Siete averías en los alimentadores norte y sur, en apenas seis días de febrero pasado, dejaron parcialmente seca al Área Metropolitana de Caracas. Este es el servicio peor calificado por los vecinos de 12 ciudades del país.
(02-03-2022). El 18 de febrero, en la madrugada, una enorme rotura en la tubería del alimentador sur de Hidrocapital, a la altura del sector Macaracuay, municipio Sucre del estado Miranda, obligó una parada de emergencia de todos los grupos de bombeo que llevan agua potable a parte del este y sureste de Caracas. La avería, que ocasionó un aparatoso accidente de tránsito en horas de la noche, no fue la única.
Al menos otros seis desperfectos de magnitud se reportaron en los días sucesivos, a través de las redes, en los alimentadores norte y sur. Estos son los dos sistemas de abastecimiento más importantes de la ciudad y por donde la negligencia ha corrido a caudales durante casi 20 años.
Los eventos dejaron sin agua potable a buena parte de los caraqueños, incluso por mucho más tiempo del ofrecido por Hidrocapital.
Durante seis días, los cortes de luz no se quedaron atrás. Y como el suministro hídrico funciona en gran medida con electricidad, sectores de los cinco municipios del Área Metropolitana de Caracas se quedaron sin energía por horas.
Las fallas, cada vez más frecuentes, son un indicador de que el deterioro del sistema de abastecimiento crece al mismo ritmo de las deficiencias en la operación, la cual se ha limitado, hasta ahora, a poner en las tuberías “pañitos calientes”.
Las reparaciones no son remedio eficaz. Los operadores del sistema no saben ni comprenden el origen de las roturas que ocurren en ambos tubos en forma recurrente. El problema de las averías es de talento. Y ¡júrelo! va a volver a pasar”, advierte el ingeniero José María de Viana, expresidente de Hidrocapital (1992-1999).
Se desborda el problema del servicio de agua
Los alimentadores norte y sur son dos grandes tuberías que funcionan de modo similar: ambas salen de la planta de tratamiento de La Guairita, en el estado Miranda, que conecta con el Tuy II y el Tuy III. Y a través del sistema de bombas en la estación 25, ubicada a un lado, elevan el agua potable a un centenar de sectores de la ciudad.
Sin embargo, las dos tuberías han presentado averías por problemas totalmente distintos que tienen una atención oficial eficaz, explica de Viana. “Si se corrigen, se cura la enfermedad”.
Más de 20 años sin rehabilitar
El alimentador norte es una tubería de acero de 84,19 kilómetros en toda su extensión y varias ramificaciones. Recorre la avenida principal de El Cafetal, pasa por el río Guaire y se dirige hacia Catia. Y una de sus 25 derivaciones llega al este, a una parte de Petare.
Sin embargo, el conducto que podría tener vida centenaria, se rompe por corrosión, sin que Hidrocapital “haga nada”. La vía de El Cafetal es la más afectada y el agua con 100 metros de presión no llega a los hogares.
El mal, precisa el experto, no afecta a todo el alimentador, sino que es propio de ese tramo. Lo supo desde que dirigió el Acueducto Metropolitano de Caracas, en la década de los años 80. “Esto obligó a abrir varias bocas de visita (huecos con tapa) para que los trabajadores pudieran hacer la reparación por dentro y no fracturar las calles”, recuerda.
Objetivos diluidos
El revestimiento interno se encontraba muy deteriorado en una gran porción de la tubería, según hacen constar estudios técnicos realizados. Y de Viana, a cargo de la presidencia de Hidrocapital, evaluó corregir con remplazos la situación.
En 1999, poco antes de su salida del cargo a la llegada de Hugo Chávez, hizo frente junto a su equipo a la corrosión que afectaba parte de la tubería, e inició la rehabilitación necesaria. “Estudiamos el tubo y una empresa de tecnología británica construyó dentro de la estructura original una camisa interna de concreto, entre La Guairita y el río Guaire”.
Pero el objetivo de proteger el conducto de acero y evitar las fugas de agua potable, se diluyó en el tiempo de la revolución.
En la actualidad, las roturas en el Alimentador Norte ocurren en unas pocas zonas de los tres kilómetros donde el trabajo quedó con defectos, apunta el ingeniero. “Pero en 20 años, en vez de rehabilitar los puntos de la camisa de cemento, están soldando el tubo de acero y se romperá cada semana, en cualquier momento. El proceso de deterioro requiere reforzarlo con otro de concreto o de plástico, para evitar que la fuga de agua. Si lo hacen de esa manera, esa rotura no ocurrirá nunca más”, afirma de Viana.
Golpe de ariete contra el servicio de agua
El alimentador sur, por su parte, funciona en medio de la incapacidad. Abastece de agua potable a parte del sureste de Caracas. Recorre El Hatillo y parte de Baruta, de arriba hacia abajo, después que sale de la planta potabilizadora, lo que lo convierte en una tubería de alta presión.
Sin embargo, se rompe con frecuencia por “golpe de ariete”. Esto es, un cambio repentino y violento de presión causado por la brusca interrupción de la estación de bombeo, afectada por ejemplo por un apagón eléctrico, o por una errada operación. La rotura, refiere, puede convertir los 300 metros de carga en un chorro de 300 metros de altura, un tamaño equivalente a un edificio de 100 pisos que supera con creces a las torres de Parque Central.
«Ese tubo se rompe con frecuencia, y si lo cambian por uno nuevo se les va a romper también, porque no hay uno de acero en el mundo que soporte las presiones del golpe de ariete”.
De Viana indica que este fenómeno “se corrige y controla, con sistemas de protección en la tubería, debidamente calibrados”, pero asegura que “no funcionan bien”.
Más falta de talento, menos agua potable
“Si se repara el tubo, como lo están haciendo, y no se repara la protección de ariete, júrelo que se volverá a romper. El espesor está diseñado para que funcione con ese sistema de protección, hay que calibrarlo, pero está fuera de control”.
Para De Viana el problema del servicio de agua potable “no es deliberado, sino de talento, porque no preguntan, no saben”.
Mientras, las recurrentes fallas en Caracas ocasionan que el agua potable llegue menos. En calidad y en cantidad. Es la mayor preocupación de la gente, junto al resto de los servicios, en el año 2022. Y se refleja en la persistente percepción negativa de los venezolanos que aprecian este servicio público como el menos confiable.
Agua potable, el servicio menos aceptado
La calidad del servicio de agua es la más rechazada por los usuarios, por encima de la electricidad, telecomunicaciones, el gas, y aseo urbano, indica la más reciente encuesta de percepción realizada por el Observatorio Venezolano de los Servicios Públicos (OVSP) en enero de 2022.
El estudio realizado en las 12 ciudades más representativas de las regiones del país, reveló que 58,9 % de los consultados evaluó negativamente el servicio. Aunque el porcentaje disminuyó 6 puntos porcentuales con respecto a la encuesta de agosto- septiembre de 2021 (65,6 %), representa más de la mitad de la población. El rechazo del servicio persiste, a pesar de que 88,8 % dijo tener acceso al agua, pero el porcentaje es menor que el 90,8 % obtenido en el último estudio del año pasado.
El deterioro del servicio ha obligado a los usuarios a arreglárselas con medidas no deseables: 47 % almacena el agua, 22,7 % la compra a un camión cisterna, con el sacrificio que impone la crisis. Y 0,3 % la “reutiliza” o la obtiene de otros sitios. De estos, 39 % la busca en casa de familiares o vecinos y 34,9 % de pozos, ríos y quebradas, señala la encuesta. Un 4,5 % la obtiene de “tuberías rotas en la calle”.
Además, Caracas aparece entre las cinco primeras ciudades afectadas por variables del servicio, como olor, color y sabor del agua. La primera es Porlamar, en casi todos los aspectos.