Yendri Velásquez/Caleidoscopio Humano
(24-01-2022). Hablar del día de la educación en una Venezuela que atraviesa una emergencia humanitaria compleja y la pandemia del COVID-19 es todo un reto. Aunque la situación actual deja en evidencia muchos de los problemas del sistema educativo nacional, quedaríamos cortos al decir que los principales obstáculos de la educación venezolana se resumen a las consecuencias del contexto, pero si podemos decir que la crisis ha profundizado los graves problemas de desigualdad, precariedad y desactualización que va desde los programas y pensum de formación hasta las condiciones laborales del personal docente en las escuelas, pasando por las condiciones de infraestructura de los colegios. Según la Federación Venezolana de Maestros el 80% de los colegios del sistema público de educación inicial y primaria tienen una infraestructura deplorable y no aptas para recibir en las condiciones requeridas al estudiantado. Otro dato importante que aporta ANDIEP indica que actualmente existen 6 millones de niñas, niñes y niños en edad escolar y que para entre el periodo escolar 2019-2020 se estimaba un millón quinientos mil fuera del sistema escolar.
A un año y medio de la pandemia por el coronavirus, las precarias políticas de prevención del contagio del COVID-19 se mantienen como una preocupación especialmente con apariciones de nuevas cepas del virus que presentan altos niveles de propagación. Esta preocupación aumenta cuando sabemos que el agua es un derecho limitado en los centros educativos. Según la ENCOVI el 28% del estudiantado no asistía por falta de agua en los colegios.
Muchos de las necesarias reformas y cambios en las políticas para las mejoras en la educación venezolana se han discutido en los distintos espacios de la sociedad civil, lamentablemente, sin que tenga repercusión en las instituciones del Estado, las cuales han tomado la decisión de cerrar sus puertas a la participación y el trabajo colaborativo con las comunidades, especialistas y personas expertas.
Desde el activismo por derechos humanos, abogamos por una actualización de los programas de educación que puedan tener visiones más amplias y que eduquen para el desarrollo tomando en cuenta la perspectiva de derechos humanos, un enfoque de género y diversidad, además de la necesidad urgente de incluir programas de educación sexual integral así como una respuesta articulada e institucional a problemas que se están viviendo en las escuelas como políticas de prevención y atención a casos de bullying en el ámbito escolar y protocolos de prevención y atención a casos de violencia y acoso sexual. Estas últimas medidas son pasos urgentes y necesarios que desde el Ministerio de Educación se deben avanzar y recorrer ese camino junto a las familias y las organizaciones de la sociedad civil garantizando siempre la protección de las niñas, niñes y niños apuntando a la construcción de escuelas seguras para toda la comunidad educativa.
Las escuelas son uno de los lugares donde aprendemos y reforzamos prejuicios y para poder cambiar esta realidad es necesario tomar la decisión activa de cambiar y dar un paso hacia delante en la construcción de la sociedad que soñamos, una sociedad de derechos para todas las personas y libre de discriminación. Para convertir este sueño en realidad es necesaria la participación de la ciudadanía en las distintas esferas de la sociedad. Si bien cuando hablamos de la educación nos referimos a los colegios y las responsabilidades del personal docente, no podemos olvidar que la educación es un proceso que no se limita a los recintos escolares, nos involucra al resto de personas que hacemos parte de las familias, las comunidades.