Niñas científicas

Las niñas deben comer, beber, respirar y sudar autovaloración

Por Adriana Teixeira/Lcda. En Letras/Líder emergente del proyecto MonitorDescaVe.

(16-02-2024) En proporción, las niñas y mujeres en la ciencia tienen menor participación que los varones, acerca de esta realidad, podríamos señalar varias razones, la principal de ellas es la histórica segregación de las niñas y las mujeres de los entornos educativos.

Irónicamente y, aunque cueste creerlo, esto no se debe solo a los estereotipos sociales del género, sino también a la “ciencia” misma y a la filosofía. 

A lo largo de la historia han existido muchas teorías “científicas”, todas propuestas por hombres, que sostenían que la mujer era intelectualmente inferior al hombre por razones biológicas.

Algunas de esas teorías afirmaban lo siguiente:

  • “Las mujeres son meras vasijas vacías del recipiente del semen creador”, Aristóteles.
  • “La mujer, por su conformación craneal, ocupa un grado intermedio entre el hombre y el niño”, Charles Darwin. 
  • “Las mujeres son siempre menos civilizadas que los hombres”, Friedrich Nietzsche. 

Ninguna de estas “teorías” cuentan con estudios que las respalden y quienes las sostenían eran hombres de ciencia eclipsados por los sesgos religiosos y sociales y, también, por la prepotencia, claro está.

Lo que sí es cierto, es que estas concepciones han calado en la conciencia colectiva y han surtido un efecto devastador en la construcción de la autoestima femenina.

Un estudio realizado en 2017 por Sinc Lin Bian, investigadora de Psicología de la Universidad de Illinois, demostró que las niñas se creen menos brillantes que los niños y que estas ideas preconcebidas comienzan a afectar a las niñas a los 6 años, es decir, desde los 6 años empiezan a considerarse intelectualmente inferiores a los varones.

Una de las actividades realizadas para el estudio fue la de diseñar dos circuitos compuestos por preguntas y retos, uno de los circuitos decía “Muy inteligentes” y el otro “Muy trabajadores”, lo que no se le reveló al grupo de estudio es que ambos circuitos eran exactamente iguales, lo único que los diferenciaba era el nombre.

Los resultados en la resolución de los circuitos, fue parejo, es decir, niños y niñas tenían la misma capacidad para llevar a cabo los retos. Sin embargo, y por desgracia, las niñas se mostraron menos dispuestas a optar por el circuito “Muy inteligente”, en tanto los varones, lo tomaban sin reparo y con bastante seguridad.

Resulta bastante triste corroborar que a una edad tan temprana, las niñas sientan que no son lo suficientemente inteligentes, realidad que limita la posible incursión en un área académica como la científica.

Otro estudio realizado por la profesora de Pedagogía, Becky Francis, sostiene que el juego y los juguetes a los que se tengan acceso durante la infancia, influyen en la elección a futuro de las carreras y estudios profesionales.

Los juguetes dirigidos a niñas están basados en estereotipos de género, la mayoría de las niñas juegan a limpiar, cocinar y a cuidar bebés, mientras que los niños juegan con superhéroes genéticamente modificados en laboratorios y bloques de construcción, no es necesario ser científicos para deducir que las opciones diseñadas para las niñas, son parte del problema. 

En esa misma línea, podemos concluir que para promover el interés en ciencia, basta con ser adultos dispuestos a disminuir y erradicar estas preconcepciones históricas y, tal como dijo el personaje de la serie animada Rugrats, “Para que Angélica triunfe en una estructura dominada por el varón, tiene que comer, beber, respirar y sudar autovaloraciónCarlota Pickles, mamá de Angélica.

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