Por Stefanny Aguirre/Caleidoscopio Humano
(07-04-2022)
Si bien el artículo 13 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos prevé un amplio grado de libertad de expresión al garantizar el derecho a “buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole”, este no es un derecho absoluto, las expresiones de odio no son parte de la garantía de protección del artículo mencionado, pues se entiende que “estará prohibida por la ley toda propaganda en favor de la guerra y toda apología del odio nacional, racial o religioso que constituyan incitaciones a la violencia”.
Entonces, ¿Qué fue lo que ocurrió con los medios de comunicación en la Ruanda del año 1994?
Los discursos de odio contra los tutsis se hicieron parte del día a día en Ruanda. En tan sólo 100 días fueron asesinados con la violencia más atroz entre 800.000 y 1.000.000 de tutsis, más del 15 % de la población, provocando además un aproximado de 2.000.000 de refugiados. Todo esto en tan sólo 5 meses, según datos oficiales del país.
“Las tumbas no están todavía llenas” fue la expresión más usada por la Radio Televisión Libre Des Mille Collines, emisora de Ruanda conocida como: Radio Odio. En ella la presentadora Valerie Bemeriki expresaba constantemente discursos de odio contra los tutsis.
En una entrevista hecha por El Diario.es manifestó que dicha emisora fue creada con el propósito de implementar la idea del genocidio, pues “todas nuestras intervenciones en antena eran discursos de odio en los que decíamos que los tutsis no era ruandeses, que eran nuestros enemigos y que no deberíamos vivir junto a ellos”.
Por otro lado, el periodista belga Georges Ruggiu, fue también colaborador en la Radio Des Mille Collines, y fue declarado culpable por incitar asesinatos durante el genocidio de los tutsis.
Como parte de sus transmisiones, felicitaba a los hutus que luchaban y mataban a los “inyenzi” término que se refería a “personas a las que matar» o sinónimo de “tutsi”, además mencionaba que el Gobierno otorgaría recompensas a los que mataran, según la sentencia del Tribunal Penal Internacional para Ruanda (Caso: The Prosecutor v. Georges Ruggiu).
La influencia de los medios de comunicación en el Genocidio de los Tutsi fue trazada estratégicamente meses antes. La tensión política que se vivía en el país cambió su atmosfera con la muerte de Juvenal Habyarimana, ex presidente de Ruanda quien se consideraba un “hutu moderado”.
Fue asesinado supuestamente por un grupo de rebeldes tutsis, al lanzar un misil que derribó el avión presidencial al aterrizar en el aeropuerto de la ciudad de Kigail, capital de Ruanda.
“Muchos periodistas han pasado a un punto en el que quieren publicar historias que vendan, mirando cuánto sacarán de la historia sin preocuparse más por quién se ve afectado o quién no” mencionó Margret Jjuuko, profesora asociada de la Escuela de Periodismo y Comunicación de la Universidad de Ruanda al medio de comunicación turco Agencia Anadolu.
Los discursos de odio desempeñan un papel importante en el surgimiento y en los grados de magnitud de los conflictos y, sobre todo, en la polarización de estos, incitando a las personas a cometer los peores crímenes.
Si bien todas las personas toman una posición frente a los discursos de odio, es importante contar con información veraz y pensar de forma crítica.
No se trata de la restricción de la palabra y de limitar el derecho a la libertad de expresión, sino de identificar cuando un contenido cree sesgos y prejuicios, y crear argumentos que estimulen un debate para contrarrestarlos.
Un periodismo más humano es el que se necesitaba en medio del conflicto, no se trataba de cifras de víctimas, las personas no eran números, eran personas.
Entonces nos queda preguntar si la incidencia de los medios de comunicación en el Genocidio de los Tutsis quizá fue el ejemplo de un exacerbado derecho a la libertad de expresión.
Cuanto más alta sea la cifra más espectacular será el suceso y, por lo tanto, menos habrá de implicarnos: el dolor siempre acude en singular – Chantal Maillard.