Por Nataly Carvajal/Caleidoscopio Humano
(18-09-2022) La diferencia que existe entre el salario de los hombres y el de las mujeres genera una gran brecha económica que profundiza desigualdades, dejando a las mujeres con mayores desventajas para que puedan ejercer plenamente otros derechos.
La brecha salarial sigue sin superarse en todas las regiones del mundo. La Coalición Internacional para la Igualdad Salarial tiene como objetivo lograr la igualdad de sueldo pues, es un derecho que tienen mujeres y hombres a recibir la misma remuneración por un trabajo de igual valor.
No existen estadísticas globales que dimensionen las brechas de diferencias salariales y que permitan realizar un análisis para identificar su origen con precisión. A pesar de ello, si se pueden mencionar elementos que arraigan esas desigualdades.
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Hay varios factores que determinan esta asimetría. Una de ellas es el trabajo de tiempo parcial donde el porcentaje de mujeres es mayor que el de los hombres, esto también tiene una gran incidencia en el rol de cuidado asignado a las mujeres a lo largo de la historia, pues muchas de ellas solo tienen empleos de media jornada porque la otra parte de su tiempo lo deben ocupar en actividades no remuneradas, sobre todo aquellas derivadas de la maternidad y al cuidado de personas mayores.
Esta situación conlleva a que las mujeres perciban menores ingresos que los hombres, pues el desempeñar trabajos a tiempo parcial no será igual de rentable a los de tiempo completo.
Así mismo, otra de las causas que amplía esta desigualdad salarial son los “peores empleos”. Las mujeres ocupan la mayoría de ellos y que resultan mal remuneradas. Sobre todo, cuando existen menos posibilidades para que las féminas obtengan empleos de alto nivel que les permita progresar a nivel profesional. En este caso, la maternidad también se convierte en uno de los factores que provocan esa discriminación.
Al prevalecer una sociedad muy desigual en cuanto al reparto de labores del hogar, en actividades de cuidado y trabajos no remunerados, a las mujeres se les dificulta el desarrollo personal y profesional, puesto que sobre ellas recae la responsabilidad de las tareas domésticas.
Las mujeres también sufren una fuerte discriminación en el mercado laboral, esto debido a la auto-minusvaloración, que conlleva aceptar con mayor facilidad lo que se le ofrece a nivel laboral. Además, existe menor tendencia a cambiar de trabajo por razones relativas al salario.
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Esto también ha sido producto de un constructo social, en el cual muchas mujeres interiorizan que el trabajo que desempeñan tiene menos valor que el realizado por los hombres.
Techo de cristal
El techo de cristal es una metáfora que hace alusión a un límite que impide la realización de las mujeres. Se pudiese decir que son un conjunto de normas que no se encuentran escritas al interior de las organizaciones y empresas, pero que si dificulta a las mujeres acceder a puestos de alto nivel.
Esto representa un obstáculo tanto para el crecimiento personal y profesional de las mujeres, siendo una barrera para el avance de estas en la escala laboral.
Esto se debe a que las estructuras de jerarquía de las organizaciones, tanto públicas como privadas, se rigen por reglas masculinas y el prototipo ideal del empleado sigue siendo el varón, muchas de estas situaciones se arraigan en la falsa creencia de que las mujeres no poseen capacidad de mando y autoridad.
Feminización de la pobreza
Este concepto ha sido acuñado durante los años 70 para visibilizar una realidad; aquella en la que la pobreza económica impacta de forma diferenciada a más mujeres que hombres.
La feminización de la pobreza empuja a millones de mujeres a ser víctimas de discriminación en todo el mundo. Acentuando brechas de desigualdad en aspectos económicos, sociales, culturales, educativos y en la administración de la justicia, imposibilitando que puedan vivir y gozar de una vida digna.
Para las Naciones Unidas, el 70 % de las personas pobres en el mundo son mujeres, y una de cada cinco niñas en el mundo vive en condiciones de pobreza extrema, situación que merece ser visibilizada. Este panorama las vuelve aún más vulnerable a que sean víctimas de violencia.
El mundo laboral sigue siendo muy desigual, en todo el planeta las mujeres ganan menos que los hombres, con gran probabilidad que estas desempeñen actividades de baja productividad e informalidad, además, con pocas posibilidades de movilidad social.
Brecha salarial en Venezuela
El fenómeno de la desigualdad salarial no es exclusivo de Venezuela, pero si hay factores que pueden acentuar su agudización.
En Venezuela, la Emergencia Humanitaria Compleja, también ha impactado de forma diferenciada a las mujeres. Si bien, el salario se ha visto afectado para todas las personas, las mujeres son quienes sufren de forma desproporcionada esta situación, profundizándose tras la pandemia por COVID-19.
La Encuesta de Condiciones de Vida (ENCOVI) 2021, reveló que en el país las brechas de género salariales van de 18 % en un nivel básico y pueden llegar a un 77 % en un nivel gerencial. Esto se traduce en que las mujeres ganan un 17,7 % menos que los hombres en un trabajo de igual valor.
Los estereotipos de género que se han consolidado bajo una cultura patriarcal, han permitido que la desigualdad salarial siga aquejando a las mujeres. Por otro lado, no se puede dejar de mencionar la división sexista del trabajo, donde se asume que las mujeres deben desempeñar labores o carreras afines al cuidado.
Impulsar mecanismos que erradiquen la desigualdad salarial
Cuando más mujeres trabajan y, por ello, son bien remuneradas, las economías también crecen. Se estima que las mujeres, en todo el mundo, podrían aumentar sus ingresos hasta en un 76% si se superara la brecha salarial.
Si bien, erradicar la feminización de la pobreza no se hace mediante una fórmula mágica, sí hay elementos que deben ser tomados en cuenta por los diversos sectores que componen la sociedad. Es decir, la articulación del espacio público y privado, involucrando a la ciudadanía, sociedad civil y Estado para trazar rutas conjuntas en cambios estructurales que den como resultado oportunidades a mujeres y hombres -sin distinción alguna- a empleos devengando igualdad de remuneración.
Los Estados también deben reformar o impulsar políticas públicas que tengan como eje central los derechos de mujeres y niñas, para así, poner fin a la desigualdad a la que se encuentran expuestas.
Por último, y no menos importante, está la redistribución de las tareas domésticas, punto trascendental para que las mujeres incursionen en otros ámbitos incluido el laboral, siendo el empoderamiento femenino un componente vital que conlleva a la independencia económica y, su vez, lograr autonomía sobre otros derechos que les han sido negados.
Fuentes:
https://www.unwomen.org/es/what-we-do/economic-empowerment/facts-and-figures#notes
https://lac.unwomen.org/es/que-hacemos/empoderamiento-economico/epic/que-es-la-brecha-salarial