Alza del dólar y tensión en el Caribe mantienen expectantes a familias y comercios de Monagas

La tensión naval en el mar Caribe preocupa a los ciudadanos de Monagas, quienes dependen del pescado proveniente de la zona oriental. Sin embargo, evitan hablar del tema y priorizan problemas cotidianos como los constantes aumentos del dólar, que impactan en los precios de los alimentos y medicinas.


Fuente original: Crónica Uno. – Maturín. La tensión en el mar Caribe, provocada por el despliegue naval de Estados Unidos (EE. UU.) para combatir a supuestos carteles de droga y el envío de tropas venezolanas a las costas, se ha convertido en una nueva preocupación para comerciantes y familias del estado Monagas, quienes dependen del abastecimiento pesquero proveniente del oriente del país.

Aunque en Maturín los ciudadanos continúan con su rutina diaria, permanecen atentos a lo que pueda suceder. Observan los escenarios de tensión nacional desde una perspectiva de sobrevivencia, concentrados en resolver las necesidades inmediatas del hogar.

Aseguran que deben enfrentar situaciones que deterioran su calidad de vida, como las recurrentes fallas eléctricas, la falta de agua, las dificultades para movilizarse por el costo del pasaje y el constante aumento en el precio de la canasta básica y los medicamentos.

Desde las aceras se percibe un contraste curioso: mientras la política y los buques de guerra —símbolos de poder y control internacional— marcan la agenda en los noticieros, en esta zona del oriente del país la gente mide el conflicto en gramos de pescado, en monedas que alcanzan o no para llenar una bolsa de víveres.

Si bien se mantienen informados sobre la coyuntura política, evitan profundizar en el tema y prefieren enfocarse en los problemas más cercanos. De hecho, el centro de la ciudad luce concurrido en horas pico: padres que llevan a sus hijos al colegio, estudiantes universitarios en las paradas de transporte y trabajadores de los sectores público y privado que cumplen con sus jornadas laborales.

Pescadores, Monagas
Foto: Crónica Uno

Retraso sin explicación

Más alejados del centro, el característico calor parece recorrer los pasillos de los principales mercados de la ciudad. El bullicio de los comerciantes al promocionar sus productos y el vaivén de carretillas cargadas de verduras y hortalizas se mezcla con el sonido de cornetas que transmiten emisoras locales o música que “alegran” las mañanas.

Sin embargo, el murmullo de consumidores hizo eco entre el bullicio del Mercado Nuevo de Maturín el pasado fin de semana. Un retraso sin explicación en la distribución de pescado, traído del estado Sucre, generó preocupación.

Las especulaciones no tardaron en surgir entre vendedores y compradores. Algunos no descartaron la versión de un asalto al buque atunero Carmen Rosa, cerca de La Blanquilla, en la Zona Económica Exclusiva —franja marítima donde el país ejerce derechos especiales de exploración y explotación de recursos naturales—, lo que agravó aún más la ya frágil relación con Washington.

Pese a ello, también atribuyen la demora a factores como la escasez de combustible —una constante en la región por la deficiente producción y refinación de petróleo—, el deterioro de las vías y, sobre todo, lo que consideran la mayor amenaza: la tasa cambiaria.

Insisten en que la devaluación diaria del bolívar, consecuencia del aumento del dólar, impacta directamente en el bolsillo del ciudadano común. Esto se refleja en el alza continua de los alimentos.

Estado de alerta

Ángel* miró a su alrededor antes de responder. Bajó el tono de voz, casi en un susurro, y confesó estar al tanto de los recientes acontecimientos en aguas internacionales. Evitó mencionar el tema de manera directa o nombrarlo explícitamente.

“Gracias a las redes sociales sabemos lo que pasó allá. Nos mantenemos expectantes a lo que pueda suceder porque es claro que nos va a afectar a todos”, expresó a Crónica Uno el padre de familia al momento que realizaba la compra de alimentos proteicos como pescado y pollo fresco en el Mercado Municipal de Maturín.

Expresó que mientras sigan las actuaciones navales en el Caribe, se mantendrá en alerta sin limitar su ritmo de vida. Esto incluye visitar diferentes locales y comercios para comparar precios y llevar a casa los alimentos más económicos y que pueda rendir para toda su familia.

Santiago Rodríguez comparte la misma realidad de Ángel. No carga bolsas muy pesadas, porque, aunque quisiera, compra lo justo para resolver en la semana. Confesó que la escalada del dólar lo priva de realizar grandes compras. Por esta razón dejó de llevar un kilo entero de pescado para llevarse medio kilo o menos, debido a su limitado presupuesto.

“Todo lo hemos relativizado y decimos que todo está bien. Pueda que exista un conflicto y la crisis se agudice, pero ¿quién controla el dólar?», cuestionó el docente jubilado.

Las voces de Ángel y Santiago, diferentes en edad y oficio, coinciden en un mismo hilo: la rutina se sostiene como un escudo contra la amenaza. El miedo al conflicto no se grita —se susurra entre bolsas plásticas y monedas contadas—, como si la discreción también fuera una estrategia de supervivencia.

Aumento de precios

En efecto, el movimiento de consumidores en los mercados y supermercados de la ciudad varía según el flujo del dinero en la calle. Es decir, el mayor número de personas que compran se observa en quincenas y en fechas del pago de los bonos de la Guerra Económica y Economía Familiar —subsidios directos en bolívares entregados por el Gobierno a través del sistema Patria—.

Sin ir muy lejos, Santiago explicó que antes con $20 se podían comprar varias cosas. Ahora llevan menos productos por la misma cantidad de dinero. “Podemos comprar más artículos y rubros cuando (Nicolás) Maduro paga el bono y la cestaticket”, dijo Rodríguez.

Pescadores, Monagas
Foto: Crónica Uno

Al igual que la carne y el pollo, el precio del pescado en los mercados populares de Maturín inició la semana con un incremento de 30 %. El ajuste sorprendió no solo a los consumidores, sino también a los propios comerciantes, quienes reportan una caída en las ventas.

“Hace ocho días, por ejemplo, la cojinúa costaba 280 bolívares el kilo y ahora supera los 400”, detalló una vendedora que pidió no revelar su identidad. Añadió que los compradores buscan las ofertas y las piezas más pequeñas para rendir la comida.

Entre tanto, José Rodríguez subrayó con preocupación lo difícil de mantener la actividad comercial. Sostuvo que el aumento inicia en la orilla de playa, adicional al costo que colocan los camioneros a las cajas de pescado.

“Un día un pescado te puede costar $3 y al siguiente $6. La variación cambiaria nos lleva raspado y en peligro de abandonar la faena, una situación muy lejana al conflicto en el mar. De congelarse el dólar, puede mejorar la situación, pero mientras no ocurra, seguimos en peores condiciones”, apuntó.

No se sienten seguros

El pasado lunes, 22 de septiembre, los representantes de la Asociación de Armadores de Pesca Industrial de Sucre y Anzoátegui manifestaron sentirse inseguros en la labor que desempeñan en alta mar para el abastecimiento de los mercados de gran parte del país.

Calificaron como una violación flagrante el asalto estadounidense ocurrido en aguas venezolanas y advirtieron que, de continuar la amenaza a la paz y estabilidad de la región, unas 245 embarcaciones y 27.600 trabajadores podrían resultar afectados.

“No nos sentimos seguros dentro del mar territorial porque estamos siendo abordados por fuerzas extranjeras”, refirió uno de los voceros al exhortar a la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico, a evaluar los hechos.

Pescadores, Monagas
Foto: Crónica Uno

Despliegue en el Caribe

Septiembre comenzó con una operación militar de EE. UU. en el mar Caribe, caracterizada por el arribo a la zona de varios buques de guerra y más de 4000 infantes de marina —tropa de élite entrenada para desembarcos y operaciones rápidas en territorio extranjero—, con el supuesto objetivo de frenar el ingreso de droga a su territorio.

Se trata de una incursión de gran envergadura, comparable con la invasión a Panamá en 1989, ejecutada para capturar y extraditar al entonces presidente Manuel Antonio Noriega —acusado de narcotráfico y de colaborar con carteles de la droga—.

Washington asegura que el propósito de esta operación es desarticular las redes del “Cártel de los Soles” —nombre con el que se acusa a supuestos altos mandos militares venezolanos de participar en narcotráfico—. 

Con todo, el Comando Sur difundió la semana pasada nuevas imágenes de entrenamientos militares en Puerto Rico. Las maniobras están destinadas a reforzar el combate contra el tráfico de drogas.

Entre los precios que suben cada semana, la escasez de productos y la amenaza de una escalada del conflicto en el Caribe, las familias ajustan sus compras, priorizan lo esencial y aprenden a convivir con la incertidumbre. 

La tensión internacional se traduce en decisiones cotidianas: cuánto pescado comprar, qué gastar, cómo mantener la rutina. Para muchos, sobrevivir al día a día se ha vuelto la forma más tangible de enfrentar los problemas que vienen de lejos, desde mucho antes de la llegada de los soldados extranjeros a la costa.

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