(28-09-2023) La Emergencia Humanitaria Compleja de Venezuela tiene múltiples frentes y matices, siendo los económicos los que mayor incidencia, ya que mantienen en baja calidad de vida de la población venezolana.
El primer trimestre del año presentó una caída del 8,3 % de la actividad económica nacional con respecto al mismo período del año anterior. El bolívar se devaluó, el poder adquisitivo disminuyó y, con él, disminuyeron las compras.
Con un salario mínimo de Bs. 130,00 (menos de USD 4,00 a tasa de cambio del 25 de septiembre del 2023) resulta imposible que las familias venezolanas costeen los productos de la canasta básica alimenticia, que para el mes de agosto se ubicó en USD 491,00.
Durante el primer semestre del 2023, la inflación acumulada del país se calculó en 121,3 %. Solo el mes de agosto registró un índice inflacionario de 13,6 %, el más alto en lo que va de año.
Aunque el 2022 estuvo marcado por la apertura de más de doscientos restaurantes a nivel nacional, la cifra más alta en al menos una década, hoy, muchos de estos negocios han cerrado sus puertas debido a la poca afluencia de comensales.
A pesar del reinicio de operaciones de importantes empresas petroleras internacionales en Venezuela, el quiebre de la industria petrolera y la consecuente disminución de los ingresos han contribuido a empeorar las difíciles variables que perjudican la economía.
La situación ha ocasionado que la migración forzada venezolana, que supera los siete millones de personas, se incremente con una rapidez alarmante, a pesar de los obstáculos migratorios que los países vecinos han impuesto a los efectos de frenar una ola de migrantes que no pueden o, en algunos casos, no quieren recibir.
Los datos reflejados hasta ahora parecen concordar con la historia reciente del país, que atraviesa la peor crisis de su historia nacional desde hace casi una década, sin embargo, representan un retroceso al ser comparados con la leve mejoría experimentada hace escasos doce meses.
La situación no promete mejorar, por el contrario, aparenta empeorar a medida que el país se adentra en un turbulento proceso electoral de cara a las elecciones presidenciales del 2024.
En definitiva, tras mostrar ligeros síntomas de mejoría durante el pasado año, la economía venezolana ha vuelto, una vez más, a terapia intensiva.