Fuente original: Crónica Uno. – Residentes de comunidades vulnerables, tanto rurales como urbanas, viven con miedo al crimen, a la policía y a la arbitrariedad, reveló un informe del Laboratorio de Ciencias Sociales.
Caracas. En una comunidad rural al norte del estado Anzoátegui los abastos bajan la santamaría poco antes de las 5:30 p. m. y los vecinos se aseguran de cerrar bien sus puertas. Desde febrero la comunidad se ve obligada a tomar medidas para protegerse de la creciente inseguridad.
Josué*, de 21 años de edad, estudia Administración y asiste tres veces por semana a la universidad. Para llegar a tiempo a sus clases, camina tres cuadras y aborda el primer autobús que sale desde la parada cuando aún no ha amanecido.
A veces procura encontrarse con algunos amigos para ir acompañado y antes de salir de su casa se guarda el teléfono y la cartera en un bolsillo interno de la chaqueta. Teme convertirse en la próxima víctima de la delincuencia.
“Vivíamos tranquilos, pero en los últimos meses ocurrieron varios robos, principalmente hacia las personas que caminan solas o venden mercancía en la calle. La gente se protege como puede”,
Una investigación del Laboratorio de Ciencias Sociales (Lacso) reveló que, en este primer semestre del año, el temor a la inseguridad se consolidó como un miedo específico entre la población venezolana, especialmente en los sectores populares.
Preocupación latente
Durante su intervención en el foro “Prospectiva Venezuela, escenarios del segundo semestre de 2025”, organizado por la UCAB, Roberto Briceño León, director del Observatorio Venezolano de Violencia, explicó que en los barrios persiste una preocupación latente por el regreso de la inseguridad, perpetrada por personas con potencial de reincidencia delictiva.

Según el experto este temor tiene su origen en la narrativa promovida por el gobierno de los Estados Unidos sobre la banda criminal Tren de Aragua y el retorno de migrantes deportados.
En marzo de este año, 200 venezolanos presuntamente vinculados con dicha organización fueron enviados a El Salvador por la administración de Donald Trump.
El Departamento de Seguridad estadounidense acusó a estos migrantes de cometer robos, estafas, conspiración, violaciones y asesinatos. Sin embargo, no en todos los casos se comprobaron estos cargos.

En contraste con estas acciones, el gobierno de Nicolás Maduro aseguró que ninguno de los deportados pertenece a la mencionada banda delictiva. Hasta el pasado 10 de mayo, un total de 4200 connacionales fueron repatriados en 21 vuelos provenientes de Estados Unidos.
El sociólogo indicó que parte de estas disputas entre ambos gobiernos incrementó el miedo entre las familias, que ahora sienten amenazada su seguridad con la llegada de los repatriados. “La gente piensa que podría volver a la situación de delincuencia que teníamos hace unos seis años”.
Miedo ante la persecución
La arbitrariedad policial y la vigilancia ejercida por parte de los jefes de calle en las comunidades también han profundizado la sensación de desamparo y desconfianza hacia los cuerpos de seguridad, documentó el informe.
Briceño León indicó que esta situación ha llevado a algunos ciudadanos a recurrir a los jefes de bandas locales en busca de protección o “justicia”.
“Después de las elecciones del 28 de julio mucha gente fue detenida por denuncias de los jefes de calle. Como en cualquier situación, había motivos personales, pero también razones estrictamente políticas. Eso genera una sensación de miedo y tristeza”, señaló.
En el último informe de la felicidad de 2025, Venezuela descendió del puesto 79 al 82. Este resultado ubicó al país como el menos feliz de América Latina. De acuerdo con el estudio, factores como la migración forzada, la crisis humanitaria y la falta de garantías democráticas influyeron en la baja calificación.

El investigador explicó que la tristeza y el temor vienen acompañados de manifestaciones más cercanas a la violencia, como la llamada rabia muda, producto de la frustración por el deterioro de la calidad de vida y la desigualdad social.
“Hay una percepción general entre las personas. Sienten que trabajan y se esfuerzan más, pero su situación no mejora, mientras que por otro lado, ven gente vinculada a los partidos que sin hacer mucho vive en mejores condiciones”,dijo.
Briceño puntualizó que existe una desigualdad de ingresos y un desbalance en la regulación de los beneficios otorgados por el gobierno. En el plano social, estas manifestaciones se suman a otros factores, como la creciente incertidumbre sobre el futuro y la preocupación ante el complejo panorama económico.
(*) Se modificó el nombre de la fuente por medidas de protección.