Fuente original: Crónica Uno. – Más allá de las mujeres detenidas por razones políticas, cuya cifra asciende a 96, de acuerdo con cifras del Foro Penal, especialistas insisten en que el discurso de funcionarios del Estado apunta a intimidar a las activistas del género femenino y a las familiares que insisten en denunciar.
Caracas. Andreina Baduel está “sitiada” y ya se acostumbró a una vida en la que está “restringida” y depende de otros para cosas tan básicas como comprar comida o hacer diligencias. Ella es una de las mujeres activistas venezolanas a las que la exigencia de libertad para presos políticos y la defensa de los derechos humanos les ha costado su propia paz.
“Desde hace 17 años mi vida no es normal, es una vida condicionada, restringida y ahora mucho más. Es un asedio con el que restringen mi movilidad y eso me obliga a cuidarme, a depender de otros para resistir”, dijo a Crónica Uno Andreina, hija del general Raúl Isaías Baduel, quien murió bajo custodia del Estado venezolano; y hermana de Josnars Adolfo Baduel, actualmente preso político en la cárcel de Rodeo I.
El papel protagónico de la mujer en espacios de activismo se hizo más visible en el último año, tras las elecciones del 28 de julio de 2024, cuando madres, hermanas, tías, abuelas, esposas e hijas se volvieron la cara visible de la lucha por los más de 2000 detenidos en el contexto poselectoral, tal como admitió el propio Gobierno de Nicolás Maduro.
A las mujeres , aseguran activistas y ONG, les ha tocado sufrir la persecución y convertirse en presas políticas, pero también en asediadas por exigir los derechos de sus familiares detenidos.
“Creo que como las mujeres son quienes sostienen y contienen las cárceles políticas en su mayoría, son las que llevan peor carga. La que lleva siempre las riendas de la contención para los presos políticos son las mujeres. Nuestras activistas son mujeres, esposas, hermanas y eso hace una carga más dura y nos hace más vulnerables”, explicó Baduel a Crónica Uno.
Un Patrón
Gabriela Buada, directora de la ONG Caleidoscopio Humano, sostiene que en este momento hay un patrón de amenazas que incide directamente en las mujeres que lideran protestas, llamamientos, quejas y movilizaciones para exigir respeto a los derechos humanos.
“El patrón es existente en cuanto a lo que ha significado la representación de la mujer en la exigibilidad y en la protesta. Entonces, sí pensamos que existe un patrón sistemático en cuanto al enfoque que tiene la represión contra las mujeres”, detalló.
Más allá de las mujeres detenidas por razones políticas, cuya cifra asciende a 96 de un total de 816 presos políticos, de acuerdo con cifras del Foro Penal, Buada insistió en que el discurso de funcionarios del Estado apunta a intimidar a las activistas y a las familiares que insisten en denunciar.
En este sentido, insiste en que tanto las mujeres presas políticas como las activistas son víctimas de distintas formas de violencia de género que incluyen vejaciones físicas, en el ámbito sexual y en el psicológico.
En un informe sobre mujeres detenidas por razones políticas, Caleidoscopio Humano enfatizó que “las mujeres detenidas pueden ser víctimas de abusos físicos, sexuales o psicológicos por parte de autoridades, incluyendo malos tratos, violación o explotación durante el proceso de detención o en las instalaciones penitenciarias”.
Además, apuntó la falta de acceso a atención médica especializada, discriminación y trato diferenciado, situaciones de pobreza y exclusión social, la falta de protección para madres y mujeres embarazadas y el estigma y discriminación social como tipos de violencia que sufren las presas políticas y que esta organización situa en al menos 100 en todo el país.
“No es una vida normal”
Andreina Baduel recuerda que tiene 17 años envuelta en el activismo de derechos humanos, pero no por una causa fortuita. En 2021, luego casi 11 años de detención, su padre Raúl Isaías Baduel, falleció por complicaciones de salud que organizaciones nacionales e internacionales atribuyen a la falta de atención médica y las condiciones de su reclusión.
Desde 2014 su vida y la de todos sus hermanos se vinculó al reclamo por la libertad para los presos políticos de Venezuela que, recordó, desde las elecciones presidenciales más recientes pasó de ser de alrededor de 300 presos a unos 2000.
La información recabada por Provea indica que la falta de atención médica oportuna y de calidad fue una constante durante los casi 11 años que Baduel estuvo preso y provocó un progresivo deterioro de su salud.
En 2020 a Josnars Baduel, uno de los hermanos de Andreina, también lo detuvieron y acusaron de participar en un supuesto intento de golpe de Estado. Ahora es sometido a aislamientos prolongados en prisión.
Alzar la voz
El reclamo de Andreina y su familia le costó el asedio de todo su grupo familiar, pero ella insiste en que no dejará el activismo sin importar las patrullas frente a su residencia o los autos que la siguen sin cesar.
“Tengo mucha gente buena a mi alrededor, pero por cuidarlas evito verlas, la persecución que ha vivido mi familia se ha extendido a allegados y hasta para poder ver a la gente que uno quiere, pienso”, contó Andreina sobre la forma en que lleva su vida.
Aseguró que tanto a ella como a todos los familiares que forman parte del Comité por la Libertad de los Presos Políticos (ClippVe) les toca lidiar con represión y acecho en cada actividad que planifican para exigir la liberación de sus parientes.
Sin embargo, insiste en que la motivación y el compromiso con la causa de su hermano y del resto de presos políticos es que lo que ellos viven hoy no se repita y no quiere a más mujeres detenidas.
“Es sumamente importante que entendamos que solos no podemos, que tenemos que tejer una red de solidaridad y apoyo para luchar, que somos las voces de los nuestros, que todos los días tengamos como meta elevar las voces, ganar espacios y ganar interlocutores para salvar la vida de los nuestros. Aunque la situación es horrible, no es peor porque alzamos la voz”, reflexionó.
El machismo en la política
La “violencia discursiva” de quienes ejercen el poder en Venezuela propicia también la violencia en contra de mujeres activistas y contra las que se desenvuelven en la política.
“No solo existe la violencia diferenciada contra mujeres que hacen política, sino que la violencia es diferenciada por razones de género. Entonces, no es lo mismo la violencia política que puede existir contra hombres que ejercen política a la de las mujeres”, dijo.
Añadió que la cultura machista en Venezuela también tiene incidencia en las agresiones, hostigamiento y represión en contra de las mujeres que den la cara en asuntos públicos y que es propiciada por autoridades que señalan, ofenden y promueven la burla y el irrespeto en contra de líderes opositoras como María Corina Machado, por ejemplo.
Es así como viven un “impacto diferenciado” de la represión política que termina impactando también a las familias de estas mujeres que, como Andreina y todos los Baduel entran en una espiral de violencia estatal.