Simón Bolívar

Venezuela celebra en extrema pobreza el cumpleaños 240 de su libertador

Por Francisco González/Caleidoscopio Humano

(24-07-2023) La independencia de los pueblos hispanoamericanos fue sin lugar a dudas un proceso violento, repleto de sacrificios y bañado en sangre de inocentes. Son muchos los nombres que pasaron a la historia como mártires, héroes y líderes de estos movimientos independentistas que lograron expulsar a la corona española de la América Latina.

Desde el norte hasta el sur, personalidades como Miguel Hidalgo, Antonio José de Sucre y José de San Martín figuran entre los más honrados.

Para la región centro-norte de Suramérica, el héroe más importante es Simón Bolívar.

Nacido en Caracas el 24 de julio del año 1783, Bolívar fue un destacado militar y político venezolano, cuyo profundo amor por la libertad lo llevó a liderar batallas en contra de las fuerzas españolas, que alcanzaron la libertad de lo que hoy conocemos como Colombia, Ecuador, Panamá, Bolivia, Perú y Venezuela.

La figura de Bolívar pasaría a la historia como sinónimo irrefutable de coraje, valentía, heroísmo, poder y convicción. Este legado patriótico, casi configurado en el ADN de los latinoamericanos, ha sido utilizado como estrategia de discurso y manejo político por infinidad de gobiernos de turno en los países previamente mencionados.

El caso venezolano, lejos de ser una excepción, es el ejemplo perfecto del uso y arraigo al ideal bolivariano.

La llegada al poder de los factores más radicales de la izquierda, corriendo los últimos meses del siglo pasado, no hizo más que exaltar el ideal bolivariano en Venezuela. De hecho, con la Constitución de 1999, el nombre del país cambiaría de República de Venezuela a República Bolivariana de Venezuela.

El gobierno de Chávez se aferró a la idea de llevar el espíritu bolivariano a todos los pueblos del continente.

Dicho bolivarianismo se construye sobre un exacerbado nacionalismo y se codea con aires de valentía y heroísmo, aspecto que representa en sí mismo un estorbo para los intereses de naciones poderosas en la región, quienes vieron en el modelo socialista bolivariano de Venezuela una legítima amenaza.

El sentir bolivariano, que ya se traía desde el nacimiento de la República, se hizo calar aún más en los venezolanos, a quienes el chavismo llamó en incontables ocasiones hijos e hijas de Bolívar. La idea de la herencia cultural del libertador en los venezolanos es algo que forma parte de su identidad como pueblo y, si bien ello puede traer ventajas, también puede ser utilizado como arma.

El personalismo político y el populismo son grandes amigos del chavismo. El martirizar a Chávez ha sido una estrategia exitosa del madurismo en su intento de perpetuarse en el poder. Y una de las características de este fenómeno es la narrativa de que Maduro es hijo de Chávez y, a su vez, este último es hijo de Bolívar.

Para un pueblo azotado por la pobreza y por la peor crisis de derechos económicos, sociales y culturales de su historia, la idea de un pseudo-descendiente del libertador a la cabeza de la nación fue atractiva, ello implicaría zafarse del yugo de lo que se les vendió como el enemigo: empresarios, naciones capitalistas, los ricos (…) y aferrarse una vez más a la figura de un libertador que expulsara al enemigo tal y como hizo Bolívar doscientos años antes.

Así pues, con el chavismo, el bolivarianismo pasó de ser un ideal a ser un estilo de vida, que ha impregnado el discurso, la estrategia y el manejo de los asuntos públicos del país desde hace más de veinte años.

Los índices de calidad de vida, desarrollo económico, desnutrición, diáspora e inseguridad hablan por sí solos, el modelo social-bolivariano fue un total fracaso.

Sin duda alguna, la figura de Simón Bolívar es motivo de orgullo para Venezuela, sin embargo, el abuso sobre su legado y la irresponsable manipulación de un pueblo necesitado, han sido parte de una atroz estrategia política que ha hundido al país más próspero de la región en un espiral de pobreza difícil de superar.

La reconstrucción de Venezuela es la gran tarea que los verdaderos hijos e hijas de Bolívar tienen por delante.

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