La psoriasis es una enfermedad inflamatoria que afecta la piel formando escamas que producen picazón. Según los especialistas, el 3% de la población mundial la padece, pero en el caso de Venezuela ser un paciente con psoriasis es cuesta arriba no solo por la falta de tratamientos avanzados, sino por el incremento de depresión y ansiedad entre quienes padecen la enfermedad.
(02-09-2021). La psoriasis es una enfermedad inflamatoria crónica que afecta al 3 % de la población mundial, según la Organización Mundial de la Salud. Ataca las células de la piel formando escamas y manchas secas que producen picazón.
Según la dermatóloga Elisa Villasmil, esta enfermedad tiene su base en el sistema inmunológico con desencadenantes claves, como infecciones y estrés, por eso se cataloga como una enfermedad multifactorial.
Los pacientes que padecen esta enfermedad no solo sufren un impacto físico, sino también psicosocial, que afecta negativamente su calidad de vida, debido a que puede desencadenar otras patologías, como artritis psoriásica, hipertensión, diabetes, enfermedades cardiovasculares, inflamación intestinal y síndromes metabólicos, que van de la mano con el estrés y la ansiedad.
«El 40 % de los pacientes con psoriasis presentan cuadros de ansiedad. Lo sabemos porque, a través de estudios de escala sobre la calidad de vida, la ansiedad y la depresión se evidencian en la cotidianidad, el trabajo o la escuela”, explicó Villasmil.
José Núñez tiene 37 años y es paciente con psoriasis desde hace 14 años. Un día notó que en la rodilla derecha tenía una especie de sarpullido, cuestión que atribuyó a haber lavado un tanque subterráneo unos días antes.
«Pensé que era un hongo, así que fui al dermatólogo, me puso una crema y mejoré, pero a los días comenzaron a salir en otras áreas del cuerpo incluyendo la de la rodilla, que esta vez eran más grandes, ahí me asusté”, dijo.
Para aquel momento José visitó nueve dermatólogos sin que alguno diera con un diagnóstico acertado.
“Comencé un peregrinaje; nadie me hizo una biopsia, solo me trataban con antibióticos y cada vez me ponía peor, hasta que me llené todo de ronchas, los pies se me abrieron en dos y estuve dos meses sin caminar, era insoportable”, contó.
Un problema interminable
El tema emocional ha jugado un papel fundamental desde aquel momento hasta ahora, contó el fotógrafo.
«No dormía, me miraba a cada rato en el espejo a ver si ya se me habían quitado las llagas y lloraba, me la pasaba de mal humor y dejé de salir porque me daba pena. En ese momento estaba en el segundo semestre de mi carrera y me afectaba mucho porque me iba enchaquetado, solo se me veía la cara y el calor me daba mucha picazón”, recordó.
Finalmente, su madre, Karelys, consiguió un artículo en internet que hablaba de un nuevo tratamiento para la psoriasis, lo entregaban por la sanidad y debía conseguir una cita con un especialista en el hospital Dr. Noriega Trigo.
“Logré la consulta y accedí al tratamiento durante año y medio, pero tuve que dejarlo porque me subía la tensión. Desde entonces los tratamientos han sido menos agresivos, con cremas, dietas. Pero con la mala situación que atraviesa el país y el estrés que significa vivir en Maracaibo, donde hay mil cosas por las que preocuparse, no he podido recuperarme”, lamentó.
Actualmente, la consulta con un dermatólogo cuesta de 30 a 60 dólares en Maracaibo, una suma de dinero que para José es imposible pagar: “Antes usaba de dos a tres cremas mensuales y gastamos el equivalente a 30 dólares, ahora a duras penas puedo comprar una crema hidratante”.
Villasmil fue tajante con relación a los tratamientos para la enfermedad, pese a estar incluida en la lista de patologías de alto costo del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS).
«En Venezuela existen muchas trabas para acceder a los tratamientos más modernos, pero el paciente siempre tiene alternativas que lo ayudan a mejorar, como hacer ejercicio y comer sano, tener una buena calidad del sueño, evitar el tabaquismo, el alcohol, el estrés, el déficit de vitamina D y la obesidad, es lo básico”, afirmó.
También existe una escalera terapéutica que va desde tratamientos tópicos con cremas, en los casos más leves de psoriasis, y una escala de tratamiento sistémico.
“Los tratamientos biológicos, que son inyectados, son más difíciles de conseguir, los mismos que daba el seguro social y que actualmente tienen muchos años que no llegan. Tratamos de trabajar con los que podemos modificar”, explicó la dermatóloga.
Pandemia y calidad de vida
José reconoce que su calidad de vida se ha venido a menos en los últimos años. Sostener una dieta saludable es casi inalcanzable para él, lo que, aunado a las dificultades laborales, al encierro y la incertidumbre que ha traído la pandemia de COVID-19, ha provocado crisis constantes y atención médica nula.
«Me siento mal porque veo en el espejo que estoy peor; ya no tengo una que otra llaga en la espalda o en el pecho, tengo hasta en la cara y esa es la carta de presentación de uno. Es feo porque la gente te mira con desprecio, con asco y los más osados preguntan: ¿Qué tienes?, y uno muchas veces no tiene la fortaleza de explicar o resistir esa situación”, sostuvo.
El fotógrafo dijo que la pandemia fue “la tapa del frasco”: “Porque la falta de trabajo y, por ende, de ingresos, la preocupación de estar encerrado, el sedentarismo, los desvelos y la depresión terminan arrastrándote a no encontrar sentido a la vida, y tengo el 60 % de mi cuerpo en crisis”.
Elisa Villasmil dijo que el 20 % de los pacientes con psoriasis, que ya estaban controlados, sufrieron crisis durante la pandemia, además de afecciones psiquiátricas, por el deterioro mental causado por la ansiedad, que incluso pueden desencadenar ideas suicidas.
«Este año de pandemia hubo más brotes en pacientes que dejaron el tratamiento porque no tenían acceso y porque estar encerrados en casa, más el miedo a enfermarse de COVID-19 que es una realidad, afectó la calidad de vida de los pacientes con psoriasis, que resultan en una persona más vulnerable”, refirió.
Esperanza en el caos
Desde hace 14 años, la vida de José cambió para siempre.
“No uso pantalones cortos, no me quito la franela ni para dormir, hasta con mi pareja me da pena porque, lamentablemente, uno se convierte en una persona insegura”, indicó. Añadió que su enfermedad lo ha llevado a los lugares más oscuros de su ser, pero que estos últimos dos meses del año decidió comenzar de cero y hacer cambios positivos en su vida.
“Gracias a unos vecinos, me animé a montar patineta de nuevo, una actividad que no hacía desde los 12 años y que me ha hecho muy feliz; hacer ejercicio me ha ayudado a bajar ocho kilos que tenia de mas, a tener contacto con los niños, que siempre son un aliciente y te recargan de energía, es una experiencia increíble verlos aprender a hacer trucos en la patineta. Estoy haciendo cambios y me siento mejor, incluso volví a tratarme con cremas para mejorar mi piel y tengo menos lesiones”, relató.
La recomendación principal de Villasmil es acudir al especialista para descartar o confirmar el diagnóstico.
“El dermatólogo es el único que está en la capacidad de reconocer la psoriasis, porque hay enfermedades muy parecidas que no son, pero una vez que estemos frente al diagnóstico el paciente debe saber que es una enfermedad controlable con tratamientos básicos y hábitos saludables”, sostuvo Villasmil
José es consciente de que su salud mental es fundamental para controlar su enfermedad, por eso recomienda a las personas que sufren de psoriasis igual que él hacer ejercicios.
“Eso ayuda a despejar la mente, todo pasa por el estilo de vida. Hay que dejar de pensar que tenemos el control de todo y dejar que las cosas tomen su cauce. Antes yo pensaba mucho en el futuro, pero entendí que tengo que enfocarme en el hoy, y ya mañana no sé qué va a pasar, tal vez vaya a patinar con los niños. Esa es la clave”, concluyó.