Fuente original: Efeminista. – Los cuidados son «la gran obra colectiva que sostiene la vida cotidiana en las Américas», un «cimiento humanizador», construido mayoritariamente por mujeres, «que hace posible la vida en familia, la vida comunitaria, el funcionamiento de la economía y del planeta entero».
Así lo afirman las embajadoras y representantes permanentes ante la Organización de Estados Americanos (OEA) de Costa Rica, Alejandra Solano; de Panamá, Ana Irene Delgado; de Guatemala, Claudia Escobar; de México, Luz Elena Baños; de República Dominicana, Mayerlyn Cordero; las embajadoras y observadoras permanentes de España, Carmen Montón; y de Francia, Céline Giusti; y la secretaria ejecutiva de la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM), Alejandra Mora, en un artículo en el que ponen en valor a los cuidados y llaman a los países a pasar del consenso a la obra e invertir en ellos.
«Los cuidados no deben quedar relegados al ámbito privado: deben ser un asunto público y compartido», aseguran las diplomáticas, con motivo del Día Internacional de los Cuidados, que se conmemora cada 29 de octubre.
En su texto, las embajadoras y la secretaria de la CIM destacan la reciente Opinión Consultiva de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), que reconoce cuidar, ser cuidado y cuidarse integran un derecho humano autónomo y fija obligaciones para los Estados, relacionadas con poner en marcha servicios accesibles que cuenten con financiamiento y con medición oficial. Pero, además, pone foco en la corresponsabilidad entre el Estado, las comunidades, las familias, las empresas y, por supuesto, los hombres.
«Reconocerlo como derecho permite ordenar prioridades, asignar recursos y medir resultados con estándares comunes, en lugar de políticas dispersas y de corto alcance», señalan las embajadoras.
Invertir en los cuidados
Explican que la OEA ofrece «la arquitectura para transformar ese derecho en resultados concretos», ya que reúne de manera permanente a los representantes de los Estados miembros «en un espacio donde se dialoga, negocia y rinde cuentas sobre políticas de alcance hemisférico».
Sumado a ello, destacan el papel de la CIM como entidad que puede ayudar a «pasar del estándar a la práctica», pues reúne a las ministras de la Mujer de la región, impulsa acuerdos regionales, armoniza marcos normativos y, además, ofrece un instrumento clave para la implementación: la Ley Modelo Interamericana de Cuidados.
Sin embargo, afirman, ya es hora de que el debate sobre los cuidados vaya más allá. «La discusión ya no es si debemos invertir en los cuidados, sino cómo hacerlo, con qué prioridades y bajo qué mecanismos de seguimiento. La evidencia económica es clara: al reducir la carga no remunerada, aumenta la participación laboral de las mujeres y mejora el Producto Interno Bruto (PIB)».
«Cuando los sistemas de cuidados existen y funcionan, más personas acceden al empleo y a la formación; incrementa el bienestar de las familias, merced al aumento en los ingresos disponibles. Los análisis coinciden en que invertir de forma sostenida en cuidados genera empleo formal, eleva la productividad y produce retornos fiscales positivos», destacan.
Las diplomáticas indican que los países «invierten con orgullo en puentes, carreteras, puertos, hospitales y redes eléctricas porque conectan territorios y hacen posible la actividad económica». «Los cuidados cumplen una función estructural equivalente, aunque no siempre se vean. Son la red que mantiene en movimiento el tiempo y el talento».
Pero advierten que «sin políticas públicas adecuadas, miles de trayectos hacia el empleo y la educación quedan interrumpidos, como si faltara el puente sobre un río».
«Por eso, financiar los cuidados es completar la infraestructura del desarrollo: abrir rutas seguras para que niñas y niños aprendan; para que personas mayores y con discapacidad reciban atención oportuna; y para que quienes cuidan crucen sin peajes desiguales hacia el trabajo formal, la formación continua y la participación pública», añaden.
Un sistema nacional de cuidados en las Américas
Las embajadoras afirman que para que el tránsito a la acción sea verificable, «conviene un paquete mínimo, medible y replicable: un sistema nacional de cuidados con rectoría clara, estándares de calidad y financiamiento decidido y una política del tiempo que combine licencias parentales y de cuidado simétricas, flexibilidad horaria y redes de apoyo».
Además, «la profesionalización y protección laboral del sector de cuidados remunerados mediante formación, certificación, salarios dignos y fiscalización efectiva; la medición oficial del trabajo de cuidados y la incorporación de presupuestos con enfoque de género; y, finalmente, alianzas público-privadas entre municipios, empresas y universidades para fortalecer la economía del cuidado en los territorios».
Para ellas, hablar de esta agenda «no es solo hablar de familias o economía», sino que «es hablar de dignidad, justicia y sostenibilidad».
«Quien hoy trabaja remuneradamente, estudia o participa en la vida pública lo hace porque hay una red de cuidados, muchas veces invisible, que se lo facilita», agregan.
«La hoja de ruta del Sistema Interamericano apunta precisamente a fortalecer esa red. Las Américas que invierten en esta obra colectiva tienden puentes reales hacia el crecimiento sostenible y la igualdad sustantiva. Ese es el compromiso al que invitamos este 29 de octubre, Día Internacional de los Cuidados y el Apoyo: pasar del consenso a la obra, con resultados medibles y sostenibles en el tiempo», concluyen.




