Mujeres en la política

De la Colonia al Poder: Mujeres y la lucha por la igualdad en América

Francisco González/Internacionalista/Líder emergente de MonitorDescaVe e Investigador de Caleidoscopio Humano

(09-08-2024) La historia de América, aunque distinta según cada realidad nacional, tiene un lazo que la hace común: la colonia.

Desde Canadá hasta Argentina, los países americanos fueron inicialmente tierra de importantes civilizaciones indígenas: los mayas, los aztecas y los incas, por mencionar algunas que, tras la llegada de los colonos europeos, fueron progresivamente perdiendo sus tierras, para dar paso a la colonización instaurada en el continente.

Este proceso de colonización, que se extendió por siglos, dejó una profunda huella en las sociedades americanas. La imposición de culturas, lenguas y religiones europeas, sumada a la explotación de los recursos naturales y de la mano de obra indígena, generó un choque cultural y social sin precedentes.

Las estructuras políticas, económicas y sociales de los pueblos originarios fueron desmanteladas, dando paso a nuevas formas de organización basadas en los intereses de las potencias coloniales.

Las consecuencias de la colonización se hicieron sentir en todos los ámbitos de la vida. La desigualdad social, la concentración de la tierra en pocas manos y la dependencia económica de Europa fueron algunas de las herencias más persistentes del pasado colonial. Además, los conflictos entre los pueblos indígenas y los colonos, así como las rivalidades entre las potencias europeas, marcaron la historia de América durante siglos.

Esta herencia, manchada de violencia y juegos de poder, es también profundamente falocentrista. Era el cacique contra el europeo armado, mientras las mujeres de lado a lado eran aisladas de los centros de poder.

La llegada de la independencia a los países de América no significó un mayor acceso al poder para las mujeres. El ejercicio de la política se mantuvo, por décadas, exclusivamente masculino.

Hoy, doscientos años después del proceso que produjo la independencia de la mayor parte de países del continente, la historia no es muy distinta. Aunque países como Brasil, Chile, Argentina, Perú, Panamá, Costa Rica y Honduras han tenido mujeres como primeras mandatarias, el resto del continente aún no. Negando, incluso, que mujeres puedan inscribirse como candidatas, como ocurrió en Venezuela en las resientes elecciones presidenciales.

El 2024 puede ser, sin embargo, un año histórico para las mujeres americanas en la política. El triunfo de Claudia Sheinbaum en las elecciones presidenciales de México ha puesto a una mujer, por primera vez, a la cabeza del poder de una de las naciones hispanas más importantes del mundo.

En Estados Unidos, tras la renuncia a la candidatura del actual presidente Joe Biden, el perfil que apunta a asumir dicho puesto es el de la actual vicepresidenta, Kamala Harris, quien en noviembre podría convertirse en la primera mujer presidenta de los Estados Unidos.

La potencial llegada de una mujer a la presidencia del país más poderoso del mundo, en definitiva, sería un paso gigante para todas las mujeres del mundo, en especial en un continente que presenta altos índices de violencia basada en género.

En Venezuela, las instituciones gubernamentales prohibieron a la ganadora de las primarias opositoras, María Corina Machado, inscribir su candidatura a la presidencia. Meses más tarde, también prohibieron la inscripción de Corina Yoris. Sin embargo, ambas mantienen un rol protagónico en el proceso político que ha vivido el país antes, durante y después del proceso electoral del 28 de julio.

Es innegable que el feminismo ha sido fundamental en la lucha por visibilizar y transformar las estructuras patriarcales arraigadas en la historia de América. A través de movimientos sociales, acciones colectivas y luchas políticas, las mujeres han demandado una participación equitativa en los espacios de poder y decisión.

El feminismo ha cuestionado los roles de género asignados históricamente y ha impulsado la construcción de sociedades más justas e igualitarias, donde las mujeres puedan ejercer plenamente sus derechos y potencialidades.

El feminismo decolonial, en particular, ha sido un actor clave en la descolonización de los conocimientos y las prácticas políticas en América. Al intersecar las luchas feministas con las luchas anticoloniales, este enfoque ha permitido visibilizar las múltiples opresiones que enfrentan las mujeres en la región, incluyendo el racismo, la clase social y la orientación sexual. El feminismo decolonial ha contribuido a construir una agenda política que desafía las estructuras de poder heredadas de la colonia y busca construir sociedades más justas y equitativas para todas las personas.

El objetivo, indiscutiblemente, debe ser que todas las mujeres políticas sigan ocupando espacios de poder en igualdad de condiciones que sus colegas hombres, en todos los rincones del continente, rompiendo por fin con la tradición machista y discriminatoria que ha reinado desde hace, al menos, quinientos años.

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