El joven, el primero que murió en manos de los guardias nacionales durante las movilizaciones de 2017, cayó el 13 de abril del año pasado en Lara, el estado donde estos efectivos cometieron la mayor cantidad de asesinatos: 10 en total. Los victimarios, a pesar de haber sido solicitados por las autoridades, fueron trasladados a otras zonas y gozan de libertad plena
(17-04-2022) “Muchos dicen que se cumple un año, para mí es como si hubiera sido ayer. Es difícil mantener una sonrisa, aunque en ocasiones me desmorono, pero aún no acepto que Gruse está muerto”, comenta Ana Canelón, hermana del estudiante y comerciante Gruseny Antonio Canelón Scirpatempo, de 32 años de edad, conocido también como Tony o Gruse, a quien funcionarios de la Guardia Nacional le dispararon a quemarropa el 11 de abril de 2017 en medio de una manifestación en contra del gobierno que se registraba en el Distribuidor Bellas Artes en Cabudare, municipio Palavecino del estado Lara.
El joven, que fue torturado y estuvo dos días hospitalizado, murió el 13 de abril a las 3:00 am. Fue el tercer caído en Lara en el contexto de las protestas contra Nicolás Maduro del año pasado, aunque los disparos de perdigón que lo mataron los recibió el mismo día que las otras víctimas: Miguel Ángel Colmenárez y Brayan Principal. Por su muerte se libraron 14 órdenes de captura en contra de funcionarios de la GNB, quienes hoy en día siguen libres.
Tony fue además la primera víctima de los guardias nacionales durante las movilizaciones de 2017 y cayó justamente en el estado donde estos efectivos dejaron más víctimas fatales: 10 en total, de acuerdo con cifras recabadas por Runrun.es. En Miranda, 8 personas murieron en manos de los militares, mientras que otros cuatro lo hicieron tanto en Carabobo como en Táchira. En los cuatro meses de manifestaciones, los uniformados de ese cuerpo mataron al menos a 30 personas y, de estas, solo cinco superaban los 35 años de edad.
Ana está sentada junto a su prima Yicsney Rodríguez, a quien Tony solía presentar como su “hermanita menor” porque se crió con ellos. Ambas se encuentran de visita en el apartamento de Ana Cristina Herrera, la mujer que su hermano amó. No la ven como la cuñada, sino como una miembro de la familia.
Ana Cristina es la primera en hablar. Dice que en estos 365 días posteriores al asesinato de Tony, sus sentimientos han sido una montaña rusa. “Obviamente ya se vive de una forma diferente, sientes una ausencia, es algo que se va a llevar siempre”, afirma justo cuando rompe en llanto. El dolor no la deja hablar.
Ana Cristina y Tony tenían dos años de relación cuando a él lo mataron. Ella supo que su novio había sido muy activo en las protestas de 2014 y estaba consciente de que él quería un cambio para su país y estaba dispuesto a luchar por ello. En varias de las primeras manifestaciones de 2017 en Lara, Tony había participado. Sin embargo, a ella jamás le pasó por la cabeza que lo perdería en esa circunstancia.
“Me encantaría saber que esas personas están pagando, pero nada me lo va a devolver. Yo creo que se logró algo en Venezuela a raíz de tantas muertes, porque no fue él solo, fueron 130. Nunca vamos a decir que valió la pena, pero por lo menos decir que sirvió de algo, que tengan su reconocimiento, porque no todo el mundo tiene las agallas, incluyéndome”, sentencia Ana Cristina.
Entre la familia hay varios sentimientos encontrados en cuanto a lo que le pasó a Tony. Su hermano Alan está totalmente cerrado, busca esconder lo que siente y no habla de lo sucedido. Sus parientes, aunque preocupados por su actitud, saben que es su forma de llevar el duelo.
Yicsney, la “hermanita menor”, lo percibe de otra manera. Ella desde 2014 también ha estado en las calles para exigir la Venezuela libre en la que quiere seguir viviendo. Siente rabia porque después de tantas muertes observa que todo sigue igual. “Es complicado ver cómo la vida de tantos jóvenes vale solo un bono o una caja del CLAP”, dice.
En un momento de la entrevista, la joven lee en su teléfono un viejo escrito en el que explica cómo le cambió la vida al perder a Tony.
“Podría describir muchos cambios después de su partida en este primer año: como el vacío que dejó en nuestros corazones, (saber) que en las fechas decembrinas ya no estará presente, tratar cada día de entender por qué (se fue) de esta manera, preguntarme dónde está la justicia de mi país, buscar cada día explicaciones a la indiferencia de los venezolanos ante esta situación y ante lo que ha sucedido desde 2014, aprender a controlar cada sentimiento de dolor y de rabia. Desde el 13 de abril de 2017, simplemente nuestra vida dio un cambio de 180 grados, y no solamente para la familia de Gruseny Canelón (Tony), sino también para cada familiar de los jóvenes caídos… Es un pedazo de ti que se va con ellos, quedando una familia disfuncional, sueños que no se cumplieron, abrazos que no se dieron y miles de te amo que faltaron por decir”, lee.
Yicsney también reflexiona sobre cómo aún están en libertad los autores del crimen de Tony. Tiene esperanza de que aún se puede hacer justicia. Sabe que son crímenes de lesa humanidad y que no prescriben.
“Espero que cada responsable de cada una de esas muertes, de la muerte de Gruse, no estén libres. Espero que los representantes de la justicia de este país actúen conforme a los principios y valores. Espero un gobierno capaz de aceptar que está fallando; que su ideología sólo está llevando al pueblo venezolano a un abismo, espero que termine la violación de los Derechos Humanos. Solo espero la Venezuela libre por la cual lucharon esos jóvenes… Aunque vale acotar que nada de eso nos los devolverá, pero aliviará un poco el sentimiento de frustración de cada uno de nosotros”, sentencia.