Francisco González/Internacionalista e Investigador de Caleidoscopio Humano
(08-05-2025) A principios del mes de abril, las redes sociales se inundaron de noticias, imágenes y vídeos relacionados con el transfemicidio de Sara Millerey, una joven trans asesinada en Colombia en un aparente crimen de odio.
El asesinato de la joven, que fue encontrada aún con vida en una quebrada de agua, con sus extremidades rotas y con rastros evidentes de violencia, causó indignación en defensores de derechos humanos de todas partes del mundo, en especial entre defensores de derechos de las personas LGBTQI+.
Esto, sin embargo, no es una realidad exclusiva de Colombia.
A pesar de que los medios venezolanos no han dado la debida atención a estos casos, la realidad es que los transfemicidios también ocurren con frecuencia en el país.
El Observatorio Venezolano de Violencias LGBTQI+ documentó, entre 2008 y 2023, al menos 137 transfemicidios cometidos en Venezuela.
El 2023 fue un año particularmente violento para las personas trans, pues se documentaron cuatro transfemicidios, cifra bastante elevada en comparación a uno documentado en 2022 y otro en 2024.
Aunque el modus operandi de los agresores varía en cada caso, son frecuentes la asfixia mecánica y el uso de armas blancas para cometer tales delitos.
Las personas trans, además de ser víctimas de un nivel excesivo de violencia, son revictimizadas después de su muerte. En los medios venezolanos es común usar sus deadnames (nombre usado antes de la transición) en lugar del nombre con el que se identificaban en vida.
En algunos casos, los medios se refieren a las víctimas por sobrenombres peyorativos con los cuales eran conocidas en sus comunidades, lo cual no deja de ser, por demás, irrespetuoso y transfóbico.
Sin duda alguna, en medio de la difícil situación que las mujeres venezolanas enfrentan, las mujeres trans se ven perjudicadas de manera diferenciada por la violencia machista que azota al país.
