Basura
Foto referencial tomada en La Candelaria, Caracas, el día sábado 2 de noviembre.

Altagracia de Orituco, entre moscas y gusanos, esperando el camión del aseo urbano

La ausencia de políticas públicas y la poca voluntad de los gobernantes, tienen al país entero, sumergido en enormes montañas de desechos sólidos. La proliferación de plagas es caldo de cultivo para enfermedades, principalmente, de la piel y de las vías respiratorias

Caleidoscopio Humano con información de líderes emergentes del proyecto MonitorDescaVe

(07-11-2024) El tema de la recolección de desechos sólidos en Venezuela se ha agravado durante los últimos años. Caracas, su capital, vive sumergida en grandes montañas de basura que, incluso, impiden a los transeúntes, caminar con tranquilidad por las aceras. 

La realidad, en el interior del país, no es distinta. La acumulación de desechos sólidos en las calles da la impresión de estar caminando por un lugar abandonado, víctima de la ausencia de políticas públicas.

Sumidos entre moscas, gusanos y malos olores, los habitantes de Altagracia de Orituco, en el estado Guárico, han denunciado en reiteradas ocasiones que el camión del aseo se tarda hasta 15 días en pasar a recoger la basura. 

Un grupo de habitantes de la población guariqueña contactó al equipo de Caleidoscopio Humano, para denunciar tratos crueles por parte de las personas que recogen los desechos sólidos. 

«El aseo urbano no tiene fechas ni horarios de recolección», aseguran los denunciantes, agregando que esta situación afecta a los ciudadanos que tienen basura acumulada por muchos días y haciéndolos propensos a contraer enfermedades infecciosas. 

Una persona mayor de 70 años, que pidió mantener su anonimato, comentó que los días que puede que pase el aseo, están pendientes por si se escucha el camión; a veces pasan horas sentados en el recibo de su casa, alertas para sacar la basura. 

Hay días que no es común que pase el aseo y apenas escuchan el camión deben salir corriendo a buscar su basura y perseguir el vehículo hasta una cuadra, corriendo detrás de ellos, pues los trabajadores, a pesar de los gritos de las personas, los ignoran y no se detienen a recogerles la basura.

Algunas veces, los vecinos les regalan alimentos a los recolectores, como colaboración y esperando de su buena fe para que les recojan la basura periódicamente; sin embargo, esto no ocurre. 

Imagen referencial tomada en Caracas.

«El olor no se aguanta, le echamos cal pero los gusanos siguen saliendo y la casa llena de moscas, nosotros no tenemos carro para llevar la basura a un sitio donde la gente bota la basura a las afueras del pueblo (…) No podemos dejar la basura en la calle porque hay gente que la revisa y rompe las bolsas, los perros también, entonces tenemos que dejarla dentro de la casa para que no se riegue por toda la calle», afirman los denunciantes. 

En las calles más concurridas y mayormente comerciales, la situación es diferente, pues los comerciantes deben pagar incentivos a los trabajadores del aseo para que recojan su basura. 

Entre los incentivos se encuentran pan, galletas, refrescos y otros víveres, además de dinero para asegurar que recojan sus desechos —al menos— 3 veces por semana. 

Imagen referencial tomada en Caracas.

Esta situación se agrava con la cantidad de perros de la calle hambrientos, hurgando entre la basura para buscar algo qué comer. Lamentablemente los perros no son los únicos. Las personas en situación de calle también deben buscar entre los residuos algo para calmar su hambre. 

Los gracitanos exigen al gobierno que implemente políticas públicas para la recolección de desechos, insisten en que el alcalde del municipio -quien es militante del oficialismo-, tiene todas las herramientas para hacer que la recolección de basura funcione perfectamente en todo el municipio; sin embargo, no se preocupa por solventar la situación.

  • Las imágenes son referenciales. Fueron tomadas en Caracas el 2 de noviembre por el equipo de Caleidoscopio Humano. Las imágenes de Altagracia de Orituco no fueron utilizadas a petición de los denunciantes, quienes temen por represalias de las autoridades municipales y regionales; pues, en diferentes oportunidades han denunciado el déficit en la recolección de aseo urbano.
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