleva a que su desempeño académico se vea afectado.
Alejandro Montes, tiene 18 años, acaba de empezar sus estudios de comunicación social en la Universidad de Los Andes (ULA), al occidente de Venezuela.
Su horario académico comienza a las 7 de la mañana, todos los días. Cursa 7 materias. Sin comedor universitario, como en años anteriores, debe ingeniárselas para salir de clases, regresar a su casa para comer, y luego ir a trabajar en un restaurante desde las 3 de la tarde hasta las 11 de la noche. Trabaja todos los días y percibe cerca de 128 dólares americanos al mes.
Comenta lo difícil que le está resultando cumplir con un horario donde no puede contar con días libres o de descanso.
“Es muy difícil, porque el nivel de exigencia de la universidad es elevado. Las actividades en una carrera como comunicación social requieren de mucha lectura y análisis, por lo que, el tener que trabajar, me resta mucho tiempo que pudiera invertir en mi preparación académica (…) lamentablemente, la situación del país nos obliga a hacer esfuerzos y pasar largas jornadas diarias para poder cumplir con nuestras metas”, señala Alejandro.
Una situación similar vive Alexis Gil, también estudiante de la ULA quien, para poder cubrir sus gastos universitarios y de su familia, debe inscribir la cuota mínima de materias permitidas por la casa de estudio, y así cumplir con su horario laboral.
Becas que no alcanzan
Los estudiantes universitarios -no todos- reciben una beca estudiantil. Quizá el único “beneficio” que les queda. Esta beca, durante el mes de enero, fue de 101,30 bolívares, equivalentes a 4,61 dólares a la tasa del Banco Central de Venezuela del martes 31 de enero, o $4,37 a la cotización del dólar paralelo.
“Estas becas no alcanzan para cubrir los gastos de un estudiante universitario, ni siquiera de un día”, asegura José Bermúdez, un estudiante de Ingeniería de la Universidad del Zulia.
“El futuro del país está en riesgo. No es posible que el Estado no se preocupe por ofrecer las condiciones necesarias para que las universidades se desarrollen y puedan seguir formando a los profesionales que necesita este país para salir de la crisis en la que se encuentra sumergido”, señala Bermúdez, agregando que ha hecho de todo para poder costear sus estudios.
“He trabajado como vendedor, mesonero, ayudante de construcción y no sé cuántas cosas más para poder seguir adelante con mis estudios. Mi familia me ayuda, pero debemos estar claros que la crisis económica no permite que estas ayudas sean suficientes, yo también debo ayudarlos a ellos”, dijo.
“Necesito entre 200 y 500 dólares para seguir con mi carrera”
Ginelly Cardona es estudiante de odontología de la Universidad Central de Venezuela (UCV), la principal casa de estudios universitarios del país. Además, forma parte del Centro de Estudiantes de su especialidad.
Asegura que en su carrera es mucho más difícil porque, básicamente, consiste en hacer tratamientos odontológicos integrales a las personas, “y como ellos no tienen para pagar, los costeamos nosotros mismos. Esto incluye desde los materiales hasta los laboratorios e, incluso, hemos tenido que cubrir gastos de comida y transporte para los pacientes. Entre los materiales, solo una caja de anestesia puede costar de $20 a $30”.
Muchas personas llegan con necesidad de prótesis dentales y solo el pago del laboratorio, sobrepasa los $150. Esto debe costearlo el paciente pero termina siendo asumido por los estudiantes para poder ser evaluados.
“En mi caso, voy a comenzar pasantías. Son 8 meses en dos servicios que pueden ser medio día o jornada completa. Para empezar, necesito uniformes que van desde los 20 hasta los 80 dólares. Además, debo llevar mi propia turbina, la cual tiene un costo de entre $50 y $100 y, a esto se suma la cantidad de materiales descartables o de alta rotación que se deben reponer de manera constante”.
Cardona asegura que, al mes, requiere contar con entre 200 y 500 dólares para poder cumplir con su formación académica.
“Para rebuscarme, hasta no hace mucho, vendía batas o materiales para las prácticas, ahora familiares o amigos me ayudan, ya que, por las pasantías, el tiempo de rebusque es mucho más limitado”, asegura la estudiante de la UCV.
La Emergencia Humanitaria Compleja que, desde 2015 afecta a Venezuela, llevó a que miles de estudiantes hayan abandonado las aulas de clases para emigrar o dedicarse de lleno a trabajos que les permita contribuir con la economía de sus hogares.
Solo en la Universidad de Los Andes, una de las 5 universidades autónomas del país, cerca de 30 mil estudiantes han dejado de estudiar en los últimos años, así lo afirmó Virgilio Castillo, presidente de la Asociación de Profesores de la ULA (APULA) durante su participación en la manifestación pacífica que se realizó, en toda Venezuela, el pasado 23 de enero.
El derecho a la educación, en todos los niveles, está siendo vulnerado en Venezuela. El Estado no da ninguna garantía a los estudiantes venezolanos quienes, desde básica hasta la universidad, se han visto obligados a abandonar sus estudios debido a la crisis venezolana.