Jóvenes venezolanos en Argentina enfrentan desafíos de integración en trabajo, salud y educación

Argentina ocupa el sexto puesto entre los países de Latinoamérica elegidos como destino de venezolanos


Fuente original: Global Voice. – A simple vista, Anthoni Elimar García es un joven más en la ciudad, mochila al hombro, auriculares y un paso apurado entre las calles de Buenos Aires, capital argentina. Pero detrás de su andar firme hay una historia marcada por la migración, la resiliencia y una decisión que cambió su vida para siempre.

Venezolano, oriundo de Maracaibo, Anthoni tiene 24 años y estudia medicina en la Universidad de Buenos Aires. Además, dirige su propio emprendimiento de ropa urbana, “Estilo Veneco”, una marca creada por él. Llegó a la Argentina el 28 de junio del 2019, acompañado por su madre y su hermana menor, dejando atrás una vida que empezaba a desmoronarse. 

“No fue una decisión fácil. Dejamos todo: la casa, los abuelos, los amigos, la universidad, pero nos quedamos sin opciones”, cuenta Anthoni, mientras revuelve café en un bar de Once, el barrio que lo vio llegar por primera vez. “En Venezuela ya no se podía vivir. Mi mamá fue la que dio el paso: me dijo ‘nos vamos, Anthoni, porque yo no te quiero perder’”, dijo en una entrevista a Global Voices.

El viaje no fue sencillo. Atravesaron países, aeropuertos y noches sin dormir. Llegaron con lo justo, sin red de apoyo y sin certezas. “Hubo días en que me sentí vencido. Una vez caminé una hora bajo la lluvia para no faltar a una clase porque no tenía para el colectivo. Pero yo sabía por qué estaba acá”, dice.

Así como en el caso de Anthoni, en la última década, millones de venezolanos han abandonado su país huyendo de las problemáticas políticas, económicas y sociales que los atraviesa, resultado del gobierno que lidera el dictador Nicolás Maduro. Un informe de la OIM (Organización Internacional para las Migraciones) apunta que hay 7 millones de venezolanos desplazados en el mundo.

Según el ranking de R4V (Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Emigrantes de Venezuela), Argentina ocupa el sexto puesto entre los países de Latinoamérica elegidos como destino por quienes buscan una nueva vida. Datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) apuntan que el 76,3 por ciento de los migrantes venezolanos en el país tiene menos de 40 años. Este perfil joven —51 por ciento mujeres y 46 por ciento hombres— enfrenta tanto oportunidades como desafíos para su integración. Uno de los obstáculos es la cuestión de la documentación.

“Muchos llegan con pasaportes vencidos o sin posibilidad de renovar sus documentos debido al cierre del consulado y la crisis institucional en Venezuela”, afirmó Eduardo Stein, representante especial conjunto del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y OIM.

A pesar de que Argentina es un país con requisitos poco restrictivos para el ingreso (en el caso de los venezolanos, como excepción especial, se les permite ingresar solo con la cédula de identidad o pasaporte vencido) y residencia en su territorio, al igual que en otros países esta situación retrasó durante cierto tiempo la radicación legal de los migrantes.

Para la residencia se necesita: 2 años de residencia legal en el país, no tener antecedentes penales, tener cédula o pasaporte, comprobante de residencia, pruebas de medios de vida (trabajo, monotributo o ayuda económica de un familiar) formulario de solicitud residencial y pago de la tasa migratoria (ARS 30.000 y 70.000, puede variar, algo como USD 50).

Desde septiembre de 2024, el gobierno argentino flexibilizo los requisitos migratorios para ciudadanos venezolanos, permitiendo la radicación incluso para aquellos con documentos vencidos.

No obstante, el presidente Javier Milei afirmó en su discurso de apertura a las sesiones parlamentarias, en marzo de 2025, que el país “ha sido generoso con los inmigrantes, pero otra cosa distinta es ser tomados de tontos por nuestros vecinos, o ser un centro de beneficencia pagado por el bolsillo de los argentinos.” 

Empleo: formación y la realidad laboral

Uno de los puntos que caracteriza a la migración venezolana es su alto nivel educativo. Muchos jóvenes que han llegado a Argentina son profesionales, estudiantes universitarios o técnicos con experiencia. Sin embargo, el mercado laboral no siempre reconoce estos antecedentes. La falta de convalidación de títulos y la discriminación laboral empujan a muchos a empleos informales o subcalificados. 

En el año 2020, la tasa de desocupación entre los migrantes venezolanos en Argentina rondaba el 30,5  por ciento, este número se trató de un índice elevado en comparación con el promedio nacional, y refleja la desconexión entre el potencial del migrante y las oportunidades disponibles, según el informe realizado por investigadores del CONICET y la UNSAM

En 2024 la nueva Regularización Migratoria, que permitió aceptar documentos vencidos para más de 20.000 personas, facilitó el acceso al empleo formal, según informaron ACNUR y la OIM. Sin embargo, más de la mitad de estos trabajadores continúa en empleos que no se corresponden con su nivel de formación académica ni con su experiencia previa.

Acceso a servicios y derechos

Establecerse en un nuevo país implica la necesidad de acceder a derechos básicos como la vivienda, la salud y la educación. Según el informe “Acceso al hábitat” de la OIM, para los jóvenes migrantes, la vivienda es una de las mayores dificultades. Muchos viven hacinados, alquilan habitaciones en condiciones precarias o comparten viviendas con otras familias o estudiantes para reducir costos.

En cuanto al sistema de salud, si bien Argentina ofrece atención gratuita a todas las personas sin importar su nacionalidad, la falta de documentos o de información impide muchas veces el acceso efectivo. Lo mismo sucede con la educación: inscribirse en universidades o escuelas puede volverse complejo si no se cuenta con la documentación requerida o si el sistema no reconoce la formación previa.

Sin embargo, aun teniendo estas dificultades, un informe del Ministerio Nacional Argentino de Capital Humano planteó que existen 79.834 estudiantes extranjeros en las distintas universidades. De esa cifra, 6.901 estudiantes son venezolanos.

Redes de contención e iniciativas comunitarias

Frente a estos desafíos, las redes de apoyo comunitarias han sido claves para facilitar la adaptación. Existen organizaciones como Alianza por Venezuela o la iniciativa Mujeres Brillantes, que acompañan a los migrantes en su inserción social y laboral. También se han generado espacios de encuentro, capacitación y asesoramiento legal, especialmente dirigidos a jóvenes.

Estas redes funcionan como espacios de pertenencia y contención, en los que los migrantes comparten experiencias, se apoyan y construyen estrategias colectivas para enfrentar las adversidades. 

El presente de Anthoni sigue intenso. Cursa las materias de la carrera universitaria por la mañana, y por las noches dedica su tiempo a su marca de ropa. Su madre consiguió trabajo como empleada doméstica y su hermanita, que hoy tiene 12 años, va a la escuela y sueña con ser veterinaria.

Aunque extrañan profundamente a quienes quedaron en Venezuela, construyen cada día un nuevo hogar en la Argentina. “A veces uno cree que migrar es sólo irse. Pero emigrar es reconstruirse todos los días. Aprender a empezar de nuevo. Llorar, sí, pero también reír con ganas”, reflexiona.

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