Año escolar 2025-26 comienza con las mismas fallas de periodos anteriores

Informes de expertos, organizaciones educativas y gremios docentes dibujan un cuadro alarmante


Fuente Original: Efecto cocuyo.- A pocos días de que comience un nuevo año escolar, el sistema educativo enfrenta desafíos estructurales que persisten años tras años. Expertos, docentes y familias coinciden en que las fallas del sistema no solo se mantienen, sino que en muchos casos se han agravado, lo que afecta la calidad de la educación y el futuro de millones de estudiantes.

Informes de expertos, organizaciones educativas y gremios docentes dibujan un cuadro alarmante que el gobierno no ha logrado revertir, a pesar de promesas de bonos y campañas de reinserción escolar.

Aunque el gobierno ha anunciado «planes de acción» para mejorar las condiciones del magisterio, estos no incluyen el aumento salarial que el gremio exige como prioridad, lo que podría radicalizar este año el conflicto y el ausentismo docente.

Resumimos a continuación los males que a lo largo de los últimos años han puesto en jaque la calidad de la educación venezolana:

Maestros que no alcanzan

Con un déficit de 250.000 docentes, según un estudio de la ONG Monitor Descave, las escuelas públicas operan a media máquina. L ainvestigación arrojó que los profesores han abandonado las aulas en la última década, al huir de salarios que rondan los 10-15 dólares mensuales, insuficientes para cubrir necesidades básicas.

“Es imposible enseñar con hambre”, dice María, una maestra de primaria en Petare, quien complementa su ingreso con la venta de café en las tardes. El ausentismo docente alcanza el 40%, y muchas escuelas funcionan solo dos o tres días a la semana bajo un “horario mosaico”.

La reincorporación de jubilados, anunciada por el Ministerio de Educación, no ha llenado el vacío, especialmente en asignaturas como matemáticas o ciencias, donde el déficit de especialistas supera el 57%.

Salario docente precario

Pese al llamado del Ministerio de Educación de reincorporarse el 8 de septiembre, más del 78% de los maestros ignoró la medida, y aunque algunos podrían volver la próxima semana, muchos dudan en regresar por los salarios que apenas alcanzan los 3 dólares mensuales.

Un docente con 30 años de experiencia gana 6 dólares al mes. Necesitamos 46 salarios para la canasta básica, que supera los 500 dólares”, denunció Carmen Teresa Márquez, presidenta de la Federación Venezolana de Maestros (FVM).

Incluso con bonos no salariales –Cesta Ticket y Bono de Guerra (90 dólares)–, el ingreso total de los maestros no cubre ni un cuarto de la canasta básica familiar, estimada entre 526 a 577 dólares por el Centro de Documentación y Análisis Social (Cendas-FVM).

Desde 2022, no hay ajustes salariales, lo que suma más de 1.000 días sin mejoras. Los gremios rechazan los bonos como “migajas” que no inciden en prestaciones ni jubilaciones, y denuncian acoso laboral: entre 8.000 y 40.000 docentes han sido suspendidos arbitrariamente en 2025.

“Sin salarios de al menos 300-400 dólares, la carrera docente no será atractiva”, advirtió Edgar Machado, presidente del Sindicato Venezolano de Maestros del Distrito Capital-FVM (Sinvemadc), quien exige al ministro Héctor Rodríguez retomar la discusión de la III Convención Colectiva, paralizada desde que la exministra Yelitze Santaella abandonó la mesa de negociación.

José Aguilar, del Sindicato Bolivariano de Trabajadores de la Educación (SUTE), añadió: “Un docente con 54 horas semanales gana 4 dólares quincenales. Esto viola la Constitución”.

Mientras, un informe de la UCAB de este año advierte que, sin cambios urgentes, Venezuela podría quedarse sin docentes para 2032.

Niños fuera de las aulas

Cerca de 3 millones de niños y adolescentes, un tercio de la población en edad escolar, están fuera del sistema educativo. La matrícula se ha desplomado un 46% desde 2015, pasando de 8 a 5,5 millones de estudiantes, según datos oficiales y estimaciones de la Federación Venezolana de Maestros.

La pobreza extrema, que empuja al 35% de los adolescentes a trabajar, y la falta de interés en un currículo desactualizado son las principales causas. “Mi hijo de 15 años prefiere ayudar en casa que ir a una escuela donde no aprende nada”, cuenta Ana, madre de familia en Maracaibo. La Encovi 2024 reporta que 3,9 millones de jóvenes están desescolarizados, con mayor impacto en zonas rurales.

Escuelas en ruinas

La infraestructura educativa está en colapso. Más del 40% de los planteles tienen problemas graves: techos caídos, baños sin agua, cortes eléctricos y ausencia de internet. En los últimos años, unas 1.000 escuelas han cerrado por abandono, y hay un déficit de 4.000 planteles nuevos.

En regiones del interior del país, los niños estudian bajo árboles o en salones improvisados. “Sin agua ni luz, es imposible dar clases dignas”, asegura un director de escuela en Barinas. El presupuesto educativo, apenas el 5,2% del PIB, es el más bajo en una década, y los recursos se destinan más a bonos clientelares que a reparaciones.

Un aprendizaje que no llega

La calidad educativa es otro punto crítico. Pruebas de la UCAB muestran que más del 80% de los estudiantes no comprende textos simples ni resuelve operaciones matemáticas básicas. En primaria y bachillerato, el promedio en comprensión lectora y matemáticas no pasa de 7/20. “Estamos criando una generación sin herramientas para el futuro”, advierte Celsa Alfonso, experta de la UCAB.

El currículo, cargado de contenido ideológico y desfasado, ignora habilidades esenciales. La pandemia agravó el rezago con teleclases fallidas, y la falta de formación docente perpetúa el problema.

Hambre y desigualdad

El Programa de Alimentación Escolar (PAE) solo llega al 60% de las escuelas, con entregas irregulares y sin proteínas. Esto, sumado al hambre en los hogares, explica que un 16% de los niños no asista por desnutrición. La exclusión también afecta a indígenas, migrantes retornados y estudiantes con discapacidades, mientras el acoso laboral a docentes por motivos políticos agrava la crisis.

La brecha entre escuelas públicas (85% de los estudiantes) y privadas es cada vez mayor.

Organizaciones como Fe y Alegría, que atienden a 95.000 estudiantes, intentan mitigar el daño, pero no reemplazan al Estado. Expertos advierten que, sin un aumento del presupuesto al 6% del PIB, formación docente y políticas inclusivas, el sistema colapsará por completo para 2030.

“Necesitamos un pacto nacional urgente”, insiste Tulio Ramírez, educador. Mientras tanto, el inicio del nuevo año escolar no trae esperanza, solo la certeza de que una generación entera está perdiendo su derecho a aprender.

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