La violencia machista deja más de una víctima. Aunque muchos lo ignoran, esta tiene un gran impacto en el desarrollo psicológico de las niñas y niños, incluso, desde el embarazo provoca un estrés en la madre que puede afectar en el crecimiento del feto
Yennifer Calvo Bello/Caleidoscopio Humano
(02-07-2023) Durante la infancia, la exposición a situaciones de violencia tiene repercusiones negativas y significativas a corto, medio y largo plazo en el desarrollo emocional, social, cognitivo y académico de las niñas, niños y adolescentes (NNA); afectando incluso su desarrollo y desenvolvimiento en la vida adulta.
De acuerdo con información publicada en la web de Save The Children, algunos de estos efectos son: problemas de socialización, aislamiento, inseguridad, problemas de integración, pesadillas, insomnio, fobias, ansiedad, alteraciones del desarrollo afectivo y la interiorización de roles de género erróneos.
Los efectos de la violencia de género se detectan también en niñas y niños que no han presenciado los hechos, destaca Save The Children. Solo convivir en un ambiente donde existen dinámicas de maltrato, tiene consecuencias en los NNA, en muchos casos pueden interiorizar modelos violentos que se repiten en la edad adulta.
Por su parte, la consulta del Servicio de Atención Psicológica “Crecer sin Violencia” de la organización Centros Comunitarios de Aprendizaje (CECODAP), registra que han observado cómo en los casos de violencia entre los adultos hay un impacto directo en sus hijos.
De acuerdo con el programa, en algunos casos, “personas cercanas a una niña, niño o adolescente (NNA), por ejemplo un docente, comentan que ven cómo este presenta alteraciones en su desarrollo integral, sentimientos de amenaza, dificultad de aprendizaje, adopción de comportamientos de sumisión, violencia con sus pares o alta tolerancia a situaciones de violencia”, se lee en una nota de la organización.
“El imaginario de que los niños y niñas no perciben la profundidad de su entorno persiste aún. Lo que no permite trabajar las causas originarias de los problemas de salud mental que pueden aparecer cuando ocurre un hecho de violencia contra la mujer en casa”, señala Cecodap.
Agregan que si un padre descalifica, insulta o agrede físicamente a la madre, los NNA experimentan profunda angustia, la cual pueden expresar con llanto, golpear cosas, huir del lugar y hasta enfrentar al agresor por sí mismos.
En algunos casos, la consecuencia extrema de esta violencia es la muerte de los niños, normalmente junto a la de su madre.
Es importante recordar que, solo durante el 2022, 224 mujeres venezolanas fueron asesinadas dentro y fuera de Venezuela, de acuerdo con el monitoreo realizado por la organización Caleidoscopio Humano ante la ausencia de cifras oficiales.
La edad promedio de las víctimas de femicidio en Venezuela fue de 33 años, en su mayoría madres jóvenes con parejas iracundas o con problemas de bebida, de acuerdo con el último informe de la organización: «Violencia machista: Son vidas, no números», realizado como parte del monitoreo del Proyecto Monitor Desca.
La violencia no es solo física
Insultos, gritos, intimidación, celos, obligación para hacer la voluntad del otro y no la propia, control de finanzas, aislamiento, no respetar la privacidad, acosar, intimidar, obligar a mantener relaciones sexuales, entre otros, también son formas de violencia.
La violencia, dice Cecodap, es un ciclo que pasa por distintas fases (acumulación de tensión, acto violento y reconciliación o luna de miel).
El Servicio de Atención Psicológica “Crecer sin Violencia” de Cecodap recibió, en el año 2021, 167 casos de violencia, de los cuales el 82,6 % correspondieron a casos de niñas, adolescentes y mujeres que se vieron afectadas por las distintas formas de violencia, como la violencia basada en género, la violencia sexual, violencia emocional, entre otras.
Sin embargo, la ausencia de cifras oficiales impide que se visibilice la violencia a la que están sometidas muchas mujeres y niñas.
“Las mujeres que se encuentran dentro de este ciclo, permanecen en él por diversas causas, muchas de ellas no cuentan con redes de apoyo que le permitan sentirse seguras para encontrar una salida, temen pedir ayuda ante el escenario de ser juzgadas, dependen económicamente del agresor, experimentan profundo miedo, están coaccionadas por el agresor, entre otras razones”, dice Cecodap.
Además del miedo, la cultura y la presión de la sociedad, las mujeres que logran hablar y denunciar, en muchos casos, también suelen ser víctimas del sistema judicial, el cual, debido a la escasa formación de sus funcionarios en esta materia, revictimiza y estigmatiza.
Pero este problema no afecta únicamente a las mujeres. La sociedad, ni muchas veces las propias madres, entienden el impacto que la violencia de género tiene sobre los niños y niñas. Incluso resulta significativo que muchas víctimas consideran perdonar al maltratador “por sus hijos”.
“La invisibilización y poca voluntad política, para erradicar la violencia basada en género, también son formas de discriminación y violencia por parte del Estado”, asegura Caleidoscopio Humano en su último informe sobre femicidios en el país.
Mujeres y niñas son las que tienen menos acceso a la justicia en Venezuela, de acuerdo con los resultados del «Diagnóstico sobre el acceso a la justicia en Venezuela: Experiencias en Caracas y Guayana», investigación realizada por la Facultad de Derecho, el Centro de Derechos Humanos (CDH), el Centro de Clínica Jurídica y el Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ) de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB).
Es por ello que es estrictamente necesario que el Estado suministre datos oficiales sobre violencia basada en género (VBG) y que desarrollen políticas públicas enfocadas en la prevención y educación de la sociedad.
Asimismo, es necesario que los periodistas y medios de comunicación aborden la VBG desde la perspectiva de género con un periodismo más humano, respetando la intimidad y dignidad de las víctimas al momento de difundir la noticia.