Discoteca de Valencia discrimina a miembros de la comunidad LGTB+

Crónica.Uno

En un comunicado el local afirmó que en su reglamento interno no está permitido ningún tipo de discriminación. No obstante, los casos relatados, así como las presuntas amenazas dicen lo contrario. Clientes señalan que el comunicado no es una garantía de que no habrá discriminación.


(09/08/2022). No es la primera vez que la discoteca valenciana, ubicada en el Centro Comercial Siglo XXI de la urbanización La Viña es señalada por discriminar a miembros de la comunidad LGBT. A veces son parejas homosexuales, que reciben los ataques, pero también las personas trans.

El caso más reciente tuvo lugar el 25 de junio de este año y la afectada fue Joy Vira, de 23 años de edad, que se identifica como mujer trans. Esa noche recibió su primer ataque transfóbico. «Fue gracias a Chupitos». Dice por una nota de Whatsapp.

Al principio no iban a ir a esa discoteca, pero fue la escogida porque el lugar original que querían frecuentar estaba cerrado. Aquello no le pareció la mejor opción, puesto que ya había escuchado en otras oportunidades que ese local tenía un amplio historial de discriminación contra la comunidad gay.  «Decidí callar y dije bueno quizás no pase». Sin embargo, si pasó y el primer encuentro lo tuvieron apenas estuvieron en la entrada de Chupitos.

«No dejaron entrar a uno de mis acompañantes por la forma en la que uno de mis amigos estaba vestido. Esto me pareció super fuera de lugar». Su compañero vestía un suéter beige y pantalón negro. El grupo de amigos estuvo mediando con el equipo de seguridad por al menos 45 minutos. Hasta que su amigo decidió cambiarse de ropa.

«Se quitó el suéter y se puso una franela negra y ahí si no hubo problema». Pero, nuevamente hubo un inconveniente. Su amigo ya no era la razón de molestia si no ella.

«Los guardias dicen. Mira él no puede pasar. De inmediato mi amigo responde: ¿Quién? ¿Ella? y los vigilantes le dijeron: Sí, es que personas como él tienen su lugar y este no es». Ante aquella respuesta Vira quedó impresionada, puesto que era la primera discriminación de tipo transfóbica que le tocaba sufrir. Sobre su mente flotaba la pregunta de ¿Cuál era entonces su lugar?

Fotografía: Armando Díaz

Luego los guardias de seguridad reiteraron que las personas trans no podían entrar al local. Durante todo el impase Joy Vira guardó silencio. Fueron sus amigos quienes dieron la cara para defenderla. «Ellos hicieron todo lo posible para entrar». Mientras sus compañeros mediaban Vira grababa todo lo ocurrido y explicaba en el video lo que sentía. «Estuve grabando bastante tiempo».

Tras una hora de discusión el personal de seguridad les permitió el paso. No obstante, la condición es que debían pagar dos servicios. Los cuales tenían un costo de $35 cada uno. Por lo general, en el mundo de las discotecas un servicio consta de una botella de algún licor, bien sea ron o vodka y cuatro vasos para repartirse la bebida. En el caso del grupo de Joy, eran un grupo de cuatro, pero les exigían un servicio extra. «Nosotros sabíamos por dónde iban los tiros. Ellos se dieron cuenta del problema en el que se podían meter si yo publicaba todo lo que estaba grabando».

Para ese momento la molestia de Vira era tan grande que ella decidió no entrar. «No quería estar en un lugar en el que no era bienvenida. Sin embargo, me puse a pensar y dije. Ya va, pero si no entro les doy satisfacción a estas personas y van a seguir haciéndole esto a otras personas. Así que decidí entrar. De hecho estuve un buen rato, bailé y bebí».

Vira consideraba que nadie podía decirle a dónde entrar y a dónde no, mucho menos por su identidad. Algo que también consideró fue si publicar o no el video que difundió en redes sociales. Tenía miedo a cualquier consecuencia que pudiera ocurrir. De hecho, Vira intento hacer un enlace entre Crónica. Uno y otros afectados y prefirieron callar por amenazas previas.·

«Tenía que transmitir la vergüenza y la molestia que pasé. No les demostré miedo, y di la cara, pero hay muchos otros a los que logran callar ante estas situaciones que a algunos los marcan. Es muy complicado y fatal que siga ocurriendo y que no se haga nada. Yo estoy harta de estas situaciones. El mundo, el gobierno no nos ayudan en nada. Esto es discriminación no solo a mí, si no a cada persona que ha pasado por lo mismo».

Non grata

Vira no siente vergüenza de ser trans, mucho menos después de haber pasado tanto tiempo para entender quien era. «No puedo comparar mis ataques con otros, porque hay gente aquí en Venezuela a la que la matan, pero tampoco puedo restarle importancia, porque fui agredida verbalmente. Sentí que no había razón válida para no entrar a la discoteca. Les molestaba mi ideología de género, ideología que no comprenden».

Ese día Joy Vira iba sencilla. Lucía una chaqueta tipo motorizado, acompañada de una franela verde militar y unos pantalones negros. «Además mi maquillaje tampoco era llamativo No me gusta llamar la atención».

Luego de haber pasado este hecho Vira recuerda el caso de unos amigos  que les contaron que vivieron una experiencia similar. «Son dos amigos que se dieron un beso y de inmediato llegaron los guardias y los sacaron de la disco. Recuerdo que me dijeron que lo hicieron porque habían muchas mujeres dándose besos. No saben decirme si eran lesbianas, bisexuales o si simplemente experimentaban, pero a ellas no las echaron. Hubo una clara discriminación. También les dijeron que ese no era el lugar adecuado para ellos».

Sobre Chupitos, también pesan comentarios de mujeres que han sido drogadas en los baños, afirma Vira. «No se de violaciones, pero si de mujeres que han sido drogadas y eso es muy grave. Después de eso puede pasar de todo y lo peor es que a los vigilantes les da igual».

Después de la transición

Pero, por lo general no todos logran entrar como fue el caso de Vira. Otros, simplemente sufren humillaciones y se retiran. Así le pasó a Billian Morales otra chica trans, esta vez de 20 años de edad.

El hecho ocurrió hace más de un año, pero lo recuerda bien, porque fue recién iniciando su transición. Había ido en múltiples ocasiones, pero fue cuando inició su transición y su expresión de genero femenina que los problemas se desencadenaron.

«Una vez fui, y me hicieron hasta desmaquillarme. Incluso, modifiqué mi ropa, a ver si me dejaban entrar, pero si lo hacían tenía que pagarle al guardia», comenta Morales tal y como le ocurrió a Vira. La única diferencia es que la separan más de 365 días, pero lo que no cambia es el modus operandi.

«Eran precios absurdos y obviamente no iba a gastar dinero en un lugar que se vende como free cover, sin embargo a una por ser trans te quería hacer pagar servicio y por unos precios locos. Si el servicio eran $20 ellos te lo ponían en $35 o hasta $45. Para colmo tenía que pagar solo por entrar».

En otra oportunidad incluso pensaron que uno de sus amigos era mi pareja, y eso fue suficiente razón para impedirles entrar. «En otro momento tuve que disfrazarme de hombre. O sea, ir toda masculina para entrar».

«Durante todas las veces que viví episodios de discriminación la sensación fue la misma. Humillante, super humillada. Sentía impotencia en ese momento, porque yo quería ser respetuosa con personas que querían pasar de mi, y yo solo quería tener una experiencia en discoteca como todo el mundo, además que iba a consumir», expresa.

A raíz de la publicación del video de Vira, la discoteca Chupitos emitió un comunicado en el que ofrecía «sinceras disculpas» ante el hecho ocurrido. No obstante, en el texto la empresa afirma que «A nuestro equipo nunca se le ha ordenado rechazar la entrada a personas por las características y preferencias antes mencionadas; todo lo contrario, estas acciones están prohibidas por nuestro reglamento interno y por ley».

El comunicado de acuerdo con algunos clientes consultados, que omitieron su identidad, no da garantía de que no se produzcan más actos discriminatorios contra miembros de la comunidad LGTB+, sobre todo por el historial que acumula.

Morales relató que luego del incidente que tuvo en el lugar  intentó establecer algún tipo de comunicación con el personal de la discoteca, un año atrás, el equipo de Chupitos afirmó no tener interés alguno en conversar con Morales.

De acuerdo con el movimiento Somos en toda Venezuela se registraron 21 crímenes de odio y 82 incidentes de la misma índole. Esclarecer las cifras en Carabobo, así como en otras regiones es aún más complejo por la poca información disponible y la falta de otras ONG que traten con el tema.

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