En Venezuela existen alrededor de cinco millones de personas jubiladas en el sector público. Para el 25 de agosto pasado, el promedio del monto de la jubilación era de Bs. 130, equivalente a $ 16 a la tasa oficial. Se trata de uno de las remuneraciones más bajas de América Latina.
Julia Rengifo tiene 63 años de edad y muchas preocupaciones. Así no fue que planificó vivir su vejez. Por eso se preparó profesionalmente, ejerció su carrera por más de dos décadas ininterrumpidas, invirtió en bienes junto a su esposo y formó a sus hijos. Pero ahora, como jubilada, enfrenta la precariedad de esperar la quincena para sacar cuentas y priorizar entre comida y medicamentos.
Ella es enfermera y se desempeñó como docente de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Carabobo (UC), un ejercicio que cumplió en lo que ella llama la «época de bonanza».
En 2016 solicitó su jubilación por motivos de salud, apelando al artículo 3 de la Ley del Estatuto sobre el Régimen de Jubilaciones y Pensiones de los Funcionarios o Empleados de la Administración Pública Nacional, de los Estados y de los Municipios, que establece que es un derecho que se adquiere cuando el funcionario haya alcanzado la edad de 60 años, si es hombre; o de 55 años si es mujer, siempre que haya cumplido 25 años de servicio; o cuando el funcionario haya cumplido 35 años de servicio, independientemente de la edad.
Fue así como empezó a formar parte de la estadística de alrededor de cinco millones de jubilados del sector público que existen en Venezuela, según las cifras del abogado especialista en derecho constitucional, Gustavo Manzo.
Una vida de penurias
Su vida como jubilada dista mucho de la que imaginaba. Ya sabía que no sería fácil. Desde hace más de 10 años, Rengifo comenzó a ver en primera persona la penuria que significa ser un empleado público en Venezuela y eso era un fiel reflejo de lo que le tocaría al retirarse de las aulas de la UC.
Pese a que las bases jurídicas son claras, en el país no se cumplen. Incluso ocurre desde la Constitución, que en su artículo 80 expresa que el Estado garantizará a los ancianos y ancianas el pleno ejercicio de sus derechos y garantías. El Estado, con la participación solidaria de las familias y la sociedad, está obligado a respetar su dignidad humana, su autonomía y les garantizará atención integral y los beneficios de la seguridad social que eleven y aseguren su calidad de vida.
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Eso no ocurre. Julia no tiene una vida digna. Tampoco su esposo, de más de 70 años, que no tiene pensión ni jubilación porque trabajó siempre en empresas que no le garantizaron ese derecho. “Nosotros no nos alimentamos bien. Comemos lo que podemos comprar con mi sueldo, que es lo único que tenemos”.
El monto devengado por los jubilados del país es un problema que se deriva de la crisis económica.
“La pensión se supone que retribuye aquello que se cotizó y ahorró durante una cantidad de años trabajando, y que resulta que, por la pérdida del valor del dinero, hoy en día, eso no alcanza para nada”, detalló Manzo.
El cálculo del salario de un jubilado en Venezuela está bien descrito en el artículo 11 del Decreto sobre el Régimen de Jubilaciones y Pensiones de los Trabajadores de la Administración Pública Nacional, Estadal y Municipal, publicado en la Gaceta Oficial 6.156 del 19 de noviembre de 2014.
En esa disposición legal se establece que el monto de la jubilación corresponde al resultado de aplicar al salario base el porcentaje de la multiplicación de los años de servicio por 2,5. Es así como no debe exceder el 80 % del sueldo base devengado, y nunca será inferior al salario mínimo nacional.
Es por esto que Julia recibe un depósito de 500 bolívares en cada quincena, lo cual es el equivalente a menos de 63 dólares (a la tasa de cambio oficial del 25 de agosto de 2022), que debe repartir entre comida y medicamentos para ella, su esposo y su hijo que padece de una discapacidad visual.
“Ni siquiera podemos salir a recrearnos, que es otro derecho que se nos violenta”, dice la enfermera.
La peor jubilación de Latinoamérica
La mayoría de los más de cinco millones de jubilados de Venezuela cobra salario mínimo, tras el aplanamiento de los sueldos y la eliminación de beneficios y primas que están en los contratos colectivos.
Esto significa que el promedio de la jubilación en el país es de 130 bolívares, lo que es igual a unos 16 dólares al mes a la tasa del Banco Central de Venezuela (BCV) del 25 de agosto de 2022, lo que pone a Venezuela con la peor jubilación de Latinoamérica.
Aunque los requisitos son distintos, de acuerdo con el índice del Mercer CFA Institute Global Pension Index, en Colombia, para gozar de este beneficio las mujeres deben tener 57 años y los hombres 62, y cobran el equivalente a 235,50 dólares, mientras que en Perú el sueldo de los jubilados es de 130,16 dólares, y deben tener más de 65 años o pasar los 20 años de ejercicio.
La exigencia en Uruguay es tener más de 60 años o al menos 35 años de servicio laboral, para ganar 392,33 dólares. En México el sueldo de los jubilados es de 192,70 dólares, en Brasil es de 234,59, y en Argentina entre 190 y 270 dólares.
Ecuador remunera a sus pensionados con 662 dólares, mientras que Chile es el país de la región con la jubilación con un mejor sueldo al ser de 221 dólares que se reciben en paralelo con las jubilaciones por años de trabajo, que puede superar los 700 dólares al mes. En la suma, son más de 920 dólares que es más de 4600% por encima de los 16 dólares de Venezuela.
De tenerlo todo a nada
Julia y su familia pudieron adquirir bienes gracias a su trabajo. Casas, carros, viajes al exterior, vacaciones dos veces al año son parte de las vivencias que añoran.“Lo teníamos todo. Mi esposo me decía que podíamos hasta recorrer el mundo, y todo solo con nuestros sueldos”. No había motivos para pensar que la jubilación sería una etapa triste en sus vidas.
En 2010 comenzó a cambiar todo para ellos. Empezaron a vender sus propiedades. “Primero un carro, después una casa, luego otra, hasta que nos quedamos con lo mínimo y solo con mi sueldo”. Ahora se siente desamparada. El dinero de la venta de sus bienes se gastó poco a poco en medicamentos y comida, no en lujos. “No tengo familia que me mande remesas”.
Ella es solo el reflejo de una realidad que enfrentan más de cinco millones de jubilados de Venezuela que, después de entregar sus vidas a la administración pública, ahora enfrentan la penuria.
El sacrificio para poder sobrevivir
En Caracas, la realidad de los jubilados no es tan diferente, pues el cúmulo de problemas que enfrentan parece no tener fin, según reconocen algunos representantes de este sector.
“Es muy difícil envejecer en Venezuela. Mira, cuando uno se acuesta en la noche empieza la gran angustia, porque tú no sabes qué carrizo vas a hacer al día siguiente para comer y para comprar tus medicinas. Es algo que verdaderamente nos parte el corazón”.
Esas son palabras de Luis Cano, representante del Frente en Defensa de los Jubilados y Pensionados. Desde esa organización ha enfrentado con crudeza la realidad que viven los adultos mayores en Venezuela.
“A nosotros se nos han acercado abuelitos, que le dieron su vida a la administración pública, y que no tienen ni siquiera qué comer porque su pensión no les alcanza para nada”, indicó Cano.
Según una encuesta realizada por la organización Convite en 2021, ocho de cada 10 adultos mayores se ha visto en la necesidad de reducir la cantidad de alimentos consumidos y la calidad de los mismos. Esto ha obligado a muchos adultos mayores a tener que buscar otras fuentes de ingreso y dejar el descanso que por muchos años esperaron.
La ventana de una unidad de transporte público muchas veces se convierte en una pantalla que refleja la realidad de un país, una de ellas la de los adultos mayores que circulan por las calles de la avenida Francisco de Miranda del este de Caracas. La mayoría iban solos, con bolsitas de alguna compra del día, o estaban parados frente a un cajero de banco para sacar efectivo.
Un adulto mayor se sube a una de las camionetas que circulan por el sector, es parte del numeroso gremio de vendedores ambulantes que a diario se montan en las unidades para ofrecer caramelos y otras golosinas. Se veía cansado, agotado, y con poca destreza. Su nombre es Luis Garcés. Contó que tiene 72 años, y que 45 de ellos los trabajó en la administración pública.
Se dedica a vender caramelos para poder tener un poco más de ingresos. En su cara se le ve cansado. Tantos años de trabajo no pasan en vano. Su familia está en Venezuela, pero vive solo. No quiso dar detalles del asunto. Lo cierto es que solo se tiene a él para sobrevivir.
La encuesta de Convite refleja que 48% de las personas mayores realizan menos de tres comidas al día, y 92% tiene dificultades para acceder a los alimentos.
Según una encuesta realizada por el Frente en Defensa de los Jubilados y Pensionados, el 90% de los adultos mayores dejaron de tomar sus medicinas por el simple hecho de no tener como comprarlas. Ese estudio también arrojó que el 95% de los consultados no cuenta con un seguro médico, y solo les queda optar por un sistema de salud pública con miles de precariedades.
“Una consulta en un centro de salud privado está entre los $50 y $80 dólares. ¿Cómo hace un adulto mayor con una jubilación de $15 dólares para costear eso? Es imposible”, aseguró Luis Cano.
Convite reflejó en su encuesta sobre la situación de los adultos mayores que el 91% de los consultados tiene al menos una enfermedad crónica. El 92% tiene dificultades para acceder a sus medicamentos regularmente, y 86% no tiene acceso a consultas médicas periódicas.
Más allá de lo poco que percibe un adulto mayor por su pensión, hay muchos más factores que empeoran su calidad de vida, y que han traído como consecuencia otros problemas como la depresión.
Con la diáspora venezolana de la última década, muchos de los hijos y nietos de esos adultos mayores se fueron del país.
“Es muy difícil llegar a esta edad sin ese aporte emocional, porque aparte de la grave situación que tenemos con los alimentos y los servicios públicos, no tener a tus hijos y familiares como apoyo es algo muy triste”, agregó Cano.
92% de los adultos mayores consultados por Convite afirmaron sufrir interrupciones frecuentes en los servicios básicos como el suministro de agua y luz. Esto solo en Caracas. En el interior del país es una realidad mucho más fuerte.
“Tú te paseas por el este de Caracas y hay centenares de viejos abandonados por sus familias. Sus hijos y nietos se fueron y los dejaron solos, y sobreviven porque los vecinos les ayudan. Es muy difícil sacar una estadística de eso, pero son cientos de viejitos los que están sufriendo esa situación”. Esto ha generado que muchos padezcan problemas de depresión y hasta atenten contra su vida. Luis Cano aseguró que actualmente no hay cifras exactas, pero es una realidad latente.
Aseguran también que el Estado ha invisibilizado a los adultos mayores, y esto aumenta aún más su lucha por sobrevivir.
“El Metro de Caracas no funciona. Ves a señoras y señores de 50, 60 o 70 años bajando por esas escaleras sin que nadie los ayude. Deben pasar horas encerrados en un vagón para poder llegar a su destino, porque no tienen cómo pagar dos o tres bolívares en una camionetica”, agregó Luis Cano.
Además, han adoptado un término conocido como la “exclusión digital”, y que tiene que ver con que todas las transacciones o trámites de bancos o entidades públicas deben hacerse a través de Internet, y según el Frente en Defensa de los Jubilados y Pensionados, el 90% de ellos no tiene acceso a dispositivos inteligentes, o simplemente no saben cómo usarlos.
La violencia es otro grave factor que ha perjudicado a los adultos mayores en los últimos años. Muchos viven solos en sus casas y los delincuentes se aprovechan para robarlos y, en el peor de los casos, asesinarlos.
El 5 de abril de este año, una mujer de 87 años identificada como Concepción Rodríguez de López fue maniatada y estrangulada por sujetos que entraron a robar a su vivienda, ubicada en el sector Guaicaipuro de la avenida Andrés Bello de Caracas.
No se sabe con exactitud qué ocurrió en el sitio. Lo cierto es que un vecino alertó a un hijo de la víctima, Ramiro López, y le dijo que había visto a un hombre caminando por el patio con un televisor en las manos
Cuando López inspeccionó la casa se encontró el cadáver de su mamá arrodillado sobre un sofá. Tenía una mordaza en la boca, y las manos amarradas hacia la espalda.
En la casa se llevaron el televisor, una licuadora y algunos alimentos que la señora de nacionalidad española tenía en la nevera.
Según un informe presentado por la organización Convite, en el 2020, 372 adultos mayores murieron de forma violenta en Venezuela. 178 de las muertes se generaron por causas imputables a la delincuencia, 69 por violencia agravada, arrollamientos o accidentes provocados, 46 por muertes donde el Estado tiene responsabilidad, como inanición, torturas, tratos crueles o falta de atención, y 79 muertes ligadas al suicidio u otros accidentes.
Texto escrito por:
Dayrí Blanco | El Carabobeño
Joan Camargo | Noticias Todos Ahora
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