Fuente original. – Jóvenes venezolanas, impulsadas por la crisis económica, recurren a aplicaciones de “novias virtuales”, en las que les prometen altos ingresos en poco tiempo. Expertas alertan que esta modalidad es una fachada para redes de trata y explotación sexual, donde la captación es digital y las víctimas raramente denuncian por miedo o estigma social.
Caracas. Angélica*, de 23 años, encontró en las aplicaciones de “novias virtuales” una forma de ganar más dinero que su empleo de recepcionista, pero detrás de la promesa de ingresos fáciles se esconden riesgos que pocas veces se denuncian y que expertos en trata de personas alertan sobre su creciente visibilidad.
Su amiga le aseguró, basándose en su propia experiencia, que podía llegar a ganar 200 dólares semanales o más. El ingreso final se determinaba por la cantidad de horas que invertía en su trabajo como “novia virtual” para una aplicación web.
Una “novia virtual” es una persona que ofrece compañía y comunicación en línea, a veces con contenido explícito, a cambio de pagos a través de plataformas digitales.
Al principio, lo dudó. Sin embargo, su amiga le aseguró que con esto podría cubrir lo que necesitaba, sin depender de su empleo, cuya paga era de 35 dólares por semana. “A la tercera semana de comprobar que era cierto, opté por dejar lo que hacía. Ahora me dedico a esto”, confiesa en entrevista con Crónica Uno.
En ocasiones, le resulta incómodo, pues durante las llamadas con los usuarios, una de las condiciones para que le “regalen” monedas es mostrar partes de su cuerpo y cumplir las peticiones de quienes solicitan llamadas privadas con ella.
“Debo admitir que vale la pena porque no salgo de mi casa, organizo mis horas y gano hasta 250 dólares por semana. Mi novio al principio estaba incómodo, pero después vio que valía la pena. Esto es un trabajo como cualquier otro, al que se le dedican horas y esfuerzo”, recalca.
Las “monedas” mencionadas son la forma de pago virtual dentro de la aplicación, que luego pueden convertirse en dinero real.
Sin garantías
Para alcanzar la cifra mencionada, Angélica trabaja entre seis y ocho horas al día, durante seis días a la semana. Algunos usuarios solo buscan conversar, sin pedir contenido explícito a cambio.

La joven de 23 años insiste en que ingresó a través de una agencia que le enseñó a manejar la aplicación y prevenir riesgos. “Nos decían que bajo ningún concepto debíamos darle nuestros números, redes, o datos personales a los usuarios. También debemos tener cuidado de ver si no nos están grabando. Sabes que hay personas que usan el material para venderlo”, cuenta.
Tampoco confía en las promesas que recibe “de vez en cuando”, con posibilidades de llevarla a otro país.
Antes de decidirse a ingresar, retoma, buscó varias agencias en sus redes personales, que ofrecen asesoría gratuita y prometen ingresos sin inversión, específicamente para mujeres. Estas agencias actúan como intermediarias: gestionan la relación con los usuarios, pero no siempre garantizan la seguridadtotal.

Educar para prevenir
Beatriz Borges, directora ejecutiva de la Organización No Gubernamental Centro de Justicia y Paz (Cepaz), indica que la trata a través de estas aplicaciones se ha hecho cada vez más visible en el mundo, pero las cifras son subestimadas.
“La mayoría de los casos no se denuncian y no hay estadísticas. Las ONG y organizaciones internacionales han alertado y hecho visible esta modalidad que está en crecimiento”, acota.
Afirma que en países como Venezuela, factores como la crisis humanitaria crean un terreno fértil para la captación de víctimas de trata: “Factores como la pobreza, falta de empleo, migración forzada, ruptura familiar y un ambiente de desesperanza. A esto se suman factores emocionales y psicológicos como la soledad, baja autoestima, necesidad de afecto o reconocimiento, desatención; son capas de vulnerabilidad que se van acumulando”.
Enfatiza en que, más que juzgar decisiones individuales, se deben visibilizar los riesgos para “salvar vidas” y prevenir.
“Si algo suena muy bien, hay que pensarlo dos veces y seguramente es falso. La educación digital es una herramienta importante para cortar el ciclo de captación y tener criterio ante las cosas que aceptamos”, dice la activista.
Las alertas
“Hay unos clientes que me dicen que están enamorados, que me dan el cielo y la tierra, pero qué va. Uno sabe lo que eso puede significar. Además, al menos a distancia, nadie raro tiene que tocarme. Solo me ven”, recalca.
Angélica señala que quienes hacen estas ofertas “generalmente” son hombres “atractivos” y de supuesta nacionalidad europea.
“No todos se muestran ante cámara. Yo tengo usuarios con los que jamás he tenido llamadas, entonces eso lo hace más dudoso. Claro, no me importa porque al final si les vendo contenido, me pagan. Pero asumo que quizás, si hay alguna muchacha que no sabe, que entra por su cuenta y está desesperada, puede caer fácil en algo peligroso”, plantea.
“Otros ofrecen enseñarte a usar los beneficios de la aplicación a cambio de fotos. Eso también es dudoso”, añade.

Estefanía Mendoza, coordinadora general de Mulier Venezuela, explica que la propuesta de ser “novias virtuales” ofrece la ilusión de estabilidad económica y afectiva. Pero muchas veces está vinculada a explotación sexual, prostitución y modelos de captación de trata de personas.
En otros casos, para mujeres de 40 años en adelante, brinda la oportunidad de “conseguir” una relación romántica, así como estabilidad económica a través de un usuario extranjero.
“Muchas veces estas ofertas están relacionadas con temas de explotación sexual, prostitución y modelos de captación de trata de personas. Son modelos que apuntan no solo a las venezolanas, sino otras nacionalidades como dominicanas o colombianas. Pero la lógica siempre es la misma: Ofrecer un contacto con un hombre, preferiblemente europeo, de cierta edad, que va a resolver, que te va a aceptar como pareja y que a partir de ese vínculo afectivo sexual vas a tener la estabilidad económica que necesitas e incluso vas a salir del país”, dice la experta.
Desde Cepaz, Beatriz Borges recuerda que aunque mujeres, niñas y adolescentes son más vulnerables, hombres y personas de otras comunidades también pueden ser víctimas.

Los captores
Borges aclara que quienes están detrás de estas redes de trata –considerado el tercer delito más lucrativo del mundo– no son individuos aislados.
“Hay redes trasnacionales de crimen organizado con estrategias sofisticadas de engaño y explotación sexual y laboral, con diferentes actores en los nudos de la cadena para cometer estos delitos y violar Derechos Humanos”.
Detalla que la captación actual se facilita con las tecnologías, mediante el uso de perfiles relacionados con la edad e identidad de la víctima.
“Se crean perfiles atractivos, simulan relaciones afectivas, generan un espacio de confianza a través de conversaciones constantes y luego se manipulan con falsas promesas”, describe.
Responsabilidad ética
Borges afirma que las empresas tecnológicas tienen responsabilidad ética y legalde invertir en sistemas que detecten estas situaciones de manera temprana, ofrecer canales de denuncia efectivos y mantener una autorregulación adecuada frente a crímenes de esta magnitud.
Estefanía Mendoza añade que la responsabilidad es compleja. “Tienes la encriptación, porque no es posible acceder fácilmente sin unos requisitos que aseguren que no es una violación a la privacidad y datos de la persona. Todo esto genera la necesidad de control judicial que es necesaria, pero ciertamente es más complejo. No se pueden acceder a conversaciones de WhatsApp, es difícil, por eso hay que hacer hincapié en la prevención”, destaca la activista.
Ambas concuerdan en que las víctimas enfrentan dificultades para denunciar, por miedo, culpa, consentimiento percibido, viajes acordados o estigmas asociados a la prostitución, especialmente en Latinoamérica, lo que favorece a los delincuentes.
Ni tan “bendecidas”
Mendoza subraya que la cosificación del cuerpo de las mujeres venezolanas, la narrativa de las misses y “las mujeres más bellas”, ha intensificado la sexualización de las migrantes venezolanas, quienes son abordadas con ofertas de encuentros sexuales o pagos por intercambio.
“Toda este discurso de las mujeres que tienen sugars o son bendecidas y afortunadas, han dado una narrativa a la cosificación del cuerpo de las mujeres como una moneda”. advierte.
No obstante, la experta cuestiona que se culpe a las jóvenes por adoptar planes de vida basados en modelos que normalizan la explotación o la dependencia.
“Se van naturalizando estas situaciones que en algunos casos son voluntarias, pero en otros naturalizan estas formas de explotación o incluso genera un marco de referencia en las mujeres, niñas y adolescentes, que escuchan que tienen que estar buenotas y buscarse un hombre que las mantenga, que las represente, entonces, ¿por qué las vamos a culpar de que ese sea su plan de vida?”, reflexiona.
El relato de Angélica no solo ejemplifica la búsqueda de ingresos en un contexto de crisis, sino que también revela la tensión entre autonomía y vulnerabilidad frente a riesgos que suelen permanecer ocultos.
Las expertas puntualizan que una decisión personal puede generar consecuencias que trascienden la percepción inmediata, por lo que la educación digital y social se configura como clave para prevenir daños mayores