Falta de agua complica formación práctica de futuros médicos en hospital Razetti de Barinas (y IV)

Los estudiantes de medicina del hospital Luis Razetti, en Barinas, enfrentan la escasez de agua y recursos básicos. La precariedad los obliga a improvisar y a afrontar las mismas carencias que padecen sus pacientes. En este contexto, el ingenio se vuelve imprescindible para cumplir con sus asignaciones y atender a la población.


Fuente original: Crónica Uno.- Barinas. En el Hospital General Dr. Luis Razetti, de Barinas, aprender medicina también significa enfrentarse a la falta de agua. Los estudiantes deben cargar botellas y buscar baños funcionales mientras cumplen con su formación académica en el principal centro asistencial del estado.

Conocen de primera mano la crítica situación de los pacientes por la falta de insumos y la escasez de agua. Una misma emergencia, vista desde diferentes frentes.

Los futuros médicos provienen de diversas casas de estudio: la Universidad de Los Andes (ULA), la Universidad Nacional Experimental Rómulo Gallegos (Unerg), la Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (Unefm) y la Universidad de Ciencias de la Salud Hugo Chávez Frías (UCS) —de donde egresan los médicos integrales comunitarios (MIC), una figura creada en Venezuela para fortalecer la atención primaria y preventiva en las comunidades rurales—.

Esta diversidad académica los enfrenta a realidades distintas dentro del hospital, pero los une en el aprendizaje práctico y en la resiliencia necesaria para cumplir sus prácticas. La crisis en el acceso al agua potable en los hospitales públicos de Venezuela sigue sin una respuesta a largo plazo.

La Encuesta Nacional de Hospitales (ENH), publicada a principios de año con datos hasta finales de 2024, reveló que siete de cada diez centros de salud —el 70 %— operan con suministros intermitentes.

Por esto, la mayoría de los centros de salud recurre a camiones cisterna para paliar la escasez crónica que impide la esterilización adecuada de equipos y compromete la higiene básica en cirugías y cuidados intensivos.

Cuando la escasez toca a todos

En testimonios recabados por Crónica Uno médicos y estudiantes concordaron en que el caso del hospital Razetti de Barinas la falla no afecta a todo el edificio por igual. “Hay zonas que tienen y otras que no”, aclararon sobre la situación que, sin embargo, les dificulta tareas básicas como lavarse, asearse o bañarse, algo que también preocupa a los pacientes.

Un médico recién egresado explicó que en el tercer y cuarto piso del hospital el suministro de agua no es regular. Esto contrasta con la situación del quinto piso, donde el servicio funciona en toda el ala. En el segundo piso, en cambio, solo algunas llaves están operativas.

Durante una visita hecha por Crónica Uno a principios de noviembre, se constató que en el tercer piso, en el área de Neonatología —la unidad donde se atienden recién nacidos—, los pacientes cuentan con sanitario y agua, aunque uno de los lavamanos estaba sellado y en mal estado.

“La primera planta depende mucho del área de Ginecología donde siempre cuentan con agua, y en la zona de Observación solo la usan en las horas de faena. En los baños de los pacientes no cuentan con el servicio”,detalló el médico, quien pidió mantener su identidad en el anonimato por temor a represalias.

En los baños de Emergencia —donde se reciben los casos críticos— y Observación casi nunca hay agua corriente. Mientras que en los pisos destinados a hospitalización, aunque existen varios baños, solo uno o dos funcionan parcialmente.

“El resto de los baños no cuenta con infraestructura siquiera. No sé si ha cambiado eso ahorita. Existe otra opción, los baños que quedan al lado de la morgüe, en ellos casi siempre hay agua, y es donde la mayoría de los estudiantes acude; además de los pacientes, pero claro, tienen que salir en sillas de rueda o con los macrogoteros y medicamentos guindando”, aclaró.

Baños cerrados, manos vacías

Dos enfermeros que pidieron resguardar su identidad confirmaron que algunos pacientes deben llevar botellas de agua para lavarse las manos o vaciar el contenido en el sanitario cuando es necesario. Los pacientes también utilizan los baños ubicados en la parte externa del estacionamiento, donde tienen que pagar por su uso.

Por lo general, los estudiantes de medicina pasan gran parte del día dentro del hospital. Sus ganas de aprender, recalcaron, los llevan a comprender de primera mano el drama de las familias y de los pacientes, a desmenuzar sus emociones y sentimientos, antes de volver a sus clases. Se conocen, se apoyan y buscan juntos la manera de hacer su vida estudiantil lo más llevadera posible.

“Nosotros íbamos a lavarnos las manos y todo en el servicio de Ginecología”, manifestó el médico consultado.

En el caso de los médicos, los acuerdos varían en cada departamento. No obstante, cabe destacar que los médicos RA (residentes asistenciales) —profesionales recién graduados que continúan su formación dentro del hospital— y los residentes de posgrado (R1, R2 y R3) —siglas que identifican los años de especialización médica— cuentan con sus propias áreas de descanso.

“Especialmente, en las prácticas, que son los últimos tres años de la carrera en un servicio (cirugía, medicina interna, obstetricia, pediatría), se dividían de la siguiente manera: el turno es de 7:00 p. m. a 7:00 a. m., con un período de descanso entre 12:00 a. m. a 3:00 a. m., y el otro grupo de 3:00 a. m. hasta las 6:00 a. m. o 6:30 a. m., estos turnos son sorteados”,añadió.

El médico señaló que, según su experiencia como recién graduado, los egresados sí tienen garantizado el acceso al agua en los baños con mayor frecuencia.

Sin agua y sin descanso

Los alumnos y el médico entrevistados coincidieron en que las condiciones varían por universidad. La ULA y la Unerg disponen de pequeñas instalaciones con dormitorios, aunque no se sabe si tienen servicio de agua.

La Universidad Nacional Experimental Politécnica de la Fuerza Armada (UNEFA) habilitó un cuarto junto al estacionamiento donde los estudiantes de guardia descansan.

Pero, lejos de ser esa la norma, lo común es que muchos deban buscar una cama o espacio en las áreas de hospitalización para acostarse. Otros alquilan residencias cercanas al hospital o suben a sus viviendas a las 2:00 a. m. o 3:00 a. m. para asearse y regresar.

En el peor de los casos —situación que suele ser habitual—, los numerosos estudiantes de la Universidad Francisco de Miranda deben acomodarse en dos o tres colchonetas del dormitorio, una o dos personas por cada una.

Los estudiantes de la Francisco de Miranda no cuentan con baño operativo, por lo que deben evaluar en qué área del hospital pueden conseguir uno prestado.

Al finalizar la jornada, los estudiantes de medicina se enfrentan a una realidad evidente: aprender a curar en condiciones precarias ya se ha vuelto parte de su formación.

La falta de agua y de recursos básicos no solo afecta a los pacientes, sino también a quienes deben atenderlos, lo que deja en evidencia los retos estructurales del sistema de salud y la resiliencia necesaria para mantener la atención médica en el hospital Luis Razetti.

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