Violencia en Apure: ¿Qué traumas puede ocasionar en los niños desplazados?

Fuente: El Diario

Durante las últimas semanas, usuarios de las redes sociales han hecho eco de los diversos enfrentamientos que han destruido la normalidad de quienes viven en las zonas aledañas a la frontera


El conflicto armado que se registra en Apure desde mediados de marzo ha generado diversas consecuencias. El equipo de El Diario profundizó en las repercusiones psicológicas que pueden acarrear, sustentadas en la información suministrada por especialistas en la materia.

Desde el sábado 20 de marzo, la ONG Fundaredes ha registrado una serie de enfrentamientos armados entre el Ejército venezolano y disidentes de las Fuerzas Revolucionarias de Colombia (FARC) en el estado Apure. Los sucesos han generado que más de 6.000 personas se desplazaran al municipio Arauquita, Colombia, en busca de un refugio; 2.000 de ellas son menores de edad.

Numerosos medios de comunicación han abordado los hechos y detallado el problema. Sin embargo, un factor de vital importancia, es el compendio de riesgos a los que han sometido a las víctimas de quedar traumadas, los cuales son mayores en los infantes.

«Las situaciones violentas, como las que hemos visto en Apure, es decir, las manifestaciones asociadas a los conflictos armados, suelen tener altas probabilidades de dejar traumas o secuelas en niños y adultos, puesto que están asociados a eventos que tienden a comprometer o amenazar la integridad vital. (…) Los disparos, los gritos, los sonidos fuertes, la conmoción, todos estos estímulos conforman un entorno profundamente estresante para los niños y adolescentes, e inclusive puede alterar la percepción de la realidad. Este tipo de situaciones tienden a dejar secuelas”. Abel Saraiba, psicólogo clínico del Cecodap.

El coordinador adjunto y coordinador del servicio de Psicología del Centro Comunitario de Aprendizaje (Cecodap), Abel Saraiba, comentó en entrevista exclusiva para El Diario que no todas las personas expuestas a algún acontecimiento violento sufrirán un trauma, sino aquellos con “menos recursos emocionales defensivos”. Complementó que –bajo esta premisa–, la mayoría de los niños, por no haber completado su desarrollo psicológico, forman parte de este sector más vulnerable.

Michelle Coccaro, psicóloga infantil especializada en Psicología Clínica, afirmó que la edad es un factor determinante en la vulnerabilidad hacia el padecimiento de algún trauma. Ello se debe a la diferencia de conocimiento entre un adulto y un niño.

Mientras los recursos cognitivos sean mayores para entender y responder idóneamente ante una situación de estrés, la serenidad y control de las emociones se mantendrán estables, por lo que es menos probables sufrir un trauma.

«El efecto es contrario si existe escasez de conocimientos y por tanto, escasez de control. Mientras menos dominio tenga una persona sobre algún suceso, el impacto emocional es más fuerte. No es lo mismo saber cómo reaccionar, qué hacer o adónde ir en algún caso, a quedar paralizado. Claro que un niño es más propenso a padecer de traumas por situaciones que para un adulto son más comprensibles y llevaderas”, acotó Coccaro.

Gravedad de los traumas en la niñez

De acuerdo a Saraiba, los seres humanos son capaces de seguir con su vida y aprender a vivir con experiencias traumáticas independientemente de su edad. No obstante, en el caso de las personas que las sufren en su niñez, el efecto es mucho más perjudicial y se potencia en casos de “traumas complejos”, que son los que tienden a generarse por sucesos como los ocurridos en Apure desde mediados de marzo.

El coordinador adjunto de Cecodap dijo que un trauma puede suponer consecuencias mucho más profundas en la formación del niño o adolescente.

“Se debe tener presente que el niño está desarrollando su personalidad y los cimientos sobre los cuales edificará posteriormente su concepto como persona. En la medida en que estos cimientos se vean afectados por situaciones críticas de violencia, estaremos hablando de una fragilidad posterior en la vida adulta que será mucho más compleja”, puntualizó.

Coccaro concordó con esta idea y agregó el rol de los responsables del menor de edad. Los niños, señaló, dependen de un adulto que los proteja y tome decisiones por ellos –figura que suele ser la paterna, materna o ambas–. Por lo tanto, no están acostumbrados a elecciones complejas y el no tener control sobre ellas, como en los casos de violencia, hace que se sientan más intranquilos y con la inseguridad de si están haciendo lo correcto. Esto los somete a una presión mayor.

«Además, en casos como Apure, donde hubo movilizaciones y muertes alrededor, si a un niño le quitan su principal figura de protección, ya sea porque los separaron, se perdieron o les dispararon, la sensación de inseguridad, angustia y miedo incrementan, agudizando aún más el trauma”, reveló la psicóloga especialista en infantes.

Complicaciones en Apure

Pocos días después de que iniciaran los altercados en La Victoria, Apure, el director de Migración Colombia, Juan Francisco Espinosa, notificó sobre la creación de albergues para recibir a las personas que escapaban de la violencia desenfrenada en las adyacencias de la frontera.

“Es un hecho lamentable que se produce en Venezuela (Apure) y que afecta a Colombia, por lo cual estamos haciendo todos los esfuerzos para la protección de estos seres humanos”, dijo Espinosa.

El alcalde de Arauquita, Etelivar Torres, anunció que la capacidad de atención humanitaria, así como el sistema de salud, habían colapsado, e instó a la comunidad internacional a brindar apoyo para el tratamiento de los migrantes.

Al respecto, Espinosa dijo que la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) suministró 60 carpas. Asimismo, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) donó alimentos y se inició una fase de prueba covid-19 para así verificar el estado de salud de estas personas provenientes de Apure.

Algunos testimonios civiles acusan a los cuerpos de seguridad del régimen venezolano de haber ejecutado procedimientos criminales en contra de los campesinos locales. No obstante, el ministro para la Defensa, Vladimir Padrino López, niega estas afirmaciones. 

Posibles consecuencias de un trauma

Estudios psicológicos han demostrado que las secuelas de un trauma de naturaleza altamente violenta pueden tener efectos a corto, mediano y largo plazo.

De manera inmediata o al cabo de pocas horas después del contacto con la situación traumática, puede haber manifestaciones de irritabilidad, cambios de humor y de episodios que antes no sucedían, como confusión, dificultad para mantener la concentración, angustia aparentemente ilógica, entre otros. Según Saraiba, estos síntomas tienden a aparecer de tres a seis meses cuando son efectos a mediano plazo.

Dependiendo de la cercanía a la exposición de los hechos, recursos emocionales, contexto y características individuales de cada niño, se pueden desencadenar consecuencias a largo plazo. Algunos de estos podrían ser: trastorno de ansiedad generalizada, estrés postraumático, predisposición a futuras adicciones de sustancias psicotrópicas, modo de vida despreocupado y sin precaución, aumento de probabilidades de desarrollar cuadros depresivos y afectaciones profundas en el comportamiento.

La línea entre un trauma y un trastorno

Cuando ocurre un trauma es normal que haya ciertos tipos de comportamientos que son normales y esperados. Sin embargo, cuando estas reacciones se mantienen por un tiempo muy prolongado y no se terminan de sanar, se habla de un trastorno como secuela de algún trauma.

La psicóloga Michelle Coccaro consideró que las conductas y reacciones específicas que se mencionarán a continuación persisten por más de tres o cuatro semanas, se podría empezar a sospechar que el trauma está evolucionando a trastorno.

Cuando los niños pierden el control de los esfínteres por un periodo de tiempo mayor al mencionado, podría ser enuresis y encopresis, trastornos que anulan o disminuyen el control para la liberación de orina o heces. Es menester tener en cuenta que estos padecimientos no son lo mismo que la incontinencia urinaria o fecal, en las que la detonante no es una falla en el sistema psicológico, sino en el sistema orgánico.

La falta o exceso de las horas de descanso, igualmente, pueden derivar en el trastorno del sueño –también conocido como perturbación del sueño– si se mantiene por el tiempo determinado por los profesionales de la psicología.

El trastorno de la alimentación es similar al del sueño. Se traduce en los desbalances alimenticios, tanto por comer demasiado como por comer poco.

Si el niño es muy pequeño y no ha aprendido a hablar correctamente el idioma, también es propenso a desarrollar el trastorno del lenguaje, el cual se identifica por la dificultad elevada para aprender palabras.

Características de los traumas

La información brindada por Coccaro evidencia algunas características comunes en los traumas:

  • Tuvo que haber sido un acontecimiento lo suficientemente estresante para la persona que lo sufre y por tanto, las repercusiones que deja son negativas; nunca es producto de un suceso agradable con secuelas positivas.
  • Es un acontecimiento que excede la capacidad del individuo para manejar la situación.
  • Tiene que haber ocurrido de una manera repentina e inesperada; no es algo que se pudiera prevenir.
  • Pesadillas frecuentes e intensificadas.
  • Resistencia a hablar de lo que pasó: no se expresa con claridad, no reconoce lo que vivió ni las emociones que experimentó.
  • En el caso de los niños, se manifiesta un miedo intenso por desprotección e inseguridad.
  • Deja un rastro en la memoria, una marca que es imborrable. Siempre se va a recordar.

Superación de un trauma

Saraiba estimó la superación de un trauma como un proceso de elaboración psíquica en donde se asimile toda la experiencia. “Para ello es preciso poder identificar en palabras los sentimientos asociados a la situación, identificar los pensamientos, aceptar los roles y recordar las decisiones tomadas. Es fundamental expresarlo”, apuntó. También dijo que es una metodología que ayuda a muchas personas.

No obstante, continuó el representante de Cecodap, está totalmente contraindicado obligar a las personas a hablar. Esto es para tener en consideración respecto a las personas a las que se les dificulte enunciar y revivir la experiencia. Agregó que los niños y adolescentes suelen necesitar mayor tiempo para llegar al punto de poder hablar lo sucedido.

«La persona tiende a evitar a toda costa el sufrimiento emocional y se esfuerza, gasta energía evitando ese recuerdo negativo, y cuando la persona está enfocada en evitar ese recuerdo, en no contactar con él, genera el efecto contrario: mientras más se evite, más está ahí, más traumante se vuelve. En cambio, cuando se afronta, cuando se lidia con eso, se va sanando el trauma”. Michelle Coccaro, psicóloga infantil especializada en Psicología Clínica.

Los psicólogos concuerdan en que cada persona es un caso totalmente diferente y se debe tratar como tal, por lo que los tiempos para hablar, la asimilación y aceptación varía en los tiempos de cada individuo y deben ser respetados. Asimismo, se aconseja a la familia de los afectados, abrir espacios para que jueguen, representen y hablen de la experiencia que los traumó, así como apoyarse en ayuda psicológica profesional. 

A pesar de que la mayoría de los niños en Arauquita cuentan con carpas y alimentos que han suministrado organizaciones internacionales, y han sido examinados por equipos médicos, también es oportuno atender su salud psicológica, de acuerdo a la perspectiva y recomendaciones de los expertos, después de haber protagonizado hechos emocionalmente contundentes, como los vividos en Apure. 

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