En Rusia los homosexuales no son bienvenidos: durante el Mundial de Fútbol una ONG contra el racismo en el deporte llegó a publicar una guía para homosexuales y minorías
«Ya he hablado públicamente sobre ello y lo repetiré una vez más: mientras yo sea presidente, esto no va a ocurrir. Seguirá habiendo ‘papá’ y ‘mamá'»: así de claro se ha manifestado el presidente ruso, Vladímir Putin, acerca de la posibilidad de modificar la definición de ‘matrimonio’ que aparece en la Constitución. Putin, en el poder desde hace dos décadas (como presidente o como primer ministro), anunció el pasado mes una serie de cambios radicales que pretende acometer en la Carta Magna rusa y que se creen diseñados para poder extender su control sobre el poder tras su salida del Kremlin, prevista para 2024. En el marco de estos debates, se han presentado algunas propuestas, entre ellas una para redefinir el concepto de matrimonio en el país.
Sin embargo, ya ha dejado claro que no permitirá que la clasificación tradicional de ‘padre’ y ‘madre’ sea modificada por conceptos como ‘progenitor número 1’ y ‘progenitor número 2’, tal y como recogen los medios rusos. Durante sus dos décadas al mando del país, Putin se ha venido alineando cada vez más con la Iglesia Ortodoxa y ha tratado de distanciar a Moscú de los valores liberales occidentales, especialmente en materia de homosexualidad y diversidad de géneros. De hecho, el año pasado la distribuidora rusa de ‘Rocketman’ la película biográfica de Elton John, censuró varias escenas de sexo homosexual y consumo de drogas para que fuera «en consonancia con la legislación rusa».
También en 2019 varias cárceles de Moscú decidieron suspender las clases de yoga en prisión porque, según consideraban las autoridades competentes, podrían estar creando homosexuales. Desde hace años se viene hablando, asimismo, de la existencia de campos de concentración para homosexuales en Chechenia, después de que varios periodistas de un diario ruso acreditaran su existencia. El Gobierno de la región se defendió asegurando que era algo imposible porque «en Chechenia no hay gais».
En cuanto a derechos de los homosexuales, los países asiáticos parecen no coincidir con muchos de los países europeos, donde el matrimonio entre personas del mismo sexo es legal desde hace años: no solo en Europa, una treintena de estados de diferentes partes del mundo ya reconocen como legales las bodas entre personas del mismo sexo. Taiwán, que se sumó a esta lista en mayo de 2019, se convirtió en el primer país del continente asiático en hacerlo; China, por su parte, sigue considerando que el matrimonio homosexual no se «ajusta» a sus tradiciones y a su cultura.
Antes del último Mundial de Fútbol, que se celebró en Rusia el verano de 2018, la organización FARE (Football Against Racism in Europe), se vio obligada a presentar una guía sobre cómo actuar en el país en caso de ser homosexual o pertenecer a alguna minoría étnica, dada la situación en el país. «Id a la Copa del Mundo, pero sed cautelosos», llegó a decir Piara Powar, director ejecutivo de la ONG. Hace algo más de dos años, una pareja homosexual rusa que logró legalizar su matrimonio, contraído en Dinamarca, aprovechando un vacío legal, tuvo que huir del país ante «la amenaza real» a su libertad y seguridad.