Marco Pérez Jiménez dejó grandes obras al país, pero también una profunda sombra de violación a los derechos humanos, desapariciones forzadas y miles de exiliados.
(23/01/2022) Marcos Pérez Jiménez gobernó Venezuela desde diciembre de 1952 hasta el 23 de enero de 1958, fecha en que es derrocado y enviado al exilio.
En 1957 buscó consolidar su régimen a través de un plebiscito con la intención de alargar su estadía en la presidencia por 5 años más, obteniendo una contundente -y cuestionada- victoria. Esto generó molestia en la población.
Al descontento social se iba manifestando e incorporando diversos sectores que hacían vida en el país, esto producto de las graves violaciones a los derechos humanos y una serie de restricciones en las libertades civiles, sirvieron como semilla para generar los movimientos cívico militares que se oponían al gobierno.
Su gobierno estuvo marcado por una visión futurista que lo llevó a ejecutar obras de gran envergadura a lo largo del país y una sólida economía; sin embargo, todo este desarrollo se vio empañado por su talante autoritario y dictatorial, acompañado de violaciones sistemáticas a los derechos humanos y las limitaciones en cuanto a las libertades civiles y políticas fueron más que suficientes para que las personas manifestaran no estar de acuerdo con un sistema político que los reprimía y no garantizaba sus derechos.
Es así que el 23 de enero de 1958, la articulación de movimientos cívicos militares, dieron como resultado el abandono del poder por parte de Marcos Pérez Jiménez quien huyó hacia República Dominicana, junto con su familia y más cercanos colaboradores.
Desde ese momento el país logró encaminarse dentro de los estándares que marcaron los procesos de democratización en América Latina. Situación que se mantuvo por más de 40 años, consolidando la democracia venezolana como ejemplo para la región.
En la actualidad, y después de gozar de años de democracia, Venezuela está sumergida en nuevas formas de opresión; las libertades individuales y colectivas están siendo vulneradas y las personas se encuentran desprotegidas.
La utopía del populismo
El populismo acudió a las masas para imponer su hegemonía. Las personas se fueron sumando al proyecto que sonaba tentador por las aspiraciones de catalizar las demandas de todos aquellos sectores pertenecientes a clase media y baja que se sentían socialmente excluidos.
Un proyecto utópico que fue vendido como la salvación para un país marcado por la corrupción y las desigualdades, pero que era de los más prósperos del continente. La atención se centró en la figura personalista de Hugo Chávez, quien, con un discurso cargado de populismo y demagogia, fue concentrando todo el poder y limitado el accionar del ciudadano.
Al cumplirse 64 años del movimiento social y político que se reveló contra la tiranía de Marco Pérez Jiménez, el país se encuentra sumergido en una de las peores crisis de su historia republicana; denominada por los organismos internacionales como Emergencia Humanitaria Compleja.
Migración
El país cuenta con una crisis migratoria sin precedentes en la región. De acuerdo con la Organización de Naciones Unidas (ONU), hay más de 6 millones de venezolanos viviendo en el exterior, con mayor concentración en los países de América Latina y el Caribe*. El éxodo venezolano es una de las principales crisis de desplazamiento en el mundo, solo superada por Siria, país del Oriente Medio que se encuentra inmerso en una guerra de más de 10 años.
Son varios los factores que impulsan a los venezolanos a abandonar el país: la violencia, inseguridad, los elevados índices de inflación, la usencia de servicios básicos, el deterioro del sistema de salud, la falta de medicamentos y el alto costo de la vida son algunos de los problemas que obliga a que millones de personas hayan abandonado el país.
Sistema de justicia
Las graves violaciones a los derechos humanos van acompañadas del declive del Estado de derecho. En Venezuela se expone a las personas -sobre todo a las más vulnerables-, a un sistema de justicia que está lejos de apoyar a las víctimas y que, por el contrario, revictimiza y aúpa la impunidad.
De enero a noviembre de 2021 se cometieron 219 femicidios en Venezuela.** Ante la falta de cifras oficiales, el Estado se convierte en cómplice silencioso de un flagelo que gana terreno en medio de la Emergencia Humanitaria Compleja y la crisis sanitaria.
Desmovilización y apatía ciudadana
Ante el abuso de poder producto de la corrupción, el ciudadano fue abandonando los espacios públicos, terreno que fue aprovechado por el gobierno para concentrar todo el poder y ejercer la toma de decisiones sin ningún tipo de adversario político.
El descontento no vino solo. Este se mantuvo de la mano de la desarticulación de los partidos políticos, cuya función primogénita era la de canalizar las demandas de la sociedad civil y llevarla hacia las zendas del Estado, pero prevaleció el clientelismo que dejó al ciudadano en el abandono.
Es así como la democracia participativa que habían vociferado en 1998, se fue quedando sin espacios donde manifestar el descontento, generando desesperanza y perdiendo la credibilidad hacía los políticos y las instituciones. Esto aceleró el declive de los valores democráticos.
La falta de interés y consenso dentro de las fuerzas políticas del país, también ha contribuido a la fragmentación de caminos para lograr un cambio real, que permita a las personas acceder de manera eficiente a salud, educación, administración de la justicia, bienes y servicios para vivir con dignidad.
Regresión democrática en Venezuela
La polarización política y la erosión de las instituciones plantean varios desafíos. La calidad democrática se mide con base en varios indicadores quienes -en sinergia-, garantizan a las personas vivir bajo condiciones favorables para su desarrollo personal y colectivo.
Venezuela, en los últimos años, ha mostrado una notoria regresión y deterioro en calidad democrática, situación que ha incidido directamente en la población, conllevando a la violación sistemática de derechos humanos y disminución de condiciones dignas para vivir, ubicándose el país en los últimos lugares de varios estudios comparados de la región. ***
El ciudadano como protagonista central de los cambios
Frente a las actuales circunstancias que atraviesa el país, el ciudadano está en la necesidad de retomar las vías que conlleven a la construcción de un orden democrático, apropiarse de todos aquellos espacios que por desconocimiento cedió y que son trascendentales para la sociedad.
Los retrocesos a los que se ha visto expuesta la democracia en Venezuela también ha sido el aliciente para que muchas personas busquen la manera de combatir y contrarrestar el autoritarismo, tal es el caso de las organizaciones de la sociedad civil quienes, a pesar del entorno adverso que los acompaña, se han ido articulando y generando tejido asociativo.
La recuperación del espacio cívico como el conjunto de dinámicas que permitan incidir de manera activa dentro de la esfera pública, suma esfuerzos para la defensa de los derechos humanos y luchar contra las restricciones, pues la garantía de los derechos es parte esencial en el rescate de la democracia.
La participación política de los ciudadanos, también juega un rol fundamental.
El pasado 9 de enero, en las elecciones por la gobernación de Barinas, se demostró el poder que tiene el ciudadano para generar los cambios siendo coparticipes de los procesos de toma de decisión. El rescate del país inicia con una sociedad civil preocupada por tomar las riendas de los asuntos que son comunes a todos.
Para finalizar, es importante resaltar la necesidad de implementar modelos participativos, para que la política baje de las súper estructuras de poder al ciudadano, y que este ocupe un papel central en la búsqueda de la democracia como modelo político que garantice, a todas las personas, vivir con dignidad.
*Fuente Organización de las Naciones Unidas ONU.
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***Latino Barómetro