El cambio climático exacerba problemas en comunidades empobrecidas de la Guajira venezolana. La marea climática que degrada el suelo y provoca pérdidas de playas produce daños a la infraestructura, altera ecosistemas y dinámicas tradicionales y pesqueras, desplaza familias y disminuye cosechas. Entre omisiones y acciones aisladas, el Estado venezolano no ha dado respuestas
A simple vista parece que no hay nadie en Caño Sagua, una remota comunidad del municipio indígena Guajira, en el estado Zulia, a la que bañan las aguas del Golfo de Venezuela.
Solo el silbido del viento hace frente al silencio.
Las pequeñas casas de cemento y techos de asbesto lucen deterioradas y corroídas por el salitre; otras están vacías y derrumbadas. A sus 53 años, José Rodríguez atestigua todo el panorama: conoce como la palma de su mano la comunidad donde habita y trabaja desde hace más de 20 años.
—Antes no se oía el mar, ahora desde adentro de la casa se escucha todo—
El mar, que en Sagua representa la riqueza que hizo Dios, es la fuente de todo. Y, desde hace varios años, también de una nueva preocupación.
José no la oculta. El agua que estaba hasta hace unos 15 años a 300 metros de su patio ahora se encuentra a unos 30. Caminando, en un par de minutos ya chapalea.

En Caño Sagua, el salitre ha deteriorado varias viviendas y la población no puede costear su mantenimiento
El agua ya se llevó cuatro viviendas y la casa de oración comunitaria.
El RIESGO IGNORADO
En Venezuela existen estudios desde los años 90 relacionados con el aumento del nivel del mar.
Para esos años ya se investigaban las pérdidas de tierra en la costa y se mencionaba la falta de protección costera, posibles costos por pérdidas y daños en la infraestructura y actividades humanas que aumentaban la vulnerabilidad. Tímidamente, comenzaban los llamados desde la academia para que se jerarquizaran las zonas críticas y se realizara una adecuada planificación e implementación de respuestas adaptativas.
Aunque el aumento del nivel del mar —vinculado al cambio climático y potenciado por este fenómeno— puede parecer insignificante en algunas zonas, la elevación de pocos centímetros en planicies costeras significan varios metros hacia dentro de la línea de costa.
Tal es el caso de Caño Sagua, donde a partir de 2010 «se fue corriendo el ojo del caño por la fuerza de atracción de otro caño que abrieron cerca. El agua de mar comenzó a entrar a una zona que antes era pura arena», coinciden los vecinos, quienes recuerdan los trabajos gubernamentales de aquellos años para «bajar el agua» que dejó una gran inundación.
Ahora, con el mar cada vez más cerca, es casi imposible llegar en moto desde Paraguaipoa —una de las principales localidades de la Guajira—, bordeando la orilla como era común.

El mar se ha acercado progresivamente a las costas de Caño Sagua y Los Aceitunitos.
La primera Comunicación Nacional de Cambio Climático de 2005 dejó constancia de que desde 1996 el Estado venezolano está al tanto del aumento del nivel del mar por la actualización de un estudio previo que hizo el entonces Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables (Marnr) y por un análisis que incluyó información sobre pérdidas económicas que contó con el apoyo internacional del US Country Studies Programme. Estimaciones oficiales proyectaban tres mil 184 hectáreas afectadas en el país por el ascenso del nivel del mar y que alrededor de 85% de la costa tenía riesgo de inundación.
Cuatro años después, un estudio académico sobre las variaciones del nivel del mar detalló que, según simulaciones, para el año 2100 al menos 1.685 kilómetros cuadrados de tierras costeras estarán bajo el nivel del mar, lo que representaría un crecimiento de 188% en la superficie de tierras inundables que presentaba el país en el año 2000. La investigación estimó que entre 1985 y 2008 la altura del nivel medio del mar se incrementó en aproximadamente siete centímetros.
Pese a estas realidades, las Políticas Nacionales de Conservación y Desarrollo Sustentable de las Zonas Costeras del año 2010 no incluyeron el aumento del nivel del mar.
LOS CAMBIOS
En Caño Sagua muchas familias comenzaron a irse desde hace varios años porque la situación económica, social y ambiental se tornó insostenible.
«Los suelos cada vez están más salados. Pa’ decirte que hasta la carne del ovejo de aquí sabe distinta y tiene un olor que no es el normal», explica José.

En menos de cinco años, el agua se ha llevado varias estructuras de Caño Sagua.
Su vivencia no es casualidad.
Un reporte del Ministerio del Ambiente sobre las Implicaciones del Cambio Climático en las Zonas Costeras y el Espacio Acuático estableció que se esperaba erosión en playas arenosas, disminución de la diversidad biológica y afectaciones a las comunidades.
A unos ocho kilómetros de Caño Sagua, en la comunidad de Los Aceitunitos, por las tardes Florinda González, de 70 años, recoge a sus animales antes de que el agua salada los alcance. Allí ya comienzan a experimentar los primeros signos de la erosión costera: la entrada de agua de mar está transformando el paisaje y poniendo en riesgo a comunidades enteras, sus medios de vida y ecosistemas únicos.
La segunda Comunicación Nacional de Cambio Climático de 2017 confirmó que los terrenos bajos de las costas de la Guajira están gravemente expuestos al incremento del nivel medio del mar y a la erosión costanera. De igual forma, menciona la intrusión de la cuña salina (masa de agua salada) en acuíferos costaneros poco profundos del país. En el caso de la Guajira, donde el agua subterránea es muy escasa, es más factible que penetre el agua salada.
En los últimos 20 años, Florinda ha visto cómo a las plantas «se las come la sal» que llega a través del agua de mar proveniente de la costa, a unos tres kilómetros. Y no solo eso: su casa y las de muchos vecinos alrededor han sido alcanzadas por el agua varias veces.
—Mirá, ve, hasta aquí llega el agua— comenta mientras señala con su mano derecha una marca grisácea de al menos 1 metro en la pared de la puerta de la capilla donde reposan los restos de uno de sus hijos.

La señora Florinda revisa todos los días las marcas de sal en su casa y en el terreno, incluida la capilla de su hijo.
Los habitantes también reportan el crecimiento de manglares «en zonas donde antes no había». Este es un aspecto importante a considerar, según Alicia Villamizar, individuo número de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales (Acfiman) y autora líder del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC): «El manglar crece en la medida en que aproveche el sustrato óptimo que es lo que se está formando con una mayor entrada de agua de mar (salada)».
Incluso, la pesca ha disminuido a medida que el agua se vuelve más salada. «Dejé de pescar porque el agua subió mucho y el suelo está aguado. Aquí hemos visto especies que antes no estaban, como ranas, (serpientes) corales y araguatos en los manglares; y los frailejones (plantas xerófilas) ya no existen. Eso antes no era así», comenta un poblador.
Sus relatos coinciden con la presentación de un funcionario del Ministerio de Ecosocialismo quien destacó afectaciones a la biodiversidad y disminución de recursos pesqueros.
Aún con este diagnóstico, las menciones del gobierno venezolano sobre la prioridad de actuar ante el incremento del nivel del mar y la sugerencia de medidas de adaptación, se desconocen los planes, programas, acciones y resultados específicos en las zonas afectadas.
En la comunidad Caminos del Viento, también en la Guajira, sufren las consecuencias. Los suelos, que hasta 1998 no se inundaban, ahora, en 2025, permanecen cubiertos de agua durante el día, dependiendo de la marea aunque la playa está a dos kilómetros de distancia.

Caminos del Viento es otra comunidad afectada por el acercamiento del mar.
Las bases de las viviendas están carcomidas; cuando se detiene el viento, hay muchos zancudos; y ya no pueden sembrar maíz, frijol, auyama, yuca ni patillas por la salinidad, todos cultivos de subsistencia. Sus chivos y ovejos tampoco pueden pastar porque no crece la hierba.
LETRA MUERTA
La Guajira es uno de los municipios más empobrecidos de Venezuela y la mayoría de sus habitantes son de la etnia Wayuu. La región no vive una crisis, sino una emergencia. Así lo alertó la Comisión para los Derechos Humanos del estado Zulia (Codhez), en 2022.
La situación en Caño Sagua es un retrato.
Ahí, como puede, José carga hasta una hamaca colgada en la enramada del patio trasero a su esposa Abigail, quien, transportando pescado para venderlo en Maicao (Colombia), sufrió un golpe que le ocasionó una fractura de fémur al caerse de la moto. Pese a los esfuerzos que hicieron, no recibió la atención médica necesaria por falta de recursos y paulatinamente su movilidad quedó muy limitada.
Con tantos problemas, las comunidades igual sienten que no las toman en cuenta: ni para recibir denuncias, escuchar sus propuestas, considerar sus opiniones sobre las obras de infraestructura o para investigaciones ambientales en sus territorios, pese a que el derecho a la consulta previa, libre e informada de los pueblos indígenas está consagrado en la Constitución e instrumentos internacionales.
Vecinos consultados de varias comunidades de la Guajira coinciden en que hubo una apertura de un caño en 1999 y otra en 2010, luego de las inundaciones en diciembre de ese año en las que la penetración del mar apareció entre las causas.
Con esos trabajos poco a poco bajó el agua, pero con el paso de los años, los pobladores comenzaron a notar que el agua del caño (la proveniente de la costa) empezó a entrar «con más fuerza», hasta llegar a las casas cuando sube la marea, todo el año.
De acuerdo con Protección Civil, las inundaciones de 2010 afectaron a 70% de la región Guajira. Por ello, el entonces presidente Hugo Chávez aprobó un Plan de Reconstrucción Integral Socialista, con una inversión de 100 millones de bolívares (divididos equitativamente entre el municipio Mara y Guajira) en alianza con Petróleos de Venezuela (Pdvsa) y la Corporación para el Desarrollo de la Región Zuliana (Corpozulia), para dotar la zona «con todo lo que hiciera falta», desde carreteras hasta viviendas. Sin embargo, todos los pobladores entrevistados desconocen qué pasó con el plan, ya que no vieron ningún avance luego de 15 años.
—Mirá, esa pared no tiene ni tres meses de que la hicieron.
—Eso blanco es la marca de la sal. Los que la hicieron le echaron de todo, pero la sal es muy fuerte—, señala una pobladora de Los Aceitunitos.
Los suelos solían ser secos.
La arena era un problema con los vientos. Sin embargo, en esta zona, el suelo parece estar transformándose en algo más parecido a la playa: aguado al pisar y con conchas de mar impregnadas entre las marcas blancas de la sal.

En Los Aceitunitos, los suelos, que antes eran secos y podían caminarse, ahora están aguados y llenos de sal, lo que afecta la flora local y el ganado que solía alimentarse de plantas que ya no existen.
Según relatos, las mismas intervenciones en el caño también impactaron en otras comunidades como Los Mochos y Las Pitías.
LO QUE EL MAR SE LLEVA, NO LO DEVUELVE
En Caño Sagua, el agua que entra periódicamente a las viviendas tarda horas o días en desaparecer.
José camina y camina para señalar hasta dónde llega el agua. Aunque ya pasaron ocho años, aún recuerda los gritos escalofriantes de su hermana Magaly pidiendo auxilio un día.
—¡Ayúdame, ayúdame!
—Los niños están aquí y el agua entró a la casa—, decía.
—¿Cómo no me va a dar eso tristeza?—.
La tasa de aumento del nivel medio del mar en el Caribe venezolano se ha acelerado en los últimos 30 años. Una investigación publicada en 2022 estimó que para 2100, si los factores que agudizan el calentamiento global no son ralentizados, Venezuela tendrá bajo aguas marinas y lacustres casi 14 mil kilómetros cuadrados de superficies costeras (el equivalente al área de al menos 1,697 millones de estadios de fútbol olímpicos o 1 millón 400 mil hectáreas) y no los 1.685 kilómetros cuadrados que se habían previsto (equivalentes al área de al menos 204.242 estadios de fútbol olímpicos o 168.500 hectáreas); esto sin contar la muy posible reducción de la superficie de los territorios insulares que, en consecuencia, pueden generar la pérdida de inmensas porciones de mar territorial venezolano y zonas económicas exclusivas.

Las comunidades se sienten ignoradas por las autoridades y hasta los niños son testigos de los cambios que está dejando el mar.
Entre la falta de datos locales, la organización internacional independiente Climate Central, que reúne a científicos y comunicadores, sí advirtió que, hacia los años 2050 y 2100, varias zonas costeras del lago de Maracaibo (incluidas las de la Guajira venezolana) podrían quedar bajo el agua por el aumento del nivel del mar.
En Caño Sagua siete familias ya han sido desplazadas.
El profesor emérito de la Universidad del Zulia (LUZ), Osmar Mavarez, viene advirtiendo sobre el acercamiento de migraciones climáticas. «Una de las mayores será la de indígenas del Alto Orinoco y la Alta Guajira, quienes estarán más afectados por la pérdida de costas y la sequía», mencionó en una de sus conferencias de 2022.
Poco a poco, los registros de desplazados, migrantes y refugiados climáticos de Venezuela están saliendo a la luz.
Dos son muy recientes: el primero es el de Marta (nombre ficticio para la protección de identidad), una mujer indígena Wayuu de 28 años que dejó Venezuela con su pareja e hijo pequeño porque la sequía y altas temperaturas hacía insostenible su modo de vida en la Guajira, expone un informe del Proyecto Internacional de Asistencia a los Refugiados (IRAP, en inglés) que recopiló su testimonios en la frontera entre Estados Unidos y México.
Los otros son las historias del especial periodístico Destierro Climático, que recoge las voces de habitantes de comunidades indígenas y urbanas obligadas a desalojar sus hogares.
SIN MEDICIONES NI RECURSOS
En casi cualquier mención, la ausencia de datos es una constante. Desde hace más de 15 años investigadores universitarios informaron que las redes de estaciones de marea del país del Instituto Geográfico de Venezuela Simón Bolívar y el Instituto Nacional de Canalizaciones estaban prácticamente inoperativas (en el caso del Zulia, alrededor del lago, la red estaba desmantelada). Además, algunos mareógrafos no tenían instalados instrumentos de registro y varias estaciones funcionaban con baja supervisión e instrumental defectuoso.
Con este panorama, la Acfiman hizo un llamado urgente a que se tomaran medidas de adaptación a corto y mediano plazo y resaltó la debilidad institucional ambiental acentuada durante las dos últimas décadas y las dificultades de obtener información oficial.

En las comunidades de la Guajira otro rasgo común son las omisiones. Sobre gestión de riesgos, el único acercamiento conocido está en Los Aceitunitos con la Cruz Roja, que entre 2024 y 2025 impartió capacitaciones a los habitantes acerca de cómo actuar ante una inundación e instaló un sistema de monitoreo que indica la subida del agua proveniente de la costa, con el fin de que los pobladores sepan cuándo evacuar en caso de emergencia.

En medio del suelo aguado y lleno de sal, un sistema de alarma de la Cruz Roja pretende ser indicador de una subida extrema del agua en Los Aceitunitos.
UN ASUNTO BINACIONAL
En la Península de la Guajira está la Laguna de Cocinetas, un espacio natural que por factores como la disminución de la alta marea que ha modificado el tamaño y características de esta masa de agua perteneciente a Venezuela—, podría cambiar el límite internacional entre Venezuela y Colombia.
«El cambio climático en la Guajira es un problema biológico, ecológico y político»
Un investigador venezolano que conoce Cocinetas desde hace más de 20 años, y quien pidió el anonimato por temor a represalias, afirmó con preocupación que «hay zonas que se han sedimentado y médanos inundados. Es totalmente diferente a lo que había antes. Si no tienes información previa de la zona estás condenado a tomar decisiones en función de lo que ves hoy en día y eso puede ser muy grave. Están ocurriendo muchas cosas que no están siendo estudiadas».
La Guajira colombo-venezolana es una región ambiental y geográficamente conectada. Aunque existen dinámicas culturales distintas, comparten problemas y retos comunes, como la erosión costera, el aumento del nivel del mar y la intrusión salina. Un ejemplo es la comunidad de La Cachaca III, en el norte de Colombia, donde en los últimos 20 años el océano se tragó cientos de árboles, viviendas, lanchas y causó el desplazamiento de parte de la población. A diferencia de Venezuela, el país cafetero sí cuenta con algunas estrategias nacionales como el Plan Maestro de Erosión Costera de Colombia.
El geólogo español Carlos Busón Buesa, quien ha acompañado a las lideresas de esa comunidad, señala que La Guajira está siendo sometida a una subida muy alta del nivel del mar y la tendencia es que subirá más. «Digamos que no hay buenas noticias, entonces hay que preparar a las comunidades para lo que está pasando y lo que viene. Hay que ser muy realistas, escucharlas y hablar de los riesgos. Lo ideal sería que los dos países hicieran cosas en conjunto. Hay que pensar en soluciones para toda la costa y compartirlas, así se aprovechan, se reducen costos y se evalúan estrategias».
El también profesor universitario lamentó que las autoridades no se dan cuenta que estos son problemas a largo plazo y se necesitan políticas de Estado. «Un montón de gente se ve y se verá afectada y debemos pensar en ellos. Esto requiere muchos estudios, trabajar con las comunidades y un abordaje interdisciplinario».

Capturas de Google Earth muestran algunos de los cambios entre enero de 1970 y noviembre de 2024, que los pobladores notan en terreno.
Aunque el Ministerio de Ecosocialismo anunció la presentación del Plan Nacional de Cambio Climático en el primer semestre del 2025, a finales de mayo aún no estaba disponible el documento oficial. Tampoco la Política Nacional de Cambio Climático, la Estrategia Nacional o el Plan Nacional de Adaptación y Mitigación.
Para ahondar en información actualizada sobre aumento del nivel del mar en comunidades costeras de la región norte del Zulia, se enviaron solicitudes de información al Ministerio de Ecosocialismo (Minec); al Instituto para la Conservación de la Cuenca del Lago de Maracaibo (Iclam); a la Unidad Territorial Ecosocialista del Zulia (UTEC); y al Observatorio Nacional de Crisis Climática (ONCC) Región Zulia, pero ninguna fue respondida.
Recientemente, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Nasa alertaron que el nivel del mar subió más del doble de lo previsto y los eventos meteorológicos extremos, a los que Venezuela es muy vulnerable, agravan la situación. Además, algunos estudios reportan que muchos de los efectos de la elevación del nivel del mar actuarán en conjunto con otros tensores ambientales ya presentes en las zonas costeras como la urbanización sin control, usos inapropiados del suelo, deforestación y remoción de vegetación.
En Caño Sagua lamentan que nadie los ha tomado en cuenta.
—¡A veces nos da miedo!
—Se siente como si con el viento se va a meter la ola.
—¿Pero a quién le vamos a decir?—, se pregunta José con resignación.
Glosario de términos clave
Acuífero costero: capa de agua dulce subterránea y densa que flota sobre agua de mar. Fuente: ScienceDirect.
Aumento del nivel del mar: incremento en la altura promedio de la superficie del océano, medido desde el centro de la Tierra. Fuente: Foro Económico Mundial.
Cambio climático: cambio de clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana (…) y que se suma a la variabilidad natural del clima observada durante períodos de tiempo comparables”. Fuente: Convención Marco de la ONU sobre el Cambio Climático.
Comunicaciones Nacionales de Cambio Climático: informes periódicos que presentan los países miembros de la Convención Marco de ONU sobre Cambio Climático para evaluar su situación frente a los temas de cambio climático. Fuente: Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Colombia.
Cuña salina: cuando el agua de mar se filtra en los acuíferos de agua dulce, provocando un aumento de la salinidad de las aguas subterráneas. Fuente: ImaGeau.
Degradación del suelo: pérdida o reducción de la calidad y productividad del suelo que afecta su capacidad de apoyar la vida vegetal, agricultura y otros ecosistemas. Fuente: EOS Data Analytics.
Desplazado: persona que se ha visto forzada a migrar dentro del territorio nacional. Abandona su localidad de residencia o actividades económicas habituales porque su vida, integridad física, seguridad o libertades personales han sido vulneradas o se encuentran directamente amenazadas. Fuente: ACNUR.
Diversidad biológica: conjunto de toda la vida de nuestro planeta, incluyendo la riqueza de seres vivos, ecosistemas y procesos ecológicos relacionados entre sí. Fuente: Ministerio de Medio Ambiente, y Medio Rural y Marino de España.
Ecosistemas: conjunto de seres vivos y elementos no vivos que habitan una zona determinada. Incluye interacciones biológicas, químicas y físicas que se producen entre ellos. Fuente: National Geographic.
Erosión costera: proceso gradual de desgaste, desplazamiento y pérdida de material en las costas debido a la acción combinada de factores naturales y humanos. Fuente: Universidad ducens.
Intrusión salina: movimiento permanente o temporal del agua salada tierra adentro, desplazando al agua dulce. Fuente: Aquist Hidrológica.
Línea de costa: superficie de la tierra que define el límite entre el mar y la tierra firme. Fuente: Wikipedia.
Manto freático: capa de agua subterránea que se encuentra a una profundidad variable bajo el nivel del suelo. Fuente: Rotoplas.
Mareógrafo: instrumento que permite registrar de forma numérica, gráfica o digital los movimientos verticales del mar. Fuente: Instituto Geográfico Nacional de España.
Medidas de adaptación: acciones y medidas encaminadas a reducir la vulnerabilidad de los sistemas naturales y humanos ante los efectos reales o esperados del cambio climático. Fuente: Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Colombia.
Protección costera: conjunto de estrategias y medidas implementadas para salvaguardar las costas de la erosión, inundaciones y otros riesgos costeros. Fuente: Farnam Baspar.
Red mareográfica: sistema de estaciones y sensores que monitorean y registran las fluctuaciones del nivel del mar. Fuente: Secretaría de Marina de México.
Sedimentos: material sólido que se desplaza y se deposita en un nuevo lugar. Compuesto por rocas, minerales, restos de plantas y animales. Fuente: National Geographic.