(13-10-2023) Hace algunos días nos despertamos con imágenes que serán muy difíciles de borrar de nuestra mente.
Hamás, una organización política y paramilitar Palestina que se declara yihadista, nacionalista e islamista, se infiltraba en varias ciudades de Israel para llevar a cabo un ataque sorpresa que dejó cientos de muertes, heridos y otros tanto rehenes que fueron trasladados a Gaza y mostrados como trofeos de guerra.
¿De dónde viene el conflicto palestino-israelí?
Las raíces del conflicto palestino-israelí se remontan a los meses posteriores al final de la Primera Guerra Mundial, cuando el territorio de lo que hoy es Israel, además de Cisjordania y la Franja de Gaza, constituían el territorio palestino, bajo mandato colonial británico.
La Sociedad de Naciones, organización internacional creada tras la Primera Guerra Mundial, tuvo por misión prevenir que un conflicto similar ocurriera. Su evidente fracaso quedó en evidencia tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial algunos años más tarde.
Este segundo conflicto, más letal y complejo que el primero, marcó un antes y un después en la historia de la humanidad. Dentro de las atrocidades cometidas, resulta imposible no hablar del Holocausto, cuya intención clara era desaparecer a la raza judía del mapa europeo.
El gobierno alemán, encabezado en aquel entonces por Adolf Hitler, diseñó y ejecutó un plan sistemático de destrucción en masa de judíos, a quienes no solo consideraba una raza inferior, sino que también les caracterizaba como gente malvada que no debía vivir en libertad.
Como consecuencia de las creencias e ideologías del gobierno Nazi, millones de judíos murieron quemados, envenenados o enfermos en “campos de concentración”, creados por el gobierno alemán para encarcelarlos, esclavizarlos y, poco después, asesinarlos.
Además de esto, muchos de ellos murieron por falta de atención médica, alimentos y agua.
Esos abusos de poder obligaron a miles de judíos a emigrar de Europa a otras tierras para encontrar una vida mejor. Algunos de ellos fueron a Jerusalén, su ciudad santa, para construir una nueva patria.
Esta migración, al principio irregular y desesperada, fue complicada desde el punto de vista sociocultural, ya que las ciudades santas y sus alrededores estaban habitados por poblaciones mayoritariamente islámicas.
La situación se tornó aún más tensa, cuando en 1947, poco tiempo después de que la guerra acabara, el mandato británico también llegara a su fin.
En ese punto, las Naciones Unidas, una versión “mejorada” de la Sociedad de Naciones, propuso la creación del Estado de Israel, una nación judía en tierra santa.
El territorio fue dividido entre el recién nacido estado (53% del total de las tierras) y Palestina (47% del total de territorio), a quien le correspondió la zona de Cisjordania, al este del territorio, y la Franja de Gaza, al sur.
Por supuesto, la idea de la existencia de un Estado no Islámico en Medio Oriente no era agradable para los vecinos de Israel. Las guerras regionales en el Medio Oriente de 1949 y 1967 (y las sucesivas) son prueba de ello.
Después de la guerra de 1949 entre Israel y una coalición de países árabes formada por Egipto, Irak, Líbano, Siria y Jordania, el Estado de Israel pasó de tener el control del 53% del territorio a tener el control del 78% del mismo. Mientras tanto, Cisjordania estaba bajo control de Jordania, y la Franja de Gaza estaba bajo control de Egipto.
Aunque los países árabes perdieron esa guerra, persistía la negativa de reconocer a Israel como Estado. Esto los llevó a todos a otra guerra en 1967, conocida como la Guerra de los Seis Días.
Israel también ganó esta guerra, lo que permitió al Estado tomar el control de Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén.
Los territorios ocupados se mantuvieron bajo control de Israel, con algunas condiciones, hasta que, en la década de los noventa, se celebraron los Acuerdos de Oslo para establecer negociaciones entre Israel y Palestina.
Las negociaciones establecieron que una parte de Cisjordania tenía que quedar bajo el control de los palestinos. Unos años más tarde, en 2007, un grupo militar palestino antiisraelí tomó el control de la Franja de Gaza, desde entonces, Palestina tiene, con severas dificultades, el control de ambos territorios.
¿Qué buscan ambos gobiernos?
Desde ese momento hasta ahora, tanto Israel como Palestina han tenido muchas agresiones mutuas y conflictos violentos.
El principal objetivo de Israel es ampliar su control sobre el 22% del territorio que Palestina todavía tiene, mientras tanto, el principal objetivo de Palestina es recuperar el control de los territorios que perdieron con la decisión de las Naciones Unidas en 1947 y en todas y cada una de las guerras que han sostenido contra Israel desde entonces.
Para lograr sus objetivos, Israel ha utilizado sus fuerzas militares para defender los territorios en disputa, matando a miles de palestinos en el proceso.
Por otra parte, Palestina recurre al apoyo internacional de diferentes países y Organismos Internacionales para obligar a Israel a detener el fuego.
Cabe destacar que países importantes como los Estados Unidos de América apoyan firmemente a Israel en forma política, económica e incluso militar. Y en el otro lado, países importantes como Rusia e Irán apoyan firmemente a Palestina en su lucha por la libertad contra Israel.
La ciudad de Jerusalén, tierra sagrada para el 50 % de la población mundial (cristianos, musulmanes y judíos) todavía bajo control de Israel, siempre ha sido reivindicada como la ciudad capital tanto por Israel como por Palestina. A pesar de ello, a los ojos de la comunidad internacional, que ha buscado con desespero una solución pacífica al conflicto, solo son reconocidas a Tel Aviv como capital de Israel y a Ramala como capital de Palestina.
Terrorismo en el conflicto
Un elemento común en todos los conflictos armados del Medio Oriente es la presencia de grupos radicales islámicos que, bajo “mandato divino” se enfrentan a gobiernos, militares, sociedades civiles y demás combatientes en la guerra para hacerse con territorios donde fundar sus propios Estados.
Situaciones similares se han documentado en Siria, Yemen, Irán, Irak y ahora en Palestina.
En el caso palestino, el grupo radical islámico Hamás ha tomado como excusa la causa independentista de Palestina para invadir, bombardear y destruir sectores de Israel, en un intento de hacerse con el territorio y gobernar desde el terrorismo, eliminando en el proceso todo rastro del pueblo judío.
Es preciso comentar que, a la fecha de hoy, ya no se trata solo de un conflicto entre Palestina e Israel, sino de un conflicto entre ambos Estados, donde además participan grupos terroristas que, de momento, apoyan la causa palestina.
Las víctimas de la guerra
El pasado sábado 7 de octubre se supo de una invasión de terroristas de Hamás en un festival musical al sur de Israel, cerca de la frontera con Palestina. Allí se documentó el asesinato, violación y secuestro de -al menos- cien personas.
En vídeos compartidos en redes sociales se pudo ver a civiles siendo trasladados en motos por hombres armados desde el lugar del festival hasta Gaza.
El cuerpo, presuntamente fallecido, de una joven alemana que se encontraba en el festival, fue visto en la parte trasera de una camioneta, siendo pisado por cuatro hombres con armas largas que cantaban gritos de victoria mientras la gente a su alrededor escupía el cadáver de la mujer.
En otro vídeo se pudo observar a una oficial israelí siendo halada por el cabello hacia el interior de un vehículo conducido por hombres identificados con la bandera de Palestina. La joven tenía la camisa rasgada y el pantalón ensangrentado a la altura de la entrepierna.
La respuesta de Israel no tardó en llegar. Desde el sábado por la tarde, la Fuerza Armada Israelí comenzó a bombardear puntos estratégicos en Gaza, donde se presume se escondían los terroristas.
El Jefe de Estado declaró la guerra contra Palestina y, poco después, comenzó la invasión aérea, terrestre y marítima de los territorios palestinos.
Las víctimas fatales de la guerra, solamente en Palestina, ya superan las mil personas. El número en Israel es bastante cercano.
Niños huérfanos, civiles bajo escombros, cadáveres en las aceras y turistas en búnkeres, son algunas de las imágenes impactantes que ha dejado una guerra que, si bien ha tenido un pico de violencia desgarrador, es una y la misma desde hace 75 años.
No se sabe con certeza cuál sea el desenlace del conflicto, pero, sin lugar a dudas, todo pareciera indicar que judíos y musulmanes no se detendrán hasta alcanzar la dominación total del territorio que sienten suyo, aunque ello implique borrar del mapa al oponente por completo.