Francisco González/Internacionalista/Líder emergente de MonitorDescaVe e Investigador de Caleidoscopio Humano
(14-06-2024) La sangre es un componente esencial del cuerpo humano que desempeña un papel vital en el transporte, la protección y la regulación de la temperatura, las hormonas y las células. Sin la sangre, ninguna parte del cuerpo podría funcionar correctamente.
Donar sangre, contrario a mitos sobre el proceso, no presenta efectos adversos como pérdida de peso repentina o disminución de las defensas.
De hecho, se ha demostrado que tiene efectos positivos sobre la salud del donante, en especial en lo relativo a su autoestima y ánimo.
Estudios recientes arrojan que la donación voluntaria de sangre en Venezuela, que oscilaba el 5 %, hoy ha disminuido al 1 %. Lo que implica que de cada 1000 personas que pueden donar sangre, solo 10 lo hacen.
Expertos alegan que la causa detrás de tan baja cantidad de donantes responde a la ausencia de una “cultura de donación” que, en el caso venezolano, deriva también de la ausencia de cultura de prevención, puesto que es común accionar correctivamente en lugar de preventivamente.
La mayor parte de centros de salud del país mantienen sus bancos de sangre abastecidos gracias a que, para intervenciones quirúrgicas, se pide a familiares de los pacientes donación de un mínimo de sangre, que debe ser cubierto, en casos no-urgentes, antes de la intervención.
El Estado venezolano exige algunos requisitos universales que los donantes deben cumplir, por ejemplo, que deben tener entre 18 y 60 años, pesar al menos 50 kilos y gozar “de buena salud”.
En el marco de la emergencia multidimensional que azota al país, millones de venezolanos en edad de donar sangre no pueden hacerlo debido a que no cumplen con los dos requisitos generales adicionales: el peso y la buena salud.
Para el año 2021, la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI) reveló que el 76,6 % de los hogares venezolanos no pueden cubrir sus necesidades alimentarias básicas. Ese mismo año, Caritas Venezuela reportó que el 33 % de la población padecía desnutrición crónica.
Incluso, a pesar de la llamada “recuperación económica” del país, las cifras del Instituto Nacional de Servicios Sociales para 2022 afirmaron que el 23 % de los adultos mayores consume solo dos comidas al día.
La desnutrición no solo lleva a millones de adultos a estar, en buena parte de los casos, por debajo de los 50 kilos mínimos necesarios para donar sangre, sino que además les hace propensos a enfermarse con mayor facilidad.
La crisis de derechos sociales, económicos, culturales y ambientales del país presenta también alarmantes problemas en el acceso de la población a servicios de salud, lo que, en definitiva, resulta en una enorme emergencia cuando se contrasta con el creciente número de potenciales pacientes que aumenta cada día producto de la mala alimentación.
Adicionalmente, el Estado venezolano expresamente prohíbe a las personas LGBTIQ+ donar sangre, según se desprende de la Ley Sobre Transfusiones y Bancos de Sangre del 2022, en una clara discriminación contra las personas no heterosexuales, que se fundamenta en su totalidad en prejuicios sobre su vida sexual.
Los donantes altruistas, que deciden donar su sangre voluntariamente, son cada vez más escasos y la Emergencia Humanitaria Compleja que les golpea es cada vez más aguda.