Ana Cecilia Flores, coordinadora del Programa de accesibilidad universal de la Asociación Civil Discapacidad Cero, sostiene que las universidades deben hacer adaptaciones para garantizar que se cumplan las condiciones de accesibilidad universal que permitan el ejercicio de los derechos de toda la población
(09-05-2024) Jesús Rodríguez, un estudiante con discapacidad visual, decidió que su ingreso a la Universidad Central de Venezuela (UCV) era el momento para aprender a salir solo. Desde los dos años cuenta con la ayuda de su abuela.
“Abuela, es momento de que me suelte el mecate. Recuerdo que en ese entonces ella se puso nerviosa y me dijo que cómo iba a hacer, pero yo insistí en que ya tocaba”, recuerda el joven, de 22 años.
Las primeras veces que su abuela Maritza lo acompañó hasta la universidad le describió todo lo que había a su paso. De esa forma, Jesús aprendió el camino para trasladarse en camionetica desde su casa, en La Vega, hasta la UCV y viceversa. No hace uso del Metro porque le parece un transporte muy “desastroso” para cualquier persona.
La discapacidad visual de Jesús le permite ver algunas siluetas. No le impide estudiar y cumplir con todas sus asignaciones. Tampoco movilizarse por los espacios de la UCV, los cuales recorre con la ayuda de su bastón y de sus mismos compañeros, quienes lo guían cuando creen que puede estar extraviado.
Aunque su experiencia en la universidad es satisfactoria porque lo apoyan amigos y profesores, considera que la UCV no cuenta con las condiciones necesarias para estudiantes con distintos tipos de discapacidad.
Prueba de ello fue al momento de su inscripción, en la que no recibió asesoría. En cambio, le dijeron que sin excepciones, el proceso debía completarlo vía web.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) define la educación inclusiva como un proceso orientado a responder a la diversidad de los estudiantes incrementando su participación y reduciendo la exclusión en y desde la educación.
Ana Cecilia Flores, profesora de la UCV, considera que ni las universidades públicas ni privadas cumplen con las condiciones adecuadas para recibir a sus alumnos con discapacidad.
Normativa obsoleta
Ana Cecilia Flores, coordinadora del Programa de Accesibilidad Universal de la Asociación Civil Discapacidad Cero, sostiene que las universidades deben garantizar que se cumplan las condiciones de accesibilidad universal, para permitir el ejercicio de los derechos de toda la población que hace vida en los centros de educación superior.
Asegura que Venezuela tiene un retraso con las normas de la Comisión Venezolana de Normas Industriales (Covenin), dedicada al acceso del medio físico. Entre ellas la regla 2733, que establece lineamientos para garantizar la accesibilidad en entornos urbanos y edificaciones.
Su objetivo principal es evitar barreras que limiten la movilidad de personas con discapacidad u otras limitaciones. La norma define términos como accesibilidad, ayudas técnicas y barreras, y establece requisitos para aceras, rampas, señalización, estacionamientos, puertas y ascensores para facilitar el tránsito de todas las personas de manera independiente.
“Existen países como Colombia que tienen normas técnicas exclusivas para la accesibilidad de las personas al medio físico de las instituciones de educación superior, cosa que en Venezuela no existe”.
Sin condiciones
Laura Córdoba, una estudiante de sexto semestre de la UCV, necesita la ayuda de sus padres, quienes la acompañan a la universidad los días que tiene clases. Sus muletas le permiten moverse cuando el camino es plano. Pero si hay escalones de por medio, no puede hacerlo sola.
En lo que puede es bastante independiente, pero hay otras cosas para las que necesita asistencia. Desde que tenía pocos meses de nacida, fue diagnosticada con diplejia espástica, un tipo de parálisis que afecta la postura y la marcha por la rigidez de los músculos de la cadera y piernas.
“A mi mamá le hicieron exámenes cuando estaba embarazada, pero todo estaba bien. Lo que pasa es que su parto se adelantó y nací cuando mi mamá tenía 29 semanas de embarazo. Los médicos dicen que mi condición se debe a que me faltó oxígeno al nacer”, dice.
Laura pesó 900 gramos al nacer. Su hermana gemela falleció a los cinco días.
A lo largo de sus 25 años de su vida la han operado tres veces para moverse mejor. Sin embargo, la última, cuya recuperación la mantuvo un poco más de tres meses en cama, no fue tan satisfactoria como lo prometió el médico cirujano. Por esa razón, hasta que no existan garantías de una mejoría considerable, se niega a someterse a otro proceso similar.
Miguel, su padre, asevera que para ellos no representa un peso apoyar a su hija: “Si algo debo reconocerle a su madre, es que para ella no hay más nada importante que Laura. Si ella debe hacer algo lo cancela. Laura es la única prioridad”.
Laura cree que la universidad carece de algunos elementos básicos para que los estudiantes con discapacidad puedan transitar de forma cómoda por la casa de estudios.
“Muchas veces los profesores tienen la consideración de cambiar de salón y dictar las clases en planta baja”. Cuando eso no es posible, Miguel con ayuda de otros compañeros cargan a Laura hasta el piso en el que tenga clases.
Ana Cecilia Flores, profesora de la UCV comenta que la UCV tiene una larga trayectoria de atención para sus estudiantes con discapacidad. No obstante, hay muchas cosas que deben actualizarse.
“Existe una Comisión para la Integración de Ucevistas con discapacidad. Ya con el nombre se ve que necesita un nombre actualizado al paradigma actual. Debería ser una Comisión para la Inclusión de los estudiantes con discapacidad de la UCV“, propone.
Puntualiza que la integración es un paso previo a la inclusión y lo que se persigue es la inclusión de las personas con discapacidad.
“Con estas nuevas autoridades se está restaurando esta comisión para atender a esta comunidad. Actualmente se hace con muchas dificultades para atender a la comunidad estudiantil existente, porque como mencioné, hace falta equipamiento de un personal abierto a formarse, a recibir a los estudiantes con discapacidad. Pero especialmente requiere la formación y concientización de las autoridades para adquirir este compromiso de la mejor manera“, acota.
Parte y parte
En cuanto a la responsabilidad, afirma que no es un asunto que le corresponda únicamente al Estado, sino también del resto de personas que conforman la comunidad universitaria.
“Hay una responsabilidad del Estado de formación y equipamiento de las universidades. Pero también de las autoridades y docentes mismos en formarse para atender a estudiantes con algún tipo de discapacidad”, recalca.
Manifiesta que una de las “excusas” de algunos educadores es que el bajo sueldo que perciben no los incentiva a ello, lo cual, para ella, quien también es profesora, es desde un modelo y paradigmas por ver a estos estudiantes como “una carga”.
“Se debe percibir a las personas con discapacidad como sujetos de derechos”.
Apoyo docente
Jesús guarda en audio todas sus clases. Al llegar a casa, con ayuda de su abuela Maritza, hace todas las asignaciones e investigaciones de sus distintas materias.
“Para estudiar hacemos lo mismo. Ella muchas veces me dicta y yo voy copiando en braille”.
Le agradece a su abuela, quien tiene 69 años de edad, porque es un apoyo incondicional a lo largo de su vida y carrera universitaria.
Jesús asegura que para hacer los trabajos grupales, sus compañeros reciben los audios con su parte asignada, que luego transcriben.
Solo recuerda una experiencia negativa con uno de sus profesores, quien le exigió que debía presentar un trabajo escrito en braille. “No sé para qué, si de igual forma él no lo entendía. Pero se puso necio y tuve que hacerlo”.
Adaptaciones de las universidades
Flores, quien también es docente de la Facultad de Arquitectura de la UCV, aclara que estas adaptaciones deben hacerse no solo en los ambientes de enseñanza, también en áreas sociales, culturales, recreativas, deportivas y todas las instalaciones del plantel.
“Típicamente se hace referencia a incorporar rampas, salas sanitarias accesibles, pero también hay que hacer adecuaciones en todo el sistema de señalización y orientación dentro de estos espacios, así como poner especial atención a los detalles en todo lo referente a manipulación de objetos”.
Indica que hay varias escalas, que van desde el desplazamiento, cognitivo y manipulación de objetos más pequeños. En este último, se refiere a tareas como abrir la manilla de una puerta, escribir en un pizarrón, hasta abrir el grifo de un lavamanos.
“No debe ser una visión reduccionista y decir que se pusieron rampas, que se ampliaron las aceras o que se puso una que otra señalización en braille. Debe ser pensado y abordado de manera integral”.
La docente insta a pensar estrategias y adaptaciones que estén dentro del presupuesto de cada universidad
“Sí, es cierto que se requiere una inversión, pero también forma parte de la accesibilidad universal en su aplicación progresiva, que es también un derecho humano”.
Insiste en que muchas veces por desconocimiento de estrategias las instituciones se niegan a las adecuaciones porque no cuentan con los recursos. Recomienda buscar la asesoría de especialistas.
La accesibilidad universal
“La accesibilidad está referida a adaptaciones y adecuaciones pensadas específicamente para las personas con discapacidad”, explica la coordinadora del Programa de accesibilidad universal de la Asociación Civil Discapacidad Cero.
En cambio, la accesibilidad universal es un principio y derecho humano. En el ámbito universitario, debería aplicarse para estudiantes, docentes y empleados de cualquier área.
“Todas las universidades deberían cumplir con dichos criterios de diseño universal que son principios dirigidos a garantizar el ejercicio pleno de derechos de las personas”. afirma.